La venezolana que se recibió dos veces de abogada: "Cuando sos migrante debés ser valiente"
La mujer no tuvo problemas en vender arepas en los colectivos para vivir, pero después puso todo su esfuerzo para volver a recibirse y ya ejerce en Neuquén.
Paola Poggio tiene 40 años, está casada y tiene dos hijas. En su Venezuela natal se recibió de abogada y aunque comenzó la carrera más para complacer a su familia que por vocación, al poco tiempo entendió que esos saberes le iban a servir para ayudar a muchas personas a defenderse de las injusticias. Cansada de la realidad de su país llegó a Neuquén y aunque primero trabajó de lo "que había", luego confirmó que necesitaba volverse a recibir de abogada para seguir detrás de la felicidad que le da su profesión.
La migración es un derecho de todos los seres humanos, y Paola y su familia lo tomaron luego de enfrentarse a muchas dificultades en Venezuela. Si bien ella trabajó en varios tribunales laborales de su país no estaba contenta con lo que pasaba y decidió emprender nuevos caminos que en 2018 la trajeron a Argentina.
Caminos que no fueron fáciles. Su título no tenía validez en el país por lo que esta nueva vida la encontró vendiendo arepas en los colectivos, mientras que su esposo, que es médico comenzó siendo recepcionista. Ella intentó revalidar su título pero era casi imposible, eran muy pocas las materias las que le reconocían, con lo cual se sorprendió al enterarse que sería casi empezar de nuevo.
Luego Paola ingresó a trabajar a un taller de costura, donde la explotaron cosiendo y bordando. "Yo entraba con la luz del sol y salía con la luz de la luna", recordó de ese trabajo donde encima la echaron. "Me dijo la que era mi jefa que vaya al Correo Argentino y envíe el telegrama de renuncia. Pensé esta gente se piensa que uno es tonta, y fui directo a la subsecretaría de Trabajo para hacer la denuncia", contó.
Trabajo de lo que sea
"Como todos los venezolanos que emigramos mi idea cuando llegué era trabajar en lo que sea. Haciendo lo que sea. Nunca había pensando en volver a estudiar abogacía", contó la mujer a LMNeuquén.
Luego de aquella denuncia logró que esa empresa le pague lo que correspondía por su trabajo y las horas extras. Después comenzó a trabajar como administrativa en la Universidad Católica de Salta (UCASAL), donde volvió a imaginar ser abogada, esta vez en Argentina.
En ese trabajo se sintió más cerca de su carrera, y más a gusto con su labor. Pero a los dos meses de estar ahí, su esposo logró revalidar su título y lo convocaron para ir a trabajar al Hospital de Chos Malal. "El cuerpo humano es el mismo en todo el mundo, pero las leyes pueden ser muy diferentes", dijo Paola, quien hasta ese entonces siguió a su marido y continuó con su profesión en el olvido.
Ya desde el norte de la Neuquén, Paola siguió en comunicación con la que era su compañera en la UCASAL, y fue ella quien le hizo una pregunta que retumbó en su cabeza: "¿Y si volvés a estudiar?". "Y me inscribí en la universidad", recordó la venezolana sobre la segunda vez que inició la carrera de abogacía.
Era el 2020 y en esa universidad ya se podía estudiar a distancia, de manera virtual, lo que le facilitó la reinserción educativa. Aunque para ella fue fácil, muchos conocimientos eran nuevos, pero otros no tanto.
Fueron años de mucho esfuerzo, se pasaba muchas horas estudiando en su casa y luego se iba hasta la sede de Cutral Co a rendir los finales. "La carrera son cinco años, pero yo la hice en 4, porque me mataba. Ellos tienen la posibilidad de que puedas adelantar materias, así que yo metía todas las que podía", recordó la mujer, quien en julio de este año se convirtió por segunda vez en abogada.
Esta venezolana ya se matriculó en Chos Malal y puso su propio estudio donde se dedica a derecho laboral, ART, familia, divorcios, herencia, propiedades, bienes, defensa al consumidor, incumplimiento de contratos y alquileres. Está ubicado en pleno centro de Chos Malal, en General Villegas 166.
Amor por Argentina
"Siento que en Argentina sí hay justicia y sí se respetan las leyes, en Venezuela es una locura, a mi me llamaban y me decían que no podía llevar tal caso porque era algo político. O por ejemplo yo veo que aquí la gente está molesta con algo y cierra una calle, en mi país no podés hacer eso porque te matan, allá la represión y la violación de los derechos de la gente es muchísimo mayor", consideró la mujer.
Esta migrante tiene muchos planes para su futuro, quiere hacer hacer valer su experiencia en derecho laboral y poder defender a muchos neuquinos que la necesiten.
"Cuando uno llega a un país con una mano adelante y otra mano atrás, piensa que el mundo se le viene encima, que tomó una mala decisión. Te juro que yo hasta en mi tercer año de la carrera pensaba en renunciar porque sentía que me faltaba un montón. Yo aquí cursé 46 materias y por momentos no sabía qué estaba haciendo con mi vida", describió la mujer que admitió que muchas veces quiso dejarlo todo.
Paola está más que feliz con no haber abandonado y haber ido detrás de sus sueños ya que dijo que a veces muchas personas por la comodidad de estar en un trabajo seguro, aunque no les guste, se quedan aguantando por un salario. "Pero uno tiene que ser valiente, yo entendí que cuando tú emigras además de muchas cosas, lo único que te queda es ser valiente con lo que venga", convocó.
Para esta venezolana que vive en Neuquén "la vida es muy corta para hacer las cosas que a uno no te gustan" y por eso se esforzó para recibirse por segunda vez de abogada y poder defender las causas justas para las que ella se siente capaz de poder ayudar. "Obviamente que yo cobro por mi trabajo pero a mí me gusta lo que hago, a mí me gusta la abogacía, no quería terminar vendiendo arepas en el colectivo o simplemente quedarme de ama de casa", aseguró.
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