Dos valientes nadadoras se sumergirán en las aguas gélidas de la Antártida por una causa mayor. Las asistirán un médico del hospital Castro Rendón y una coach.
Cerca del agua pero con los pies en la tierra, cuatro neuquinos se preparan para concretar una aventura extraordinaria: navegar en la Antártida y sumergirse en las aguas gélidas del continente más austral, con un propósito ambiental.
En realidad, las valientes nadadoras de esta historia son Cristina Ganem (arquitecta) y Carolina Modena (psicóloga social), quienes a su vez contarán con la asistencia clave de otras personas entusiasmadas y comprometidas con la iniciativa. Hablamos de un médico especialista del hospital Castro Rendón, Agustín Sánchez, y una coach ontológico profesional, Victoria Luc.
El equipo se completará con un fotógrafo documentalista, Sebastián Vereertbrugghen, el capital del velero y dos tripulantes más.
Cristina es una nadadora de 58 años reconocida por realizadas cruces épicos a nivel internacional como el Canal de la Mancha, Estrecho de Gibraltar y Estrecho de San Carlos (Malvinas Argentinas), entre otros. Su coequiper Carolina, de 49 años, se consagró campeona mundial en la Winter Swimming Word Cup que se realizó en el Lago Argentino - Glaciar Perito Moreno, en agosto de 2024.
Son nadadoras de aguas frías que se sumergen con traje de baño sin protecciones térmicas y están acostumbradas a nadar con hipotermia. Lo único que llevarán es protector solar para que no las queme el reflejo de las aguas y los hielos.
En febrero de 2025, realizarán una distancia de 5 kilómetros en aguas tranquilas y seguras de la Península Antártica con un propósito ambiental: concientizar para crear un área marina protegida, allí mismo donde los intereses de grandes potencias mundiales están arrasando con la fauna autóctona y el cambio climático es la mayor amenaza para la región y el mundo.
"Nadamos en la Antártida porque creemos que no podemos cambiar todo, pero podemos cambiar algo". Esa es la misión que abraza el equipo.
En una entrevista con LMNeuquén, hablaron de todo lo que implica vivir los sueños y concretar Brazadas Antárticas, un proyecto fuera de serie que documentará los nados en la Península Antártica para fomentar su conservación.
"De esta manera damos apoyo para generar un área marítima protegida en la Antártida a través del deporte y la actividad que nos gusta", expresó Carolina. Y Cristina sumó: "Es importante también que la gente común haga algo, por más chiquito que sea".
Cómo es la hoja de ruta
La hoja de ruta que van a recorrer iniciará en Ushuaia, Argentina, el primero de febrero. "Pasamos el pasaje Drake -calculamos que nos llevará una semana- y después vamos a estar navegando en velero unos 15 días todo lo que es la Península Antártica, una zona denominada dominio uno, que es la que se busca proteger. Nuestros nados van a ser en dupla o individuales... depende de las condiciones del clima que tengamos", contó Cristina.
Los nados en relevos buscan sumar metros y alcanzar objetivos con la división del esfuerzo. Cada nadadora le hace entrega de un elemento representativo del proyecto a la siguiente para habilitar el nado de la otra. "Queremos documentar 5 mil brazadas con un reloj. Si nos pasamos, mejor", agregaron.
Para lograrlo, se requiere de mucha planificación y preparación previa. Intentarán reducir los tiempos de exposición en las aguas gélidas a 12 minutos para garantizar un nado seguro. Cristina y Carolina están acostumbradas a nadar con hipotermia, por debajo de los 4 °C. Pero la temperatura ambiental de la Antártida puede condicionarlas sobre todo para la recuperación. "Esperemos que oscile entre los 0°C y 5°C", confiaron.
Serán varias zambullidas al agua, con una temperatura que puede oscilar entre 1°C y 3°C. Y lo más difícil, remarcaron, es afrontar la salida por el esfuerzo que necesita hacer el cuerpo para recuperarse.
La asistencia es clave
"Nosotras no podríamos hacer nada sin Agustín y Victoria (quienes se preparan para asistirlas)", manifestó Cristina. Son conscientes que necesitan ganar masa muscular y aclimatarse en Ushuaia días previos a sumergirse en las aguas gélidas de la Antártida. "Tenemos que llegar fuertes y en condiciones", advirtieron.
Victoria, la coach que acompaña, remarcó que "Carolina y Cristina son nuestra prioridad en esta expedición". Y Agustín, el médico especialista, agregó: "Planificamos un nado seguro". Esto es, cómo asistirlas, cómo deben hidratarse, cómo estar en el barco, cómo sacarlas del agua.
