Después de perder a su mamá unos años antes por un cáncer de ovarios, la noticia de que padecía la misma enfermedad cayó como un balde de agua fría en la vida de Bibiana, que mezcla en su rutina su trabajo como profesora de inglés con su amor por los instrumentos de cuerda. Sin embargo, desde el principio se propuso sortear la afección y aferrarse a la vida.
“Yo, como ellos, estaba sentada ahí”, dice apuntando a los sillones de cuero adonde los pacientes reciben los fármacos de su tratamiento. “He tocado con pelo y también pelada que, para mí, más que un defecto estético era una prueba de que me estaba curando”, relata.
Bibiana recibió su diagnóstico en 2013 y desde el principio se atendió con el oncólogo José Peñaloza, que trabaja en el COI desde su inauguración. “Tenía un cáncer de ovarios en estadío 4 con metástasis hasta en el cuello”, dice la mujer, y extiende la tela de su camisa para descubrir un mapa de manchas y cicatrices que demuestran el paso del cáncer por su cuerpo. “Estuve muy mal; pesaba 53 kilos con ropa y me desvanecía cada tres horas”, aclara, y explica que su debilidad la obligaba a comer de forma constante para recuperar energías.
“La música es muy positiva porque genera un ambiente más confortable y contamos con la participación de alguien que siempre se compromete con esta causa”, dijo José Peñaloza, Oncólogo del Centro Oncológico integral (COI)
El bálsamo para sus pesares llegó de la mano de su esposa Yin, una singapurense que le ofrecía compañía y cocina casera, así como una actitud positiva que forjó en sus años como jugadora de básquet y su amor por la música. “Primero tenía una bandita y después, con Yin y Adriana Benzadón, mi amiga de la primaria, formamos Bay Swing”, señala. Aunque sus características genéticas la llevaron a iniciar más de una vez el tratamiento de quimioterapia, Bibiana mantiene su actitud optimista y recuerda que, antes de visitar el COI, se cambiaba y se perfumaba como si se tratara de un evento especial. “Yo venía así porque venía a curarme”, detalla.
Por el Día Mundial contra el Cáncer regresó ayer a las instalaciones, pero no como paciente sino como la ejecutora de los ukeleles que marcaban el ritmo de las canciones de jazz en español, francés e inglés que tocaron para los presentes. La alegría de ella y sus compañeras logró arrancar otras sonrisas entre los pacientes, que acompañaron con palmas y pequeños coros todas las melodías que resonaron por un rato en los pasillos del COI.
Conciertos que alivian el alma
Para celebrar el Día Mundial contra el Cáncer, las integrantes de Bay Swing se presentaron ayer en el COI para dar inicio a una serie de conciertos que buscan modificar la rutina de los tratamientos en el hospital de día del establecimiento. Con trajes de época e instrumentos de cuerdas, Adriana, Bibiana y Yin rompieron con la monotonía del centro de salud con un repertorio de canciones de las décadas del ‘20 y el ‘50.
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