Más allá de sus condiciones innatas, Acuña contó en inferiores con la complicidad de gente que fue clave para su carrera. ¿Qué hacían a escondidas para que le pegara mejor? Hablan dos formadores y amigos.
Hay pocos personajes tan influyentes en la vida deportiva del Huevo Acuña como Daniel Mellado y Gabriel Rouret. Ellos, dos tipazos, fueron los que le tendieron una mano para llevarlo a Ferro cuando el ahora campeón de América ya lucía resignado luego de que lo rebotaran en los clubes grandes del país.
Uno incluso lo dirigió y está entre sus mejores amigos. El otro también es apreciado por el crack zapalino que le agradece todo lo que hizo por él e incluso su mujer es la maestra que tuvo en la escuela 114 y siempre recuerda con cariño el héroe que vive su hora más gloriosa en el fútbol.
Sin ir más lejos, ayer ambos intercambiaron mensajes emotivos con el neuquino más famoso apenas consumada la histórica obtención de la Copa América en el mítico Maracaná ante el eterno Brasil.
Entre ellos también se pusieron en contacto el Gaby y el Dani, como los llama el Huevito y repasaron una anécdota simpática que comparten con LM Neuquén y que de algún modo favoreció la técnica innata de nuestro "jugador del pueblo", siempre elogiado por su genial pegada.
"¿De qué se trata?". "Nos acordábamos con el Gaby de cuando yo desinflaba la pelota para que los chicos le pegaran mejor. Es que del club dejaban muy duras las bochas, entonces me llevaba la aguja en el bolsillo y el primer balón que venía cerca, yo entraba a desinflarlo. En ese momento era ayudante de campo, si me veían de la dirigencia capaz me mataban", comenta entre risas Mellado.
"Le sacaba aire, eran las famosas pelotas Penalty, estaban re duras, los chicos pateaban y les dolía... Así se le podía pegar mejor. Y Marquitos hizo varios goles de tiro libre con nosotros...", destaca con una sonrisa cómplice al evocar su pícaro proceder en solidaridad con los pibes de Don Bosco.
Era, además, quien trasladaba al Huevo cuando jugaban fuera de Zapala en su vehículo particular. Y por supuesto que no faltan las imperdibles historias. "Mucha charla no te daba el Huevo en la ruta porque siempre fue callado. Pero que pibe bárbaro, por Dios. Una vez fuimos en el Senda a San Patricio del Chañar, yo me tenía que volver luego porque tenía partido en Zapala. No va que me falló el auto y llegamos con lo justo a Cutral Co. Conseguimos un taller no sé como, obvio que nos cambio los planes pero el Huevito no dijo ni una palabra, ni se quejó. Siempre fue así, un crack en todo sentido", destaca.
"El Huevo es el orgullo de la ciudad y de la escuela 114", agrega el Dani, quien vio el partido junto a su señora Darma, la maestra preferida de Acuña en su época de estudiante ("anoche estaba nerviosa primero y luego exultante").
Para finalizar, Mellado recuerda que el único problema con Acuña se presentaba los sábados a la mañana, en especial en invierno en una ciudad donde el frío se hace sentir: "Costaba sacarlo de la cama para ir a la cancha", redondea con su amabilidad habitual.
Por su parte Rouret comenta emocionado: "La alegría es enorme, estaba en duda hasta último momento si jugaba o no, lo hizo todo el partido, no lo cambiaron, respondió como siempre. Una felicidad mayúscula por él y por Messi. Esa foto donde va y lo abraza a Messi que está llorando va a quedar para toda la vida. Messi es consagrado, el Huevo es nuestro. Qué se puede decir ante eso, que él fue el primero que se acerque y lo salude... Fue el saludo del pueblo, de la gente, que todos decíamos se lo merece Lionel, por todo lo que ha hecho, tantos viajes, tantos partidos, tantas desilusiones y logró una Copa. Y no es poca cosa. Lo luchó tanto y lo logró".
Quien hasta hace poco mantuvo una cábala con el Huevo (se llamaban antes de los partidos, cargando uno el celu del otro) revela la charla que sostuvo con el zurdo al que dirigió en el Barrio: "Nos mandamos mensajes, estaba muy feliz, sueño cumplido. Tiene muchas cosas que hacía de cuando era chico, esa velocidad, esa gambeta y cuando hay que marcar, en Don Bosco él agarraba y se tiraba unos metros más y ayudaba al marcador de punta", recordó trazando un paralelo con el exitoso presente en el que Acuña hace gala de una sorprendente polifuncionalidad dentro del campo .
Por último, dijo que no lo sorprende el gran gesto que tuvo Acuña en los festejos al mostrarse con una remera con el nombre de la hija de un amigo fallecido. "El es muy generoso y reservado, poca gente debe saber a todo los que ayuda".
Ahora van a aparecer los amigos del campeón... Pero el Dani Mellado y el Gaby Rouret estuvieron siempre. Ellos no se cuelgan la medalla pero merecen el reconocimiento de todos por sus enseñanzas, apoyo incondicional y don de buena gente. Puede dar fe el Huevito.
Te puede interesar...
Lo más leído
Dejá tu comentario