En la ciudad se escucharon menos detonaciones que en Navidad. En el principal hospital de la provincia no hubo emergencias por quemados.
Se escucharon algunos estruendos de pirotecnia en Neuquén para los festejos del Año Nuevo, pero muy pocos. Tal vez menos de los que sonaron durante la Navidad.
Una de las preguntas que muchos se hacían era cómo se comportarían los vecinos de la ciudad de Neuquén para recibir el año, pensando en el uso que podrían hacer con cohetes, cañitas voladoras y fuegos artificiales. Históricamente siempre se utilizó más pirotecnia a fin de año que durante la Nochebuena y muchos pensaban que este 31 de diciembre, los estruendos volverían a multiplicarse en cada rincón de la capital. Pero eso no sucedió.
Cuando se cumplieron las 12 hubo algunos explosiones ahogadas que llegaban de lejos, pero que desaparecieron en cuestión de minutos. Después volvieron a escucharse otras detonaciones menores, también dispersas que no duraron nada.
La pregunta es si cambió el comportamiento de los neuquinos a partir de las campañas de concientización que realizó la Municipalidad de Neuquén y de los estrictos controles sorpresivos que se durante los últimos días.
Es indudable que esto colaboró para que las fiestas se pasaran en paz, al menos en términos de paz para quienes sufren los estruendos (que son muchas personas y también animales). Pero también es cierto que la crisis económica también influyó para que mermara drásticamente la utilización de los cohetes.
En otros tiempos, el precio de la pirotecnia era elevado, pero el poder adquisitivo de la población (aun de los sectores de menores recursos) permitía la compra mínima de estos artículos. Pero en tiempos de inflación galopante y con los productos de la canasta básica familiar por las nubes, comprar este tipo de mercaderías a un costo altísimo, terminó de completar el círculo virtuoso de las campañas y los operativos.
Un dato llamativo y contundente es que en el Castro Rendón, principal hospital de la provincia, no hubieran atendido urgencias por quemados de pirotecnia. En otros tiempos, la guardia estaba al rojo vivo tratando de curar accidentados, algunos graves.
¿Será un cambio cultural?
¿Será este un punto de inflexión en la historia de los festejos de fin de año? ¿Será un verdadero cambio cultural que se logró igual que otros que alguna vez parecían imposibles, como el de fumar en los espacios cerrados?.
Es prematuro saberlo. Lo importante es que durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo predominaron los ruidos del choque de las copas y las risas de familiares y amigos que brindaron con esperanza después de un año profundamente difícil. Los cohetes quedaron en un segundo plano, en manos de aquellos que nunca terminan de entender o acatar las leyes y las disposiciones municipales.
Fueron, en términos concretos, festejos sin pirotecnia. Y la mayoría lo celebró con alegría.
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