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La Mañana abuela

La abuela de los pies descalzos que conmueve al norte neuquino

Amanda Aravena, de 91 años, ascendió el Cerro de la Virgen en Chos Malal en agradecimiento por la salud de su hijo que fue operado de columna. Ahora deberá cumplir un tratamiento oncológico.

El amor de una madre por sus hijos no tiene límites y no tiene edad. Una madre es capaz de arrancarse el corazón y ofrendarlo en sus manos para que a sus descendientes no les falte ni les pase nada. El amor de madre es único, maravilloso e infinito. Siempre pero siempre pondrá su espíritu luchador en beneficio de quienes más ama.

Esta es la historia de Amanda Aravena, de 91 años, quien días atrás con sus pies descalzos recorrió cada uno de los 1131 metros sobre el nivel del mar que ostenta el Cerro de la Virgen, el cual se encuentra a escasa distancia del centro de Chos Malal.

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Amanda Aravena, con su hijo y familiares.

Amanda Aravena, con su hijo y familiares.

El significativo sacrificio lo llevó adelante para cumplir la manda en agradecimiento por la salud de su hijo Luis Oscar, que fue operado de la columna el 25 de junio en el hospital Castro Rendón de Neuquén capital. Este fue el primer tramo de una compleja enfermedad que lo tiene como protagonista ya que a la par debió iniciar un tratamiento oncológico. La abuela Amanda siente una especial devoción por este hijo que hace 54 años la acompaña día y noche en las lejanías del paraje Cerro Negro, a unos cuantos kilómetros campo adentro de la localidad de Tricao Malal.

Cerro Negro, el escenario de su vida

La vida de doña Amanda no es muy distinta a cientos de mujeres que nacieron y crecieron en parajes alejados de todo signo de modernidad. Todo siempre fue y es difícil.

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Muchas veces las distancias no la perdonaron y se las tuvo que arreglar como fuera. Su sobrina nieta Angélica Aravena contó que “ella nació el 26 de abril de 1933 y su vida fue muy difícil siempre”. Comentó además que junto a su esposo Luis Yáñez le entregaron 15 hijos (6 mujeres y 9 varones) a este rincón del norte neuquino que queda muy cerca del paraje Leuto Caballo. Su amor de madre fue más allá y también bajo su amparo se criaron 4 nietos. Lamentablemente uno de ellos falleció por una enfermedad a los 9 años de edad. Según contó Angélica todos los partos fueron en su hogar y ella misma se los asistió, demostrando así un coraje y una valentía digna de admiración y respeto.

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La abuela toda su vida la transcurrió en el paraje Cerro Negro y en medio de esas soledades y carencias se dedicó a la crianza de animales y al desarrollo de huertas familiares para poder prodigarles el alimento de cada día a todos sus hijos.

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Ella se había criado en ese sitio en medio de 6 hermanos varones. Fue la única mujer. Y es la única que aún permanece con vida, todos sus hermanos mayores ya fallecieron. Casi siempre se la escucha repetir una frase que entre risas dice: “fui la última en venir a este mundo y seré la última en irme”.

Emprender como signo de vitalidad

Según contó Angélica Aravena, doña Amanda es una mejor emprendedora. Así la recuerda desde que tiene memoria. Siempre, a pesar de su edad, encuentra alguna actividad para hacer y desarrollar. “Yo creo que todos sus familiares hemos heredado algo de ella. Es una gran fuente de inspiración y siempre nos contagia su optimismo y perseverancia”, refirió la sobrina nieta. “Ella es tía de mi mamá. El padre de mi madre era su hermano ya fallecido. Ya todos sus hermanos varones fallecieron y quedó ella solita”, contó Angélica.

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Más adelante recordó la lucha de doña Amanda para criar a sus hijos. “Ellos consumían lo que cultivaban en la huerta. Su esposo en una época compraba telas en Chile y cuando sus hijos eran pequeños ella les hacía ropa cosida a mano y cuando nacían les daba leche de cabra y harina tostada. Fue muy triste su vida”, refirió con emoción. Luego indicó que “si bien está en un lugar único, lo triste es queda muy aislado de todo. Después de muchas gestiones le llevaron paneles solares donde pudo comprar una heladera y tener alimentos frescos y variados”.

Sin embargo mencionó que hasta ese entonces siempre se las supieron arreglar con lo que tenían a mano. Tanto es así que la abuela no tiene hogar de plan de vivienda provincial sino que cuenta con una casa que un cura párroco con la ayuda de la comunidad de Chos Malal logró levantar en su puesto del paraje Cerro Negro. Allí sus hijos y sus hijas fueron creciendo y “levantaron vuelo” para forjar sus propias familias. Y en ese contexto quedó un solo hijo y es quien hoy requiere de todos los cuidados y el amor de su madre.

En el nombre del hijo

Doña Amanda por las causas de la enfermedad de su hijo Luis Oscar debió abandonar por el momento su puesto en Cerro Negro y se encuentra viviendo en la casa de una de sus hijas que reside en el paraje El Alamito, a unos 20 km al norte de Chos Malal. Desde allí concurre a visitar y asistir a su hijo que se encuentra internado en el hospital de la ciudad recuperándose de su operación de columna y articulando su tratamiento con la enfermedad oncológica que también le toca atravesar.

Al ser consultada que significa doña Amanda para su extensa familia, Angélica expresó que “para mí la verdad que es un amor de persona y admiro su gran amor a su hijo que toda la vida estuvieron juntos, porque todos los otros hijos se casaron y formaron sus familias y él fue quedando y acompañándola a ella y al verlo que está atravesando este problema de salud decidió acompañarlo en todo”.

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Agregó que “primero se tuvo que operar de la columna y ahora tiene que trasladarse nuevamente a Neuquén por el tratamiento oncológico. Las quimios, los rayos, todo lo que significa eso. Para mi ella es un ejemplo de vida”. En cuanto a la salud del hijo, Angélica comentó que “el 3 de junio vino Rolando Figueroa a Chos Malal y como todavía no estaba resuelto el dinero para pagar la operación de Oscar ella se dirigió para hablar con el gobernador, el cual le dio una respuesta positiva y en conjunto con salud de la provincia se hicieron cargo de los insumos para la operación que tuvo un valor de 8 millones de pesos”. Al respecto en nombre de doña Amanda y de toda su familia agradeció el inmenso gesto del mandatario provincial.

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Es por todas estas cosas buenas que le han pasado en las últimas semanas es que parte de la familia acompañó a la abuela a cumplir su manda y subir el Cerro de la Virgen. Según contó Angélica el ascenso en medio del frio y del viento les demandó una hora con algunos de intervalos de descanso. “Ella tiene un estado de salud envidiable. No toma ningún medicamento. Solo es corta de vista”, cerró con orgullo Angélica.

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Por todo el amor ofrendado por esta heroica madre, la vida, Dios y el destino lo pueden bendecir con una larga y buena salud para el hijo que ha sido el “Ángel de la guarda” por siempre de doña Amanda. Que así sea.

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