Ante el flujo de recién llegados de Siria e Irak, les recorta derechos sociales y triplica el monto a quitarles para "pagar" las estadías.
Copenhague
Dinamarca, un paraíso para los amantes de la bicicleta, el país de la Sirenita y de la gente más feliz del mundo: esta imagen del país del norte de Europa se ha visto dañada en los últimos meses por la actitud del Gobierno ante el flujo de refugiados. Y terminó de cristalizarse ayer, cuando el parlamento danés adoptó, por una mayoría de 81 votos sobre 109, la criticada reforma a la ley de asilo, que tiene como objetivo disuadir a los demandantes de probar suerte en el país, y prevé la polémica confiscación de sus bienes para pagar la estancia de los recién llegados.
El texto, presentado por el gobierno del primer ministro liberal Lars Løkke Rasmussen y apoyado por toda la derecha, recorta los derechos sociales de los migrantes y prolonga los plazos para la reagrupación familiar y la concesión del permiso de residencia.
La propuesta, bautizada "la ley de las joyas", excluye de la expropiación objetos "de valor afectivo especial" y triplica hasta 1340 euros el valor mínimo de otras pertenencias y dinero en efectivo que pueden ser confiscados.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) dijo que el texto alimenta "el miedo y la xenofobia".
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