El recuerdo de un profesor que enseñó a amar la literatura

Así como dejó huellas con sus obras literarias y de teatro, Alejandro Finzi dejó una marca en los y las estudiantes que lo tuvieron como profesor de Literatura Europea en las aulas de la Universidad Nacional del Comahue. Quienes hayan sido sus estudiantes o hayan presenciado algunos de sus seminarios y conferencias seguramente no han sido las mismas personas luego de escucharlo.

"La docencia es una maravilla, sobre todo cuando entrás en diálogo con los estudiantes. Leés un poema, o una obra de teatro o una novela y se abre toda una belleza y recorrés esa belleza con los estudiantes", explicaba el docente, escritor y dramaturgo que murió el pasado domingo 22 de agosto a los 70 años.

“Como estudiante y como lectora, Finzi me ayudó a encontrar la belleza en toda la literatura”, resumió Carolina Ciucci, una de sus alumnas de la universidad, al ser consultada por LM Neuquén.

Finzi nació en Buenos Aires en 1951, se crió y realizó estudios en Córdoba y se doctoró en Letras en la Universidad Laval, de Quebec, Canadá. En 1984 ingresó a la Universidad Nacional del Comahue como profesor de las cátedras de Literatura Europea del profesorado y la licenciatura en Letras, y de la especialización de Literatura Hispanoamericana del siglo XX. Luego de jubilarse, en 2018, el Consejo Superior de la UNCo lo designó Profesor Consulto.

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Junto a un grupo de estudiantes en una de sus últimas clases como profesor de Literatura Europea en la Universidad Nacional del Comahue.

Ciucci no sólo fue su alumna sino también asistió a algunos de los seminarios que dictó el dramaturgo y durante dos años fue ayudante en el equipo de profesores de Literatura Europea. “Era un docente especial, único, y por la forma y pasión con que daba sus clases nada te hacía distraer de la literatura”, explicó. Agregó que Finzi fue el docente que le sacó "la fobia" de los exámenes “porque te hacía un par de bromas para calmarte pero después esperaba que respondieras bien sus preguntas”.

Resaltó que tuvo el privilegio de transitar la universidad con muy buenos docentes pero en el caso de Finzi “era una persona que se acercaba al alumno de una manera especial, además era muy sarcástico pero tenía un corazón de oro”.

Aunque sabía que en este último tiempo no estaba bien de salud, la noticia de la muerte de Finzi le impactó fuertemente. “Un mes antes de que lo internaran, había quedado pasar por su casa para buscar una publicación que contenía trabajos de un seminario que hicimos sobre la obra del poeta cordobés, Alberto Mazzocchi, que el admiraba. Pero como yo había empezado con dolor de garganta, temía que fuera Covid, y decidí no pasar por su casa para no contagiarlo. Unos días después me escribió un mail diciéndome que estaba internado”, comentó. “Finzi era un personaje que hacía que el mundo sea más brillante, ahora el mundo está más oscuro”, concluyó.

En 2008 Alicia Mella se encontró por primera vez con Finzi en un aula de la UNCo. Recuerda que la primera clase invitó a los alumnos a un curso sobre William Shakespeare que iba a dar los sábados. “Yo no traía mucho capital cultural en la mochila y sus clases me deslumbraban, aprendía muchísimo. Además tenía mucho sentido del humor y nos hacía sentir más cercanos a Shakespeare cuando le decía Guillermito”, describió la profesora en Letras.

Mella destaca de aquel profesor que solía vestirse con una camisa cuadrillé y chaleco y llevaba un maletín de cuero escolar de color marrón, tipico de los años '70, del que desbordaban libros y apuntes, los seminarios de posgrado que daba en forma gratuita en la Facultad de Humanidades del Comahue. Lo recuerda especialmente defendiendo la universidad pública: “elevó a sus estudiantes con la calidad y la calidez de sus clases”. En un artículo escrito para el portal La Izquierda Diario, Mella señaló que Finzi “tenía su costado de niño, su lado amoroso, lo recuerdo hablando de amor, amor en la literatura, los amores universitarios, el amor por los libros”.

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Entre las enseñanzas que le dejó, Mella explicó que lo llamaba maestro más que profesor, “por enseñarme cómo la literatura puede y debe estar del lado del pueblo”, aludiendo a las obras que el dramaturgo escribió sobre Agustin Tosco, Carlos Fuentealba, entre otros.

María José De La Fuente también asistió a los seminarios de Finzi y lo recordó como un profesor lúdico, que tenía una presencia muy particular cuando ingresaba al aula. “Sin lugar a dudas, le gustaba dar clases, era muy apasionado en lo que decía, explicaba y supo transmitirle a sus alumnos el gusto por la literatura. A mi me dejó las ganas de seguir aprendiendo. En sus clases no podías aburrirte porque además de su enorme conocimiento y amaba la literatura”. Ailen Oporto acotó que antes de cursar todos le hablaban "de lo maravillosas que eran las clases de Finzi, así que llegué con demasiadas expectativas y el profe las cumplió todas". De inmediato se convirtió en lectora de su obra poética. "Cuando leía poemas en las clases lo hacía con una suavidad muy bella, una forma especial de transmitir las emociones y ahora cuando leo encuentro ese sentimiento que le ponía Finzi a la lectura de los textos".

Los testimonios reflejan la concepción que mostraba Finzi durante su carrera docente en la universidad acerca del arte, ya que consideraba que podía ser un aporte "a lo que constituye el ser en el mundo, soy yo con los demás, lo que yo puedo darles a los demás”, solía explicar.

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Una multitud en un taller de literatura

El escritor Horacio Beascochea, quien también pasó por las clases de Literatura Europea de Alejandro Finzi, recuerda el taller literario que el dramaturgo brindó en encuentros quincenales durante varios meses en la Universidad Nacional del Comahue en 2017. "El taller en el que Alejandro propuso hacer un recorrido por géneros como la poesía, el teatro y la literatura, con la presencia de autores regionales fue multitudinario, a aula llena, el cierre se tuvo que hacer en el Aula Magna", rememoró Beascochea.

"Me sorprendió su preocupación por el olvido de Sergio Ávalos, el estudiante desaparecido en un boliche de la ciudad en 2003, estaba algo dolido en ese sentido, sobre todo desde lo institucional, decía que era alumno de la facultad cuando desapareció. Por eso, la consigna final fue escribir sobre Sergio. Las y los talleristas enviamos textos y él seleccionó algunos que fueron leídos en ese cierre en el Aula Magna", recordó Beascochea.

Destacó que en el final de aquel encuentro multitudinario, Finzi lanzó la pregunta: para qué sirve la literatura. Entonces Finzi respondió que "sirve para encontrar el camino por dónde llegar a lo más hondo, lo más profundo, lo más secreto de nosotros mismos".