Encuentran en la Luna una cueva habitable para humanos
Un estudio reciente sugiere que una profunda hendidura en el Mar de la Tranquilidad podría llevar a una cueva subterránea con temperaturas constantes de 17°C.
El pozo más profundo que se conoce en la Lunapodría extenderse bajo la superficie y dar paso a una extensa cueva en la que se mantendrían temperaturas confortables y constantes de alrededor de 17°C. Esta es la conclusión que se desprende del estudio recién publicado en Nature Astronomy.
El estudio fue realizado por un grupo de investigadores liderados desde la Universidad de Trento en Italia, a partir del análisis de datos históricos recogidos desde la órbita lunar por un radar instalado a bordo del satélite LRO de la NASA.
Hace años que se sospecha que algunas de las grandes aberturas que se observan en la Luna podrían ser el resultado del colapso parcial de sistemas de túneles subterráneos generados por el flujo de antiguas corrientes de magma, estructuras similares a los largos tubos de lava que existen en la Tierra.
La exploración de estas cuevas tiene gran interés desde el punto de vista geológico, pero también como posibles refugios para las futuras misiones tripuladas, ya que ofrecen protección frente a la radiación proveniente del espacio y a las extremas variaciones de temperatura de la Luna.
Un gran hoyo en la Luna
Desde 2009, cuando la nave japonesa Kaguya descubrió los primeros grandes hoyos en la Luna, ya se han identificado más de 200 de estas estructuras en superficie, siendo la mayor el denominado pozo del Mar de la Tranquilidad.
Justamente esta hendidura fue el objetivo del reciente estudio. Se trata de un espectacular hoyo de unos 100 metros de diámetro y con una profundidad estimada de al menos 125 metros. En su suelo se apilan rocas que alcanzan los 10 metros de tamaño.
Hasta ahora, las imágenes capturadas desde la órbita lunar no permitían discernir si el fondo de esta estructura se abría lateralmente para conducir hacia pasajes subterráneos. Sin embargo, si las condiciones de inclinación son las idóneas, las señales de radar pueden penetrar ligeramente dentro de estos potenciales corredores y confirmar su existencia.
Y esto es precisamente lo que usaron ahora los investigadores: en concreto, los datos recolectados entre 2009 y 2011 por el instrumento Mini-RF, uno de los equipos científicos con los que está equipada la nave Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA.
A partir de estas informaciones, los científicos realizaron simulaciones de ordenador para determinar los modelos geológicos que más se ajustan a lo observado, obteniendo dos posibles escenarios, ambos con la presencia de, al menos, un pasaje subterráneo que se abre a partir del fondo del hoyo en dirección oeste, con unos 45 metros de boca.
En el primer modelo, la extensión mínima del túnel sería de 25 metros, mientras que la segunda opción es compatible con una longitud de 75 metros. En cualquier caso, es importante destacar que la prolongación de estas cavidades podría ser mucho mayor, ya que las estimaciones realizadas están limitadas por el ángulo de inclinación con el cual las señales de radar fueron capaces de penetrar en el pasadizo. De hecho, algunas fuentes sugieren que algunos de los pasajes subterráneos en la Luna podrían extenderse a lo largo de centenares de kilómetros.
Futuros robots geólogos
Existen diversas hipótesis que explicarían la formación de cuevas y túneles en la Luna. Por ejemplo, estas formaciones podrían ser la consecuencia del hundimiento parcial de los techos de extensos tubos por los que circulaban ríos de lava en el pasado, o simplemente estructuras creadas por la tectónica lunar.
En cualquier caso, su examen es de gran interés científico, ya que aportaría datos clave sobre la actividad del vulcanismo en la Luna, acontecido hace miles de millones de años, y además podría exponer estratos geológicos muy antiguos, haciéndolos accesibles para su estudio.
Por esta razón, no se descarta que futuras misiones intenten el reconocimiento robótico de las cuevas. Sin embargo, es esencial que, con anterioridad, se realicen estudios que desvelen las características morfológicas de estas estructuras, para prever el tipo de terreno y las dificultades a las que deberán enfrentarse los dispositivos exploradores.
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