Son mujeres jóvenes y madres orgullosas de su trabajo durante la jineteada en la Fiesta del Chivito.
En la Fiesta del Chivito, una de las celebraciones más importantes de la región del Alto Neuquén, las pilcheras fueron fundamentales para el buen desarrollo de las competencias de jineteada. Romina y Milagros se encontraron con el desafío de tomar las riendas de una tradición con el deseo de que más niñas y mujeres se involucren.
"Es la primera vez que hago este trabajo", dijo Romina a LMNeuquén. A sus 20 años fue la pilchera más joven de la jineteada y explicó "las pilcheras llevamos los bastos y encimeros de los jinetes hasta abajo del mangrullo, para que los busquen antes de entrar a la pista".
Es un trabajo que requiere de mucha destreza y pocas personas saben de su valor. Ambas jóvenes tienen una fuerte conexión con el campo gracias a su familia y dejaron un gran mensaje de compromiso para que las tradiciones crezcan.
Mamá a caballo
Para Milagros, ser mamá de Cataleya de 10 meses no fue un impedimento para vivir su pasión por las jineteadas y se abrió espacio en un ámbito mayormente masculino: "Por ahí muchas veces se nos deja de lado por ser mujeres, pero acá nos dieron un lugar, por eso destaco el compañerismo que hay, sobre todo nos ayuda y nos integra".
Ser pilchera y cuidar a una beba es todo un desafío, pero pudo hacerlo durante dos jornadas completas de la jineteada en la Fiesta del Chivito: "Me tuve que hacer un tiempito para poder dar el pecho, pero es bien lindo que esté acá conmigo" señaló a LMNeuquén durante la espera en la ronda de basto con encimera.
La joven de 27 años contó con orgullo que es nacida y criada en Chos Malal y comenzó a montar caballos hace 20 años como parte de un legado familiar: "Apenas mi papá veía que podíamos montar un caballo, nos subía, siempre tomando precaución y desde los 7 años que anduve sola, por eso mi papá después siguió enseñándole a mi hijo y ojalá siga con mi nena".
El trabajo de las pilcheras
El rol de las pilcheras es clave para la organización de las competencias de jineteada. Ellas deben estar en constante movimiento al rayo del sol, asegurándose de que todo esté preparado para los jinetes antes de cada entrada. Luego de la salida se acercan a los caballos para recuperar los elementos.
El domingo después de amamantar a su hija alrededor de las 2, Milagros y su compañera siguieron de pilcheras para trabajar durante las siete montas del broche de oro. Fue una jornada larga al rayo del sol, pero estaban contentas de entretener a toda la gente que presenciaba las destrezas.
"Este trabajo tiene muchos desafíos, porque uno nunca sabe como va a reaccionar el animal, se vive con adrenalina, pero es lindo", recalcó la chosmalense montada a su caballo y precisó que el momento más tenso es en la manga: "Encerrar a cada caballo reservado es un desafío, hay tener cuidado con las patadas, que no te atropelle, al estar arriba del animal se limita más".
Mujeres de campo
Durante la jineteada de la Fiesta del Chivito, Romina, la joven pilchera de Chihuido está acompañada de sus amigos y compañeros de la carrera de educación física. Sus padres le dejaron el caballo el viernes por la noche y tuvieron que volver al campo a cuidar a los animales. "Mi papá es nacido y criado en el campo, en Chihuido, y él me enseñó muchas cosas" dijo y agregó, "me gustaría experimentar ser jinete en el futuro, porque hasta ahora solo hice jineteada de ternero".
Para ella, la confianza en el animal es esencial para lograr una buena conexión y lanzó recomendaciones para quienes están comenzando a cabalgar: "Lo primero que les diría es que tengan confianza, porque los caballos sienten cuando una persona tiene miedo y lo más importante es empezar con uno que sea mansito y que alguien te enseñe, así de a poquito se va aprendiendo".
En tanto, Milagros, mencionó que le gustaría que su hija viva en el campo: "Ojalá que nunca se muera la tradición porque si no lo seguimos nosotros, yo creo que esto se va a perder". Su familia fue a acompañarla: "Vino mi mamá, mis tíos, el papá de la nena, y a mí me ayuda siempre mi tío Ariel Bascuñán que se encarga de tusar, herrar, poner en condición de los caballos, mantenerlos, y fueron meses con reuniones de trabajo".
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