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La inmigración italiana y la consolidación de la ciudad neuquina

Matrimonio de inmigrantes italianos, como tantos otros que estamos rememorando, llegados en la segunda mitad del siglo XX con una empresa constructora, los Farello Rolle. Condecorados por el gobierno de Italia por los servicios voluntarios prestados en la Segunda Guerra Mundial.

Siempre lo decimos: la inmigración fue muy importante en estas tierras de la norpatagonia. Tanto la española, la italiana, la checoslovaca, rumana, inglesa, polaca, alemana, entre otras, vinieron con el firme propósito de trabajar, sembrar la tierra, levantar cimientos, ser empleados del ferrocarril, constructores, entre múltiples tareas desplegadas. Se formaron Asociaciones italianas y españolas en los primeros años del siglo XX en las que se congregaban y realizaban actividades propias de su tierra.

Nuestros protagonistas de hoy, Armando y Rina, fueron condecorados por haber prestado colaboración voluntaria en la Segunda Guerra Mundial. Loable tarea.

Don Armando Farello nació el 27 de marzo de 1907 en Ozzano, Monferrato, Italia. Vino a la Argentina con su esposa Catalina Rina Rolle, nacida el 4 de agosto de 1913 en Vinovo, Italia. El matrimonio tuvo dos hijos: Giovanni Antonio, nacido el 10 de agosto de 1941 en Turín, Italia, y Marcos Armando, nacido el 20 de noviembre de 1950 en Neuquén capital. Ambos hijos les dieron nietos y bisnietos. Don Armando era Maestro Mayor de Obras: llegó a la Argentina en noviembre de 1948 contratado por una importante empresa constructora italiana para realizar obras en la provincia de Buenos Aires y luego en Neuquén capital. Vino solo, dejando en Italia a Rina y a su pequeño hijo Giovanni. Quería asegurarse de que se consolidaran los trabajos emprendidos sin exponer a su familia al cambio. Así fue que en febrero de 1950 pudo reunirse con su esposa e hijo en Neuquén. En noviembre de ese año nació su segundo hijo, Marcos.

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Ofrenda floral Sociedad Italiana.

Ofrenda floral Sociedad Italiana.

Aquellos primeros años en tierras extrañas fueron de un duro aprendizaje, ya que no conocían ni hablaban la lengua española y por ello se relacionaban mediante el “cocoliche”, esa mezcla de castellano e italiano: finalmente aprendieron el idioma y las costumbres.

El cocoliche es un argentinismo aplicado al lenguaje de los extranjeros, sobre todo italianos. Está tomado del apellido de un peón del circo de los Podestá llamado Antonio Cuccoliccio. Su forma de hablar, mezcla de español e italiano, fue imitada primero en el mismo circo y después en sainetes y narraciones costumbristas, de acuerdo con el diccionario de Gobello.

Don Armando formó parte de proyectos de construcciones en la capital neuquina

—La construcción de alrededor de treinta viviendas de las colonias ferroviarias sobre calle Independencia entre calles Córdoba y Tucumán.

—El Arco de Bienvenida (hoy desaparecido) junto al chalet del ingreso del Puente Carretero sobre el Río Neuquén que une Cipolletti con nuestra provincia.

—El tanque de agua en “Boca del Sapo”, hoy calle Leloir en cercanías del Rincón Country, el tanque de agua de Cinco Saltos y el del barrio neuquino la Sirena.

—El frigorífico Valentina.

—Los últimos tiempos con la creación de la Universidad Nacional del Comahue sobre la Avda. Argentina y la Facultad de Agronomía en Cinco Saltos e Ingeniería en Challacó.

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La librería Torino. Rina tuvo la recordada librería Torino, ubicada en Perito Moreno 254, en el domicilio de la familia. En realidad, el local era más que una librería, ya que ofrecía también libros escolares y el anexo de mercería. A un lado de la librería se encontraba la Farmacia Fittipaldi, hoy sucursal de la Farmacia del Pueblo, y al otro lado, la carnicería del recordado Manolo Seage.

La Sociedad Italiana de Socorros mutuos fue creada en los albores del siglo XX, y nucleaba a los inmigrantes arribados tempranamente a este lugar. Fue creada en el mismo año que la sociedad perteneciente a la comunidad española, según escribió don Ángel Edelman en su obra Recuerdos territorianos. Durante los festejos de la Fiesta Nacional de Italia el 20 de septiembre de 1909 surgió su creación, llevada a cabo por una comisión de vecinos italianos que habitaban en estas tierras.

Con el objeto de concretar la propuesta se realizó una asamblea general a mediados de octubre de 1909 a la que asistieron don Juan Di Bernardi, José Fava, José Mangiarotti, Adolfo Cipriota, Enrique Mussina, Rodolfo Giaccone, Romano Belli, Desiderio Colombo, José Lorenzetti. El éxito de la asamblea generó que, unos pocos días después de la convocatoria, fueran aprobados los estatutos.

También se fue gestando, con la misma pasión, la idea de la construcción del edificio propio: en las reuniones originadas al respecto se suscribieron donaciones por ladrillos y dinero en efectivo, y, poco después, habían recibido, también en carácter de donación, puertas, ventanas y pisos.

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Fiestas de la Sociedad Italiana, don Armando y Rina.

Fiestas de la Sociedad Italiana, don Armando y Rina.

El constructor fue Romano Belli, que además elaboró los planos del local. Cuando se colocó la piedra fundamental, la ceremonia la apadrinó el Dr. Julio Pelagatti, renombrado medico asentado en la capital. Finalmente, el 5 de febrero de 1911 se inauguraba el edificio terminado.

La familia Farello integró esta Sociedad durante muchos años, el señor Gaviglio, por ejemplo, fue un hombre importante que visitó esta Asociación y compartió con el matrimonio Farello y toda la comunidad italiana.

Giovanni, Juan Antonio, trabajó en el Banco de la Nación Argentina en Neuquén y luego en la actividad privada. Marcos, casado con Diana Taty Corte, hija del recordado comisario don Enero Corte, también trabajó en la misma sucursal del Banco, instalada en la primera década del siglo XX en esta capital. Luego de múltiples traslados, Marcos regresó como Gerente Zonal: abarcó todas las sucursales de Neuquén y del Valle de Río Negro.

Este es uno de los matrimonios italianos que se asentaron en esta capital neuquina y nunca más partieron. Dejaron una fecunda huella en la región, continuada por sus hijos y descendientes. Hoy los volvemos a homenajear porque con su ejemplo de trabajo no solo escribieron varios capítulos de la historia valletana, sino que también ayudaron a sus propios compatriotas, los acompañaron cuando llegaban a estas tierras lejanas a comenzar su propio camino.

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