Tras las dos tragedias consecutivas, no pocos jugadores de la zona se encuentran ante una compleja encrucijada. Pese a la psicosis, conviene siempre el equilibrio, los controles y sincerarse con uno mismo. Aún así, el finde no debió jugarse por duelo y respeto.
Pasión y drama, desde hace dos fines de semana, conviven en un mismo ámbito, los tan populares torneos amateurs de la región.
Es que en medio de goles, firuletes, patadones y gambetas, irrumpió violentamente el más inesperado, letal y temido adversario para todos los entusiastas equipos: la muerte.
Al trágico fallecimiento de Gerardo Matías Becher en el certamen comercial Don Pedro, se le sumó el deceso de Pablo Pérez, quien se infartó tras intervenir en un encuentro correspondiente a la Superliga del Valle.
Ambos escalofriantes episodios, con apenas siete días de diferencia, encendieron las alarmas. Los últimos dos sábados se tiñeron de luto en la región y hay alerta roja en torno a los tan aguardados picaditos del fin de semana con amigos y por los puntos.
Y al mismo tiempo que se reavivan los debates e interrogantes de cara al futuro inmediato (también sobre los efectos de las vacunas y secuelas del Covid), a no pocos jugadores se les presenta un gran dilema y se sienten en medio de una compleja encrucijada. El temor a ser la próxima víctima existe y entonces ¿jugar o no?, asumir ese supuesto riesgo o desistir de lo que más les gusta es la pregunta del millón.
Sumado a que los seres queridos les hacen “la cabeza” y aconsejan realizar una pausa hasta tanto no se efectúen nuevos controles físicos y todo vuelva a la normalidad en la competencia.
Como siempre en la vida, los extremos no son aconsejables y conviene ser equilibrados. Tampoco es que se va a la guerra y en la conciencia de cada uno y los cuidados previos parece estar la clave más allá de la inevitable psicosis.
Eso sí: el sábado el equipo de la primera víctima pospuso su compromiso. En verdad, desde la modesta mirada de quien escribe, nadie debió haber jugado, ya sea por duelo o por respeto. Ahí quizás le faltó lucidez a la organización y ¿solidaridad a los muchachos? Parar la pelota. ¿Y ahora..?
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