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Ex River y campeón mundial juvenil, se retiró hastiado del fútbol y es abogado

"Me cansé de ese circo", contó el ex arquero Irigoytía. Estudió derecho y vive en un pequeño pueblo de Entre Ríos. Recuperado del coronavirus contó como vivió la enfermedad.

Joaquín Irigoytía jugó en River, fue campeón del mundo con el seleccionado argentino Sub-20 que dirigió José Pekerman en 1995 pero se cansó de las mentiras del fútbol y plantó todo. Estudió, se recibió de abogado y vive en un pequeño pueblo en Entre Ríos ejerciendo su profesión. Recientemente contrajo coronavirus del que pudo recuperarse felizmente aunque pensó en la muerte y lo duro de esta enfermedad que vive la humanidad sobre todo porque “no permite las despedidas” cuando se siente que la vida se está apagando.

En una extensa entrevista que ofreció al portal Infobae y que se realizó en dos partes -porque justamente lo sorprendió la enfermedad cuando había empezado a realizarse-, contó cómo su paso por el fútbol, la época en que tuvo que jugarlo y desentrañar los oscuros entramados de este deporte: un secreto a voces que nadie se atreve a denunciar por conveniencia o simplemente por no ser víctima del corte abrupto de una carrera.

En su caso fue diferente porque gracias a su esposa pudo estudiar y enfocar su vida hacia otra actividad.

Dijo entre otros conceptos picantes que “el jugador no entiende nada de cómo funciona la vida” y que, su carrera, terminó porque se cansó del “circo del fútbol”.

El Vasco Sergio Goycochea héroe en Italia ‘90 parecía iba a tener su sucesor el mismo puesto, mismo origen por apellido, el mismo apodo. ¿Que más?: jugaba en River y hacía camino en la Selección Argentina aquel otro vasquito que se perfilaba por esos años como una nueva promesa.

Pero cuando había dejado definitivamente de serlo y convertirse en el Vasco Irigoytía, arquero formado en las divisiones inferiores de River, con 40 partidos en la Primera del club de Núñez, también campeón del mundo con el juvenil Sub 20 en Qatar ’95 de la mano de José Pekerman, se despidió del fútbol a los 32 años en óptimas condiciones físicas.

Escapó literalmente hastiado del fútbol profesional por lo que calificó como “lo feo” de este deporte.

“Cuando me fui del fútbol profesional había una trilogía: dirigente, representante y en algunos casos técnicos condicionados. Es decir: técnicos representados por representantes que a su vez tenían jugadores en connivencia con determinados dirigentes que en determinados casos coincidían con presidentes. Lo vi en vivo y en directo y realmente no me gustó y me pregunté si quería seguir formando parte de ese negocio o si quería irme con lo lindo que me había tocado vivir. Podría haber jugado ocho años más, físicamente estaba muy bien pero me canso todo ese circo”, contó.

Hoy vive, con su esposa y tres hijas, dos de ellas mellizas en Pueblo Belgrano, de más de 4.000 habitantes, a dos kilómetros de Gualeguaychú, Entre Ríos. Allí se instaló luego de haber estudiado derecho (es especialista en medioambiente) y también tiene un emprendimiento inmobiliario con su padre.

“Cuando empecé a estudiar fue fundamental mi esposa. Ella me convenció de que podía estudiar porque yo creía que servía solo para jugar al fútbol y nada más”, afirmó.

“Cuando me retiré había ganado bien, pero no era millonario. No tenía veinte departamentos. En el fútbol argentino, al menos en el momento en que yo jugué, se podían arreglar buenos contratos, pero si no estabas en River, Boca o algún otro grande no se ganaba fortuna. Por eso creí que la mejor manera de administrar lo que había ganado era conocer un poco de todo y el Derecho te permite tener un conocimiento general. Te da herramientas. Cuando sos jugador de fútbol profesional y más si estás en alto nivel, se agudiza mucho el tema de la burbuja. A mí me pasaba de decir: cómo será ir al banco a hacer tal trámite”, se preguntaba entonces.

Luego de su paso por River recaló en varios clubes. En uno de ellos, Almagro estuvo lesionado y casi no pudo jugar. Fue entonces cuando surgió la propuesta de Aldosivi, que “al principio me pareció buena porque el contrato era por un año ya que mi intención era terminar mi carrera universitaria. El problema llegó después. Es que como había andado bien me renovaron pero no se me facilitaron las cosas para que pudiera estudiar. Al final no terminé jugando como quería ni estudiando. Con algunos técnicos de Primera tuve problemas por eso. Les molesta que estudies. Me pasó en Almagro, y en Lanús. Ven como que no estás comprometido con el proyecto del fútbol y tenes la cabeza en otro lado. A mí me hacía muy bien estudiar, porque salía de un mundo y me iba a otro por un rato. Pero la mentalidad de los técnicos de ese momento era un poco limitada. Es muy triste ver que en lugar de estimular a un jugador para que se supere como persona y desde lo intelectual, lo condicionen. Eso también fue algo que me empujó a salir del fútbol”, reveló.

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Claro que hubo cosas lindas con las que prefiere quedarse como “la de soñar de pibe entrar en una cancha y que toda la gente vaya a ver el partido que vas a jugar. O cuando Don Amadeo Carrizo que, para mí, fue lo más grande que me pasó, le dijo a Martín Pando “mira ese pibe que es mi pollo”; también cuando “el Gallego Méndez previo al debut en el Sudamericano Sub-20 me alentaba: “Vas a sentir placer de tener una atajada, de salvar a tu país y lo vas a disfrutar. Te van a aplaudir y todos van a estar orgulloso de vos”. Eso me puso la piel de gallina. Esas palabras me hicieron pensar y disfruté un montón de jugar en esa Selección. Todos los sueños que tuve de pibe, todo lo que quise sentir, lo viví ahí” afirmó.

Argentina 2 Brasil 0 Mundial Sub 20 Qatar 1995 Los goles

La carrera de Irigoytía registra también un paso por el fútbol europeo. “Me fui de River para regresar mejor para pelearle el arco a dos excelentes arqueros como eran (Germán) Burgos y (Roberto) Bonano. Los directivos de ese momento no me perdonaron mi deseo de agregar experiencia a mi juego, y cuando volví de mi préstamo, el que vale recordar tenía una opción verdaderamente impagable, me dijeron que ya no iban a contar más conmigo, y me vendieron el 50% del pase a mí y el otro 50% se lo vendieron a Colón de Santa Fe, un día antes de cerrar el libro de pases, claramente para perjudicarme”, explicó.

Sobre su experiencia con el coronavirus comentó: “El panorama era complicado por el cuadro de mis enfermedades crónicas como la diabetes, las coronarias y encima la neumonía bilateral que me generó el virus. Por eso digo volvió a nacer. Soy un afortunado. Después de un mes de internación recibí el alta. El día que salí de la clínica fue el más feliz de mi vida. Llegué a mi casa y lloré mucho”, confesó.

“Es una enfermedad verdaderamente tremenda, en la que te encontrás totalmente solo y en la que el temor principal pasa porque te entuben y mueras sin poder despedirte de tus seres queridos. Para mí fue fundamental comunicarme con mis familiares y mis amigos, quienes no me permitieron dejar quebrar mental y anímicamente. La ciencia llega hasta cierto punto y luego la diferencia la hace la disciplina y las ganas de vivir”, concluyó.

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