El desentierro del diablo, las ramitas de albahaca, la música y bebidas, todo lo que hay que saber sobre el festejo.
Miles de jujeños y turistas celebraron este sábado el inicio del denominado Carnaval Grande y desenterraban al mítico Pujllay, el diablo de la alegría al que se le da riendas sueltas durante nueve días para que contagie su espíritu transgresor.
Son días de puro festejo y algarabía en toda la provincia, pero en la Quebrada de Humahuca es donde el Carnaval se vive con más intensidad, con una particular simbiosis entre tradición, baile y música alegre, totalmente alejado de las preocupaciones cotidianas. La celebración comenzó en el pueblo de Uquía como uno de los epicentros gracias a su tradicional "Bajada de los Diablos" desde el cerro Blanco.
Rostros cubiertos de talco, ramitas de albahaca en orejas, tiras de papel serpentina convertidas en collares, coloridos gorros de fieltro, lluvias de espuma nieve y múltiples disfrazados de Pujllay formaron parte, una vez más, de las clásicas postales, que empezaron a replicarse desde el sábado al mediodía.
Como cada año, se observaron colmados los poblados más característicos de la Quebrada y la Puna jujeña, entre ellos, Humahuaca, Tilcara, Uquía, Abra Pampa y La Quiaca, a los cuales se llega por la ruta nacional 9, que registró un éxodo de autos y de servicios especiales del transporte desde las primeras horas de este sábado.
En la capital jujeña, una de las convocatorias más importantes se reeditó en el predio abierto denominado Ciudad Cultural, ubicado en el acceso norte a la ciudad, donde centenares de familias y grupos de amigos optaron por desenterrar al Pujllay en el carnavalódromo, espacio patrocinado por el grupo jujeño Los Tekis y el gobierno provincial.
Desde las 15 horas, bandas de música locales fueron dando sonido al festejo, entre ritmos carnavaleros y cumbia norteña. El punto de encuentro no tardó en colmarse de miles de personas, tanto jujeños como visitantes llegados de distintos lugares del país.
Poco antes de las 18.30 comenzó el esperado ritual, en un mojón que fue rodeado por múltiples disfrazados de diablos, siendo la tradición primeramente alimentar a la madre tierra (la Pachamama) con bebidas alcohólicas, gaseosas, coca y cigarrillos, para que dé permiso y sea generosa con los festejos.
Desenterrado el Pujllay, representado por un muñeco, los disfrazados fueron desatando el baile entre todos los presentes al son de instrumentos autóctonos y del tradicional ritmo carnavalero. Lluvias de nieve y talco matizaron el nublado paisaje, hasta que el grupo Los Tekis terminó por brindar un repertorio lleno de carnavalitos, huaynos y sayas, cerrando el carnavalódromo.
El desentierro del diablo significa el inicio de una agenda que durante la semana, principalmente en poblados del norte jujeño, incluye a múltiples comparsas que saldrán a las calles para compartir música y tragos típicos como la frutal saratoga y la sangría, durante el día, y bailes carnavaleros por la noche.
El festejo continuará este domingo, lunes y martes, cuando tenga lugar el "Martes de Chaya" para el miércoles 22, iniciar las celebraciones de "Carnaval Chico", una sucesión de festejos hat finalmente enterrar el carnaval hasta el próximo año.
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