Senegaleses que antes vendían por las calles se instalaron en locales comerciales. Pagan alquiler e impuestos.
Las Grutas.- Los senegaleses que se hicieron famosos en las playas de Las Grutas al desembarcar como vendedores ambulantes hace una década ya están instalados en locales ubicados estratégicamente. Pagan impuestos y alquiler y se quejan del alto costo de ambos rubros tanto como los comerciantes argentinos.
En la ciudad balnearia rionegrina llama la atención que los inmigrantes africanos son sólo muchachos, de no más de 30 años. La curiosidad se exacerba sobre todo en las jovencitas, que suelen arrimárseles para tomarse fotografías y darles charla.
Con el correr del tiempo, los ambulantes senegaleses se fueron instalando en locales comerciales en las cercanías de las bajadas al mar, en la peatonal o en las concurridas galerías de la ciudad.
Son reacios a entablar una conversación cuando advierten que el interlocutor no tiene interés en una compra. Arguyen no entender el idioma. Aunque al avanzar en una transacción comprenden perfectamente lo que les piden y se muestran mucho más cordiales.
El mito dice que muchos de ellos vienen del mismo lugar de Senegal y que hasta son familiares entre sí. Pero fue imposible para este medio confirmarlo debido a la reticencia en la charla.
Luego de innumerables intentos, el único que accedió a mantener una breve conversación con LM Neuquén fue Diagne Mor, uno de los primeros senegaleses en arribar al balneario rionegrino hace unos diez años. Este verano abrió un local en la galería Antares, ubicada en la Primera Bajada, el primer centro comercial que tuvo Las Grutas.
Evitó entrar en detalles sobre su vida personal, concentrándose sólo en su actividad diaria durante las vacaciones en la Patagonia.
Está radicado en Bahía Blanca, adonde llegó después de decidir dejar su país natal en busca de trabajo.
En un claro español refunfuñó contra el aumento del canon comercial que cobra el municipio –“de 6 mil a 12 mil pesos”, dijo- y el precio del alquiler, 22.000 pesos por mes. “Si siguen aumentando, no vengo más”, espetó.
Si bien la mayoría de los senegaleces ya se instalaron, quedan algunos que surcan las playas con lentes de sol, relojes, sombreros, pareos, pulseras, collares y anillos para la venta. La comuna los combate. Y ellos denuncian discriminación.
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