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Pinot Noir de la Patagonia: la región es una usina de nuevos estilos

Representa el 19 por ciento de la variedad en el territorio argentino. Plantado en diversos terroir, ofrece condiciones singulares y algunas novedosas.

POR JOAQUIN HIDALGO / Especial

Es un pinot noir, claro. Pero a diferencia de los que ya conocemos, este que gira en la copa ofrece una acidez tan elevada que hace rechinar los dientes después de beberlo. ¿En aromas? Los típicos de la variedad: frutilla, algo terrosos, de rica intensidad. Hablamos de un tinto cuyas uvas fueron cosechadas en Trevelin, Chubut, hoy uno de los puntos más australes en materia de pinot.

En el video que vemos en la pantalla del celular –estábamos en la Expo Vinos de la Patagonia, que tuvo lugar en Buenos Aires el jueves pasado– la imagen es demoledora: vendimia 2018, las viñas con las uvas colgando envueltas en una coraza de hielo, de los alambres cuelgan carámbanos, bien al fondo se ve el riego por aspersión activado. “Tenemos un promedio de 30 heladas durante el ciclo productivo”, afirma Sergio Rodríguez, propietario de la casa Nant y Fall, y agrega: “Algunas pueden durar varias horas, con temperaturas de -5 o -7. La única forma de combatirlas es congelando el agua que rociamos y formando una suerte de iglú para las uvas”.

Así de extrema puede ser la vitivinicultura a una latitud 43º sur y a escasos 18 kilómetros de la frontera con Chile. Comparado con el clima más soleado y riguroso de la Patagonia Norte, a 39 de latitud sur, en torno a San Patricio del Chañar, los viñedos de Chubut parecen realmente extremos. Como Nant y Fall hay un puñado de otros productores pioneros en la región. En la misma sintonía, pero elaborado en el Hoyo de Epuyén, Familia de Bernardi propone un rico ejemplar.

Estos son de los primeros vinos que llegan al mercado, aunque tan a cuentagotas que no es fácil hacerse de una botella. De hecho, la mejor manera de adquirirlos, aún, es visitar las chacras. Como el modelo de negocio está planteado a partir del turismo, las 2 y hasta 4 hectáreas que cultivan en la zona alcanzan para producir el vino que venden ahí mismo. ¿El precio? Puede ascender a 650 la botella.

Más al sur, en Capitán Sarmiento y entre los lagos Musters y Colhue Huapi, también cultivan pinot noir, pero a otra escala y apuntan a la elaboración de espumosos. De este proyecto del empresario Alejandro Bulgheroni hemos probado un pinot noir que ofrece buena madurez y rica frescura. No tiene línea comercial aún.

Los pinot del norte

Mientras que el costado austral de la región reporta las novedades más sonantes, al norte, en los oasis encadenados por el río Neuquén y Negro, las cosas no están quietas tampoco. En El Chañar, por ejemplo, una región entre moderada y cálida, las nuevas plantaciones trepan a la barda buscando diferenciar el suelo para encontrar condiciones ideales. Como allí los estratos no están plegados y por ello no perdieron su orientación horizontal, trepar la barda para plantar implica también cambiar la edad de los suelos y su composición.

Sobre esa línea trabajan, por ejemplo, bodegas como Familia Schroeder y Fin del Mundo, apalancados por la Universidad del Comahue para la investigación. Mientras que la primera explora decididamente esos suelos para la línea FIN, la segunda también apuesta por nuevas tecnologías. “Hicimos una bodega dentro de la bodega para la elaboración de pinot noir, con tanques abiertos y chicos, de forma que trabajamos de manera completamente distinta este varietal”, afirma Roberto Schroeder. Según sus cálculos, el varietal hoy representa el 30% de todo lo que produce la bodega –incluye los espumosos– y ofrece tres niveles de precio: Saurus, Saurus Patagonia Select y Saurus Barrel Fermented, cuya vendimia 2016 y 2017 está en la calle. ¿El modelo? Pinot frutales de frescura moderada y paso cordial con textura tersa.

Hacia el oeste, en cambio, siguiendo el río Negro, despuntan los productores clásicos como Humberto Canale, que apuesta con viñedos antiguos para su línea Old Vines, del que el Pinot Noir 2017 es una seda, y otros, como Del Río Elorza y Aniello, del que nos gustó particularmente 006 2017, tirante. También destaca Barda 2017, de bodega Chacra, inspiración para todos los otros productores en un modelo de tensión y frescura.

En la región, sin embargo, hay otros buscando su camino bajo el sol de la Patagonia norte. Curioso es el caso de Rivus, en Darwin, que elabora unos atrevidos vinos naturales, cuyo pinot noir ofrece el sabor de un vino en fermentación. Una curiosidad.

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Con cultivos entre los paralelos 38º y 45º, y con altitudes en torno a los 300 metros, la región ofrece hoy una usina de estilos para la variedad. Mientras que con 387 hectáreas representa el 19% del pinot noir argentino (Neuquén sólo es el 11%, con 233 ha), los viñedos más australes proponen modelos de sabor basados en la frescura y en una fruta menos madura.

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