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Gitanos: dos muertes y la desaparición de un clan

Un accidente de caza disparó una guerra entre familias en la década del 70. Una se tuvo que ir de Neuquén.

Por Mario Cippitelli - [email protected]

Tres jóvenes pertenecientes a dos familias gitanas de Neuquén salen a cazar. Se produce un disparo accidental que mata a uno de ellos. Los hermanos tratan de esconder el cuerpo. La familia del muerto hace justicia por mano propia.

Esta podría ser la síntesis de una historia de sangre y violencia que marcó un punto de inflexión en las familias de gitanos en la región, o bien el motivo de la desaparición de un clan importante que ya había echado raíces en Neuquén en la década del 70 pero que prefirió irse ante lo que podría ser una sangrienta guerra de familias.

Todo comenzó ese fatídico día en el que los tres muchachos decidieron salir a cazar a la zona de la meseta, en el norte de la ciudad de Neuquén. Por aquellos tiempos, el lugar era mucho más desértico y solitario que en la actualidad. Hasta allí fueron dos hermanos de apellido Traico y un Costich.

Nadie sabe bien qué fue lo que ocurrió durante esa travesía. Sí se pudo comprobar que una de escopetas que llevaban los Traico se disparó e hirió gravemente al joven Costich. Los muchachos cargaron al adolescente en el baúl del auto y lo trajeron a la ciudad, pero cuando estaban por bajarlo se dieron cuenta de que había muerto desangrado. Atemorizados por las consecuencias que tendría aquella muerte, los hermanos no tuvieron mejor idea que abandonar el cuerpo en un terreno baldío.

Los familiares de la víctima, preocupados por la ausencia del chico, le preguntaron a los Traico si su hijo había estado con ellos o si lo habían visto. La respuesta fue negativa. Lo buscaron una y otra vez hasta que finalmente encontraron su cadáver. ¿Qué había pasado? ¿Quién le había disparado y lo había dejado morir desangrado?

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La respuesta no tardó mucho en llegar. Salvador Costich, el entonces patriarca de la familia y padre del muchacho, comenzó a presionar a los integrantes del clan Traico hasta que la verdad salió a la luz.

Lo más llamativo es que, pocos días después, un joven de la “familia responsable” por el crimen del menor de los Costich, aparece muerto en un terreno baldío. ¿Había sido una venganza?

La Justicia inició una investigación y encarceló al jefe de los Costich, pero un tiempo después lo dejó en libertad, ya que no había pruebas que lo relacionaran con la segunda muerte.

¿Quién lo había asesinado? Nunca se supo. Lo cierto es que ocurrida esa muerte, la familia Traico –menor en cantidad de integrantes que los Costich- decidió irse de Neuquén. Las propiedades fueron vendidas y todos migraron a distintos puntos de la Patagonia.

El historiador Rolando Bel, quien realizó un profundo estudio sobre la historia y la vida de los gitanos en Neuquén, entrevistó a varios integrantes de distintas familias sobre el hecho. Sin embargo, nadie quería hablar. ¿Temor o códigos propios?

La única certeza es que por esas dos muertes, una de las familias gitanas, por entonces muy arraigada en la zona, desapareció de Neuquén para nunca más volver.

Lo que realmente ocurrió quedó oculto para siempre.

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