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La Mañana Junín de los Andes

Se fue a vivir a Junín de los Andes, el Vía Christi transformó su vida y descubrió en su trabajo la fe

"Muchas veces yo percibo algo tan inexplicable en este lugar, lo puedo sentir en el cuerpo". Vanina encontró donde menos lo esperaba, el lugar que la salvó. Un parque en medio del bosque, que recrea con una visión muy controversial la vida y resurrección de Jesús.

Vanina habla de la vida de Dios y se ilumina. Su fe y su pasión traspasa a través de sus manos, que acompañan con cada movimiento su relato, también de su cuerpo atravesado por una energía inexplicable, y de sus ojos que reflejan la emoción de alguien que se transformó. Su conexión y crecimiento espiritual llegó sin buscarlo, y hasta casi sin querer aceptarlo. Las vueltas de la vida la llevaron hasta el Vía Christi, un parque construido en medio del bosque neuquino, que recrea con una visión muy especial la vida y resurrección de Jesús. Un imponente espacio, rodeado de gigantes esculturas y enormes árboles, con una energía tan especial como ella.

“Lo que me pasó a mí con el parque fue algo muy particular a nivel personal, empecé a conocerme y replantearme tantas cosas, me di cuenta que no solo le había pasado a Jesús, sino que sentía un vínculo con mi propia vida. Fue una época de mi vida donde estaba pasando un mal momento, fue un salvavidas en un momento fuerte emocionalmente”, afirmó desbordada de emoción.

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Así vive Vanina González cada día en cada jornada de trabajo en el Vía Christi, "Camino de Cristo", un parque temático de 2 kilómetros situado en la ciudad de Junín de los Andes, que recuerda los momentos destacados de la vida de Jesús representadas en 23 estaciones. No se trata de un espacio religioso como el que hay en otro lados, sino de un lugar- poco ortodoxo y hasta polémico para los sectores más conservadores del catolicismo- cargado de una energía muy particular, donde hay un fuerte mensaje plasmado a través de elementos y representaciones de la tradición católica y mapuche, realizadas por el arquitecto y escultor Alejandro Santana.

“Yo me encontré hablando de fe, me encontré a mí en la historia que cuento. Más allá de todo es una búsqueda propia, yo me veo a mi ahí. Es algo tan propio, tan de la carne que el haberme hallado a mí en ese camino”, aseguró a LMNeuquén.

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Vanina tiene 35 años, hace 13 años se mudó desde Neuquén capital a Junín (junto a sus padres y su hermana menor), y hace 11 que trabaja como guía del parque. Llegó a la localidad cordillerana en busca de un cambio de vida, lejos de la ciudad, en un momento que atravesaba una difícil situación tras un accidente laboral que la dejó sin trabajo.

Vivía en pleno centro neuquino cuando delincuentes quisieron entrar a robar cuando ella estaba sola en la casa, fue ahí cuando sus padres tomaron la decisión que ya venían evaluando hace tiempo y decidieron irse a la cordillera. “Decidí irme igual pero siempre con la intención de independizarme, cuando llegué no fue fácil, no conseguía trabajo, repartí muchos currículums y en un momento inesperado surgió la posibilidad de ingresar a la Municipalidad en el área de turismo, donde después de varias veces de insistir me contrataron”, contó.

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Un duro desafío que se convirtió en su salvavidas

Fue en agosto del 2014 cuando pisó por primera vez el Vía Christi, fue todo un desafío porque ella no conocía nada sobre la vida de Jesús. Si bien fue bautizada cuando era chica, el resto de mi vida nunca tuvo relación con la religión. “Me gustó el desafío de tener que aprender, era mucha información y fue muy desgastante al inicio, porque me dieron toda la información para aprender y estuve siempre con el apoyo de una compañera que me guió un montón, yo siempre que salía en cada guiada con ella iba absorbiendo más contenido”, recordó.

