La bajada hacia los pozones se encuentra ubicada en un barranco sin protecciones y no hay acceso directo para rescates ni posta sanitaria diaria.
Enclavada en el corazón de Neuquén, la Villa Meliquina es un pequeño pueblo que cautiva a los visitantes con su espectacular entorno natural. Uno de sus principales atractivos son los pozones de agua cristalina formados por el río Caleufú, cuyas corrientes son tan imponentes como peligrosas.
Este lugar, de singular belleza, también plantea serios riesgos debido a su compleja geografía y falta de infraestructura adecuada. Ubicado a unos 50 kilómetros de San Martín de los Andes, Villa Meliquina es accesible por la ruta provincial 63. Este camino de ripio, rodeado de pinos, montañas y paisajes de ensueño, lleva hasta los pozones del Caleufú, un sitio que parece salido de otra época.
El río, que nace de la unión del Meliquina y el Filo Hua Hum, ha moldeado el paisaje con una erosión que recuerda a la prehistoria, creando profundas cavidades, túneles y formaciones rocosas únicas. Sin embargo, llegar hasta estas maravillas naturales es una verdadera odisea.
Villa Meliquina es un destino que combina lo sublime con lo peligroso. Si bien su singular geografía y la majestuosidad de sus paisajes la convierten en un lugar inolvidable, la falta de infraestructura y medidas de seguridad plantea una problemática urgente.
Quienes se aventuran a este paraíso natural deben ser conscientes de los riesgos y actuar con responsabilidad para evitar accidentes en un entorno tan hermoso como desafiante.
La falta de infraestructura, una gran problemática
Marisa Maciel, enfermera responsable de la Posta Sanitaria de Villa Lago Meliquina, explicó que los visitantes deben enfrentarse a un barranco que puede tener entre 30 y 70 metros de altura. "Para bajar hasta el río donde está el cajón, la gente desciende con una inclinación de 70 grados, agarrándose de las plantas y haciendo rodar piedras, con el riesgo de sufrir una caída", relató en diálogo con LMNeuquén. A esto se suma la falta de medidas de seguridad: no hay barandas, escaleras, ni señalización que indique el peligro o facilite el acceso.
Según Ricardo Herrero, vicepresidente de la Asociación Villa Lago Meliquina, esta situación representa un peligro tanto para los visitantes como para los rescatistas. "No hay un acceso directo para que personal de salud o bomberos puedan llegar a realizar rescates de manera adecuada", advirtió. Esto convierte a cualquier emergencia en un desafío logístico, agravado por la distancia entre los servicios de auxilio y el lugar.
La posta de los guardaparques, el único sitio con comunicación para pedir ayuda, está ubicada a unos 5 o 6 kilómetros del lugar. Desde allí hasta la posta sanitaria hay otros 15 kilómetros por una ruta de ripio plagada de baches, piedras y polvo, lo que dificulta enormemente el traslado. "Es un riesgo altísimo para cualquier visitante que pueda tener una urgencia o necesidad de atención", enfatizó Maciel.
A pesar de los riesgos, la Villa Meliquina sigue atrayendo a una gran cantidad de turistas, especialmente en verano. Las personas llegan en vehículos que estacionan a 200 o 300 metros del barranco y luego se aventuran a bajar hasta el río. La belleza del lugar, con sus aguas cristalinas y su entorno natural único, contrasta con la imprudencia de muchos visitantes que no toman precauciones mínimas.
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