Perdió a su esposo en pandemia. Está sola con la adolescente, que padece una grave enfermedad. Un inesperado gesto solidario la emocionó.
Alejandra camina con la canasta y la bandeja de alfajores de maicena al rayo del sol por Cipolletti. Ofrece a los vecinos que se cruza por la calle el producto dulce que ella misma elaboró e ingresa a todos los comercios que ve abiertos. Le compra el que puede, respira aliviada y saca cuentas cada vez que concreta una nueva venta.
“Nos faltarían…”. Es una madre desesperada que el viernes parte por enésima vez con su hija Daniela, de 16 años, que padece síndrome de West (encefalopatía epiléptica de la infancia), rumbo al Hospital Garraham y notó que no le iba a alcanzar con el dinero, que se quedaría corta para los gastos de la comida en Buenos Aires.
Entonces, ante la necesidad, no dudó en ponerle el hombro una vez más a la delicada situación, salir a "patear" y ofrecer esas delicias para juntar plata. Por suerte, este martes aparentemente y casi de manera azarosa, llegó la solución a través del valioso gesto de un conocido vecino del mundo de la política que se comprometió desinteresadamente a resolverle el problema económico inmediato.
Vendía alfajorcitos, entró a un lugar y se llevó una sorpresa
“Andaba vendiendo alfajorcitos y pasé por la empresa de transporte Tortoriello y me dejaron ingresar para vender. Justo estaba Aníbal (Tortoriello) en su oficina, le comenté mi situación y me dijo que me quede tranquila, que él se iba a encargar”, destaca la buena acción del reconocido vecino y diputado nacional.
Con un tanto de tímidez agrega: “No sé si hago bien en contarlo, espero nadie se moleste, pero hay que ser agradecida en la vida”.
Se maneja sola. En la calle y en la cruel y desleal lucha con su hija. Es que “vine hace 5 años del Norte soñando con un futuro mejor y acá perdí a mi marido, Gustavo, quien falleció a los 41 años en pandemia. Él sufría asma y no pudo zafar; un dolor enorme porque tenía todo por delante”, lamenta y se le hace un nudo en la garganta.
Se quedó a pelearla en Cipolletti
“Igual me quise quedar acá a pelearla. Y mucha gente me ha ayudado un montón, desde la Municipalidad, a los negocios. Es que estamos teniendo que viajar muy seguido a Buenos Aires con Dani, el último año fuimos todo el tiempo”, explica esta luchadora que no sabe de dónde saca fuerzas.
Luego repasa el duro cuadro de su hija. “A los 8 meses le diagnosticaron este síndrome, para que la gente lo entienda más fácil, se le abrió la telita que cubre su cerebro, así que le hacen implantes de células en el Garrahan”, comenta mamá coraje.
Claro que no hay bolsillo que aguante, pese a la ayuda ajena, ante tantos traslados y visitas forzadas a la Capital Federal. “Esta vez necesitábamos más que nada para la comida. No sé cuantos días vamos a estar, tenemos fecha de ida sin fecha de vuelta porque eso lo disponen los médicos. Ella -por Daniela- no puede viajar en avión, así que es todo un tema”, agrega Alejandra.
Tras este respiro que encontró "en la generosidad de Tortoriello", resalta que al menos “voy a dejar de andar en la calle, estoy bastante aliviada”. Y, por las dudas, avisa con su bajo perfil: "No me gusta abusar, por eso prefiero no dejar cbu ni nada de eso, ya conseguí lo que necesitaba por lo pronto".
"Daniela está bien, el tratamiento funciona"
La mujer habitualmente prepara viandas: “hago ventas de comidas, cosas dulces”. Y ahora, paradójicamente, se le había complicado juntar la plata para los alimentos.
Por último, celebra que Daniela “está bien, funciona por suerte el tratamiento. Mi hija tiene retraso madurativo, problemas de comunicación, no habla. Pero yo que haya avanzado un poquito lo tomo como un gran logro”, finaliza esta guerrera. No es para menos.
Y pensar que a veces las personas se hacen problema o mala sangre por pequeñeces comparadas con casos como el de Dani y su heroica mamá Alejandra. ¡Suerte y buen viaje, chicas!
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