Su nuevo lugar de trabajo fue sin duda muy diferente a lo que pensaba o imaginaba, le demandó mucho tiempo de lectura y con el paso del tiempo solo tenía más preguntas. Fue por eso que decidió empezar a estudiar la biblia, buscó a quienes pudieran acompañarla espiritualmente: “Tuve que empezar a incluirle a mi vida hechos que desconocía y mensajes que hasta el momento no entendía”, indicó.

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Fue necesario contar con un asesoramiento, además de varias experiencias con algunos sacerdotes y religiosas. “Todo lo hice por cuenta propia, ir a golpear puertas a buscar respuestas. Fue una búsqueda, porque la mayoría de mis compañeros que trabajan allí llegaban con una base y un vinculo con la religión. Para mi era empezar de cero, hasta recuerdo que en un momento tenía un anillo que tenía grabada el padre nuestro porque yo no lo sabía, las primeras épocas fueron muy difíciles y pensé mas de una vez en tirar la toalla”, reconoció.

Es que el parque que tiene una extensión de 2 kilómetros recuerda los momentos destacados de la vida de Jesucristo representadas en 23 estaciones con figuras imponentes, pero además conjuga elementos de la tradición católica, de pueblos originarios y de antiguos criollos. Varios de los pasajes se inspiran en la vida de la beata Laura Vicuña y Ceferino Namuncurá.

Este es el lugar que Vanina recorre hace más de 10 años, donde ha guiado a miles de turistas en un recorrido de al menos dos horas por las distintas estaciones, relatan diferentes historias de la humanidad, religiosas y de culturas ancestrales. Y un tramo de ascenso más exigente camino sinuoso lleva hasta la increíble obra del Cristo Luz, ubicada en la cima del parque a más de 700 metros de altura sobre el nivel del mar.

“Cuando estoy en el parque no es solo lo que yo cuento, sino que la gente me comunica sentimientos, se muestran tan humanos, con todo lo que nos pasa. He visto a mucha gente hacer catarsis, y esos hechos de vida que uno escucha y conoce, son cosas que te atraviesan. Todos estamos conectados desde algún lugar, por una cosa u otra. Yo me encomiendo a Dios en cada guida a poner las palabras adecuadas en mi boca”, confesó.

Vanina reconoce que el parque la acercó a la fe y a una espiritualidad- que hasta el momento era desconocida para ella- pero lejos de las tradiciones que impone la Iglesia como institución. “Yo respeto todo pero hay muchas cosas de la Iglesia con las que no concuerdo y las que voy a chocar siempre, pero a Jesús lo siento en mí”, dijo.

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Y señaló que “Espiritualmente fue un crecimiento increíble y una búsqueda. Yo no me reconocía como católica, fueron muchos años de tener la sensación de querer saber más, fui por muchas personas y en cuestiones espirituales hablé con muchas personas de distintas religiones, con distintos puntos de vista. Yo no sabía dónde encajaba yo, fue una búsqueda muy amplia y después de 10 años reconocerme como tal, fue una construcción propia, personal, espiritual bastante grande”.

Vanina aclaró que por varias cosas que estaban pasando, donde no dormía bien, tenía ansiedad y problemas de insomnio, esta conexión “Me fue equilibrando y fui haciéndomelo propio cada vez más. Es tan lindo cuando podés dedicarle a tu vida a algo que disfrutás”.

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Cualquier persona que la ve puede percibir en Vanina una conexión especial con su trabajo, algo encontró allí y eso la traspasa. “Es que el grupo de artistas ensambló todo tan perfecto en este lugar, está todo tan conectado y lo mas lindo es cuando uno lo hace propio, se encuentra otro sentido como me pasó a mí. Yo me lo apropié, yo descubrí que el parque era mi pasión, muchas veces yo percibo algo tan inexplicable cuando hablo del parque, lo puedo sentir en el cuerpo, hasta en lo más interno siento una sensación tan difícil de explicar”, afirmó.

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