Las cámaras de seguridad, el delito y el acceso a la información
Las cámaras de seguridad generan una suerte de efecto disuasivo, pero el delito no deja de seguir existiendo. Lo que hay que cambiar es la ecuación social.
De fondo, la tele está en YouTube, aprovechando el valor agregado que ofrece el on demand, escucho al presidente Javier Milei en una entrevista con Alejandro Fantino repitiendo su frase preferida “no la ven y no me puedo enojar con un tipo que no la ve. Si es corto, es corto”.
Y la verdad es que la frase es fantástica para mi columna porque también se puede extrapolar a Neuquén a la hora de explicar el fenómeno de las cámaras de seguridad.
La semana pasada a días del crimen de nuestro colega Juan Caliani, asesinado a puñaladas en el patio de su casa durante un intento de robo, se inauguró un centro de monitoreo y se sumaron más de 1600 cámaras, 500 puntos de monitoreo y más operadores.
Leer en detalle el párrafo anterior obliga a hablar de seguridad/inseguridad, el debate de las cámaras de seguridad en el espacio público fue algo de fines de la primera década de este siglo y ya no tiene sentido. La ciudadanía entregó la privacidad a cambio de seguridad y pese a ello, te pueden matar hasta en el patio de tu casa.
Más cámaras no implica más seguridad
Hay que ser realistas. Las cámaras a los fines de la seguridad son un elemento más de disuasión junto con los móviles policiales haciendo rondines, las rejas, las alarmas, las concertinas y los perros.
Pero por mas que se ponga una cámara por esquina hay que contemplar el contexto: pobreza del 60 por ciento, un promedio de dos kioscos de venta de droga por barrio y cientos de pibes adictos.
La ecuación social es la que hay que cambiar, más cámaras solo sirven para disuadir un poco, perseguir e identificar delincuentes. El delito va a seguir existiendo y escalando y si no la ven, no la ven.
El valor de la información pública
Un dato interesante que se puede aprovechar a la experiencia de otras ciudades del mundo. Londres es la ciudad con más cámaras del mundo y ello llevó a la que la Policía y gobierno desarrollen en conjunto un mapa del delito que está abierto al público. Es decir, las personas pueden acceder al mapa, ver qué zonas son más calientes y los horarios.
Pero además, de mantener prevenido al ciudadano, permite establecer los valores inmobiliarios de las zonas por lo que los dueños pasan a involucrarse en forma directa en materia de seguridad.
Y el gobierno aporta un dato muy particular que es la valoración de las escuelas de acuerdo al rendimiento académico que tienen sus alumnos. Toda información pública.
Ejemplo: usted busca departamento o casa para su familia, entra al mapa y puede observar en qué zona le conviene alquilar y si tiene chicos, el nivel de las potenciales escuelas. Vio que importante es que exista no solo en los papeles sino en la realidad la información pública o mejor dicho con acceso al ciudadano. Acá en Neuquén, hasta los integrantes de la Magistratura se quejan de que el Tribunal Superior de Justicia no les brinda información. ¡El colmo!
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