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La Mañana Travesía

El Forrest Gump argentino que une Ushuaia con Alaska por una causa noble

Un deportista de 37 años inició una travesía que lo llevará a recorrer a pie unos 35 mil kilómetros. Viaja con la consigna de dar a conocer la lengua de señas.

Por Georgina Gonzales - [email protected]

El 1° de enero pasado Juan Pablo Savonitti inició una emocionante travesía que esta semana lo trajo a Neuquén. Salió desde Ushuaia corriendo y planea llegar en tres años a Alaska. A su paso busca concientizar a la comunidad oyente sobre las necesidades que tienen los sordos.

Juan Pablo vivió muy de cerca el padecimiento de no poder hacerse entender cuando sos sordo. Gianni, su papá tiene esa discapacidad desde los dos meses de vida cuando en un viaje de su madre por Europa una valija cayó en su cabeza; y Silvia, su mamá, es hipoacúsica, tiene una disminución de la audición y puede escuchar sólo con un audífono.

Por eso, su infancia fue diferente a la de muchos chicos. Él, junto a sus dos hermanas, se crió en un ámbito donde se hablaba con lengua de señas. Sus abuelos, quienes no eran sordos, jugaron un rol importante en su familia y los tres niños aprendieron a hablar, pero siempre conviviendo con el modo en que se desenvolvían sus padres.

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El paso de los años lo llevó a amar el deporte y los últimos tres años se los pasó participando en diferentes maratones y competencias. Hasta que se cansó de pagar por correr y vio en la inmensidad de su país la posibilidad de unir dos cosas muy importantes para él. Su amor por la maratón y la oportunidad de dar a conocer la lengua de señas.

Así que puso manos a idear su plan. Primero pensó en correr hasta La Quiaca, pero luego se puso una meta más larga y extendió su trayecto desde Ushuaia hasta Alaska, mayormente por la ruta 40.

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Se trata de una larga hazaña que lo llevará a recorrer 35 mil kilómetros, serían menos si tomaría una línea recta pero planea dedicarle trotes extras para visitar varias ciudades. Este deportista tiene 37 años, así que espera llegar a la meta para sus 40.

Aunque buscó sponsors que lo ayudaran a iniciar la travesía, la arrancó luego de la venta de una computadora por la que recibió 50 mil pesos. Con ese monto empezó y sabe que cuando se le acabe la plata -ya le queda muy poca- hará un freno para hacer alguna changa que le permita juntar algunos billetes para su alimentación, único combustible utilizado en esta travesía.

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Y en este largo viaje este deportista planifica usar cerca de 40 pares de zapatillas, aunque por ahora alterna entre los cinco que tiene.

En estos primeros seis meses corrió 7 horas por día, a unos 10 kilómetros por hora. Para su resguardo va con un chaleco de hidratación y un GPS que tiene un botón de emergencia y por el que lo pueden seguir en tiempo real a través de su página de internet.

Y eso es lo que hacen más que nada sus padres. Gianni que tiene ya 86 años y Silvia, de 70. Y aunque su hijo los tiene acostumbrados a sus intrépidos viajes, este los tiene un poco inquietos por lo que Juan Pablo hace al menos una vez por semana una videollamada con ellos, para darles tranquilidad de su estado de salud.

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Concientización

Si bien Neuquén no estaba en el trayecto marcado para la corrida, Juan Pablo decidió hacer un pequeño desvío para contactar a la importante comunidad sorda que la habita.

Y para eso este próximo viernes 28 de junio a las 14, en el CPEM N° 29 de San Martín al 5000, brindará una charla abierta y gratuita para todos los interesados en esta travesía.

“Voy a contarles porqué hago esto, les muestro imágenes de mi recorrido hasta acá y entro en aspectos técnicos de lo que es la lengua de señas, lo que es la comunidad sorda. Acerco a la comunidad oyente a la comunidad sorda. Porque hay mucha falta de información, se sabe poco. No se sabe por ejemplo que, si cruzás a Chile los sordos tienen su propia lengua, cada país tiene su lengua de señas”, explicó el maratonista.

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Juan Pablo propone además en estas charlas, que ya dio en varias ciudades por las que pasó hasta ahora, mostrar ejemplos de herramientas de inclusión que se pueden utilizar casi sin ningún costo.

“Una joven que es sorda y quiere ir al ginecólogo tiene que sí o sí pedir ayuda a un familiar para sacar un turno. Pero si en el hospital cuentan con una hoja impresa donde el recepcionista puede consultarle qué especialista necesita ver y luego puede mostrarle el día y la hora en que la atenderá, se solucionaría esta situación que muchas veces tienen que pasar los sordos”, ejemplificó el hombre.

Con este tipo de ayuda Juan Pablo resalta que no es que quiere dejar de lado la lengua de señas, sino dar más oportunidades.

Hasta Alaska

Luego de la charla del viernes el intrépido maratonista retomará hasta Zapala y de allí buscará nuevamente la ruta 40 que lo llevará hasta Alaska.

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En cada ciudad por la que pasó hasta ahora se contactó con las secretarías de deporte y desarrollo social a quienes les pide colaboración para conseguir lugar para brindar sus charlas y alojamiento para descansar.

En su paso ya corrió con sol, nieve y lluvia y aseguró que no le tiene miedo a las bajas temperaturas, sino que le gustan. “Si hay frío y nieve es lo mejor para mí”, dijo.

“Voy siempre solo, un vacío importante, una eternidad. En las rectas de la ruta 40 a veces hay tramos de 25 kilómetros sin nada, te perturba mentalmente. Es muy aburrido, así que yo voy cantando, hablando solo, preparando las charlas”, contó, riéndose de sí mismo y agregó: “Ya saben, si ven a un loco de barba corriendo solo, soy yo”.

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Igualmente son muchas las personas que va conociendo en su camino. Muchos los que se solidarizan y colaboran para que Juan Pablo pueda cumplir su largo objetivo de ayudar a vivir mejor a las personas sordas. “Me prestaron casas, me lavaron la ropa, me invitaron a cenar”, contó. También a través de su página recibe donaciones de las que el 40 por ciento donará a la Federación Mundial de Sordos, y el resto utilizará para subsistir.

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