Hay que ver también qué depara el lugar, el clima, el oleaje. Lo más complicado, por así decirlo, es atravesar el pasaje Drake y no tentar al destino con la foca leopardo. "Después nadar con ballenas o pingüinos no representa un peligro", aclaró Cristina.
Prevén cinco zambullidas como mínimo a una temperatura de 1°C a 3°C. Cada exposición implica un esfuerzo corporal muy importante. Todo ello, con traje de baño y sin protecciones.
Parte de la odisea también implica preparar el cuerpo para navegar tantos días y convivir en un velero, ocho personas. El viaje llegaría a su término el 28 de febrero. "A nivel náutico es un montón llegar a la Antártida. Vamos a pasar por distintas bases donde no se permite pisar tierra, a menos que haya una emergencia. Por lo tanto, estamos pensando en otros puntos de apoyo como un helicóptero que parte de Chile", comentó Victoria.
Del primero al 28 de febrero, programan nados de 500 a 1000 metros con el fin de lograr el objetivo de las 5.000 brazadas en el transcurso de dos semanas.
Las motivaciones de cada uno
Mientras tanto, la pregunta obligada no se hizo esperar demasiado: ¿Cómo viven la previa a una aventura bisagra en sus vidas?
Carolina tomó la posta de la primera respuesta y dijo: "Con muchos nervios y ansiedad, pero muy entusiasmados. La verdad que es una aventura buenísima. Estamos muy enganchados con esto y a quién se lo contamos también nos brinda su apoyo. Creo que no solo vamos nosotros si no todos los que se suman desde acá. Somos personas comunes, trabajamos, nos entrenamos para esto y bueno, queremos hacerlo. Con nuestros propios recursos hacemos lo que podemos para visibilizar este lugar de paz, la Antártida, y lo que está pasando".
Por su parte, Cristina agradeció a Agustín y a Virginia "que creen en este proyecto súper ambicioso, que va a tener una repercusión mundial porque muy pocas personas pueden llegar a la Antártida haciendo este tipo de actividad física. Si bien es un deporte de riesgo, tomamos todos los recaudos necesarios para estar muy bien, el tiempo de nado lo acortamos un montón para llegar en buenas condiciones. Nuestro médico nos cuida y con Virginia también hacemos las prácticas de nado, de entrada y salida del velero, para recuperarnos bien".
Para Agustín "es un sueño". Confesó que "inmediatamente le gustó la idea, esto de combinar el deporte con la preservación del ambiente; y un desafío interesante desde el punto de vista profesional". Reconoció también que "pueden pasar cosas, pero tenemos que estar preparados" y destacó: "El equipo ayuda mucho. Estamos contentos". Mientras que Victoria comentó: "Que alguien te invite para hacer algo tan importante es sumamente motivador. Tengo que mimetizarme con ellas sin meterme al agua, así que muy entusiasmada y agradecida".
Cómo surgió la idea
Claramente, Cristina y Carolina venían masticando la idea hace bastante tiempo. Tanto es así que quisieron dar el paso años antes cuando fue la pandemia de Covid-19 y por la misma razón se truncó el proyecto. Fueron varias idas y vueltas, hasta que se dieron cuenta que ya tenían el velero. "Va a ser, entonces...empecemos a hacerlo", manifestó Caro.
La conexión con Agustín vino de la mano de Caro porque son compañeros de natación y a Victoria la conoció Cristina cuando visitó su local Océano Virgen, una cosa llevó a la otra y comenzaron a hablar de agua. Una porque nada en aguas frías, la otra porque tiene la pasión de navegar desde 2010 a la fecha.
Un párrafo aparte merece Rodolfo Werner, biólogo marino y conservacionista especializado en la preservación del Mar Patagónico, el Océano Austral y la Antártida. Los ayudó mucho desde su experiencia y conocimiento del lugar.
Cómo se puede ayudar
Finalmente hay que decir que de la expedición se desprenderá un documental. Es la idea. Por tal motivo, los protagonistas de este viaje con propósito ambiental apelaron a la solidaridad porque no tienen sponsors. Solo el velero implica un desembolso de miles de dólares. "Entonces las empresas y los que quieran colaborar, se pueden poner en contacto con nosotros como para ayudarnos a llegar bien con el proyecto", concluyeron.
Te puede interesar...
Lo más leído
Dejá tu comentario