Don Asunción zafó de la muerte tras una explosión
Una fuga de gas voló la pequeña habitación en la que vive en su chacra de Picún Leufú. Aseguró que su pacto con Dios sigue vigente.
Don Asunción Ávalos, padre de Sergio, el estudiante de la UNCo que desaparecieron en forma forzada del boliche Las Palmas el 14 de junio de 2003, zafó de morir en un accidente hogareño.
Es algo muy particular y místico lo de don Aválos, porque a sus 89 años sigue luchando con una integridad admirable. No se le conoce ni una declaración agraviante, pese a que en su situación sería entendible, jamás optó por ese camino, es muy medido a la hora de hablar.
Tras el accidente habló con LMN donde brindó algunos detalles y refrendó su pacto con Dios.
La explosión
El pasado sábado 24 de junio a la tarde, don Asunción estaba en la habitación, de tres por tres, en la que vive en su chacra de Picún Leufú.
Esa chacra se llama Conesfe (Constancia, esperanza y fe). Es la misma donde había planeado con Sergio, que una vez que se recibiera de administrador de empresas en la UNCo, potenciarla para que fuera el sostén de la familia.
Lo cierto es que a sus 89 años Asunción prefiere estar ahí en soledad y haciendo distintas tareas para mantenerse lo más fuerte posible pese a la maldita biología y consabido final.
“Había cambiado la garrafa de la cocina y me puse el agua a calentar para ir tomando unos mates. La otra garrafa la dejé al constado”, recordó Ávalos.
Lo que no advirtió Asunción es que había una fuga que fue concentrando el gas en la pequeña habitación.
“La explosión fue fuertísima. Me tiró al suelo. Sentí un ardor en la espalda y creí que me estaba quemando por lo que me giré en el suelo para apagar las llamas, después me di cuenta que no me había quemado. Habrá sido la sensación del sacudón”, explicó Asunción.
Pero ahí no terminó el drama. “Después de la explosión se me vino todo encima. Cuando me pude levantar entre los escombros estaba parte del cielo raso partido, una de las paredes se rajo y separó de la otra. Desde el suelo atiné a apagar la hornalla y después la garrafa. La explosión no fue porque haya reventado la garrafa sino por la acumulación de gases”, estimó el papá de Sergio.
Tras semejante situación, Asunción se muestra realmente aliviado, no solo por seguir con vida sino por la reacción que tuvo en ese momento.
“Lo que rescato de esto es que a esta edad reaccioné bien. No tuve miedo, estuve tranquilo, incluso pude encontrar el celular para llamar a la ambulancia y le avisé a la operadora que estaba bien”, destacó Ávalos.
Una vez que llegó la ambulancia del Hospital de Picún, don Asunción fue trasladado al centro asistencial donde los profesionales de la salud le brindar atención y le realizaron distintos estudios para chequear que estuviera bien. Más don Asunción que es un referente social tan importante como querido.
“Me tuvieron internado todo el sábado, haciéndome curaciones y revisando que el gas no hubiese causado algo interno por la respiración. El domingo al mediodía vino la directora del hospital y me dio el alta", explicó Ávalos que se terminó yendo a Cutral Co con la hija.
El pacto con Dios
Disculpen la intromisión. Hace varios años don Asunción me reveló, en una de las tantas charlas que hemos sostenido, que él tiene un pacto con Dios.
De hecho, cuando me lo contó por primera vez bajó aún más la voz como si se tratara de un secreto.
“Toda la fortaleza que tengo se la debo a Dios, al igual que la confianza en que en algún momento se va a saber qué fue lo que le pasó a Sergio. Yo le rezo mucho a Dios”, me explicó en ese entonces mientras sus ojos se llenaban de un brillo muy especial.
Después me lo reveló con su voz a punto de quebrase: “yo le pedí que él me ayude a conseguir justicia y después me voy a reunir con Margarita y con Sergio”, confió Asunción.
Tras la explosión, la revelación de aquel pacto volvió con fuerza y se impuso en la charla.
“Esto que pasó a mí me demuestra que hay una mano invisible que me protege. Al viejito (Dios) yo le pido que cuando me toque la hora que me manotee y me lleve, pero que no me deje tirado en una cama o en el hospital, que sea cerca de casa (donde están sus afectos) y que me encuentren enseguida porque yo siempre me ando moviendo”, afirmó don Asunción.
A don Ávalos lo incomoda pensar sobre todo lo que le ha tocado transitar porque es ahí donde el dolor emerge con fuerza y él siente que se debilita y está convencido que no puede ceder porque tiene que luchar y lo explica de una forma tan simple que emociona y estremece.
Tras gambetear las profundidades del sentir, don Asunción fluye y cuenta lo que le ocurrió hace unos pocos días, el jueves.
"Acá en la casa de la hija no hay quién me ataje, así que ando todo el día por la calle más ahora que tengo la cara decente después de la explosión. Los primeros días que salí a la calle, yo miraba a la gente para ver cómo me veían porque tenía todos los pelos de la cabeza chamuscados. El jueves conseguí llegar a la peluquería y me dejaron la cabeza cuadrada con el corte que me hicieron, yo solo le había pedido que me sacara lo que sobraba", contó sonriendo Asunción que remató la anécdota el infaltable chiste de peluquero: "¡Encima me cobró! Seguro que fue porque me tuvo que lavar la cabeza ya que yo no puedo usar la mano derecha", dijo lanzando una carcajada.
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