Donato cocinó arroz con mariscos para 500 personas
El carismático chef italiano pasó por Las Grutas y deleitó a todos.
"Hoy nos cocina Donato, no se puede creer" fue uno de los comentarios más escuchados en la velada. En una pausa de su tarea, De Santis conversó con este medio y lo primero que resaltó fue la calidez de la gente, las bellezas naturales de la zona y, por supuesto, los frutos que prodiga el golfo San Matías, su especialidad. "Es muy atrapante lo natural que es, no hay marca del hombre todavía", resaltó.
Los mares son todos distintos, ofrecen un hábitat distinto. Los pescados de acá son muy ricos, distintos a los que tenemos nosotros. En el Mediterráneo el pescado es cada vez más escaso y es un pescado más chiquito. Tiene otro tipo de sabor por la combinación de las aguas del mar. Las almejas de San Antonio son muy conocidas, las usamos muchísimo en todo el país, y la merluza tiene un sabor distinto, no es la misma que la que se pesca en Mar del Plata. Debe ser lo que come acá, o la especie, que es más gustosa.
Hemos aprendido, y me incluyo, a hacer comidas más interesantes con pocos elementos. No hace falta comer langosta para comer rico. No se necesita gastar una fortuna para hacer un plato rico. Hace falta ingenio, habilidad, y se necesita observación, de la naturaleza, lo que da el momento. Por ejemplo, acá alrededor hay una plaga de rúcula y nadie la usa. Sé que no se puede vivir sólo de la rúcula, pero como esta hay miles de cosas que se pueden encontrar o plantar.
Ídolo: Donato es uno de los chefs más populares que hay en el país y ya es una estrella de la TV.
Apenas llegó, fue un show gastronómico
El espectáculo se realizó en el tinglado que proyectan convertir en salón para la práctica deportiva, donde se acomodó un sector para el equipamiento de cocina.
Fermín, un joven asistente, se encargó de tener todos los ingredientes listos, como un caldo de ave para la cocción del arroz, y cortadas las cebollas, morrones y zanahorias. Lo mismo que langostinos, vieiras, almejas, mejillones, cholgas, pulpos y calamares. Cuchillo en mano, un grupo de vecinas y alguna que otra turista se sumaron para prestar ayuda.
La llegada del chef, alrededor de las 19, fue sorpresiva. Se detuvo frente a la mesa donde estaban las colaboradoras que pelaban y cortaban, concentradas en la tarea, hasta que escucharon una voz con acento italiano que les aconsejó cómo trozar el morrón y se percataron de quién era.
Allí entonces la multitud se agolpó. Le tomaron cientos de fotos, le pidieron otros tantos autógrafos, recibió halagos y felicitaciones, y él siempre se mostró predispuesto, como los grandes ídolos.
El show llegó luego, cuando se dispuso cocinar los ingredientes. La gente se instaló alrededor y siguió de cerca cada uno de sus movimientos. Cada tanto le acercaban un micrófono y él iba explicando los pasos. Lo mejor vino cuando se sirvieron los platos.
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