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La Mañana justicia

Martín Bresler: ¿un loco, un forajido o un rebelde?

Fue uno de los líderes de la fuga de la U9 en 1916 y el único que logró la libertad.

¿Martín Bresler estaba loco? ¿Era un rebelde? ¿Un forajido? ¿O simplemente un hombre en busca de Justicia?

No debe haber un personaje de la historia neuquina que genere tanta intriga como Martín Bresler, el único de los presos que logró fugarse de la cárcel de Neuquén hace 106 años. Cada vez que se conocen algunas anécdotas de su vida, de su carácter o de sus aventuras luego del cinematográfico escape, se renueva una especial fascinación alrededor de la figura de este hombre que, a estas alturas, ya es casi un mito.

Martín Bresler había nacido en Colonia del Cabo, Sudáfrica, y era hijo de colonos boer, tal denominación para los holandeses que se asentaron en la parte más austral del continente africano en el siglo XVIII.

Su padre, de igual nombre, fue un oficial combatiente en la guerra de Transvaal que finalizó en 1902 con la victoria del ejército británico que obligó a los descendientes de holandeses a ser súbditos de la corona. Como no quería quedar bajo la bandera del Reino Unido, el coronel decidió buscar otros horizontes lejos de ese país.

A principios del siglo pasado el gobierno argentino que presidía Nicolás Avellaneda, impulsó la Ley de Colonización e Inmigración para tentar a extranjeros a poblar distintos lugares del país, especialmente de la Patagonia. Bresler padre no lo dudó y aceptó las hectáreas que el gobierno le concedió en el paraje Hua Hum, a cuarenta kilómetros de San Martín de los Andes, un pequeño pueblo fundado pocos años antes.

El matrimonio boer llegó al territorio de Neuquén en 1903 con seis hijos, una mujer y cinco varones; uno de ellos era Martín Bresler, que en aquel entonces tenía 15 años y era un joven muy bien educado.

Su padre, quien también se desempeñó como maestro, le había enseñado cinco idiomas (luego aprendió el mapudungun), además de artes y oficios diversos. De esta manera, el adolescente sobresalía entre tantos jóvenes que vivían en el territorio neuquino.

Un estudio sobre los colonos holandeses de la periodista Ana María de Mena indica que Bresler viajó a Inglaterra donde conoció a Elizabeth Rose Woodall con quien se casó, cuando era una jovencita de dieciséis años. Con ella formó familia y vivió en el paraje “Cupido”, cerca de Quechuquina, en tierras que le dio su padre. Allí crió dos hijos.

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Los colonos holandeses se instalaron en el paraje Hua Hum, cerca de San Martín de los Andes.

Los colonos holandeses se instalaron en el paraje Hua Hum, cerca de San Martín de los Andes.

Los problemas del joven comenzaron a comienzos de 1915 cuando un vecino lo denunció por una quema de campos sin pedir autorización. Allí tuvo que declarar ante la Justicia. Luego fue denunciado por un vecino de haberle robado una vaca. Por esa causa, el fiscal pidió un año de prisión y finalmente el juez lo condenó a dos años al asegurar que en su campo se habían encontrado cueros de otros animales que no eran de su propiedad.

“Quizás lo más importante para enrolar a Bresler en la teoría de las causales generadoras de la rebeldía que torcerá su vida, es que este parece ser su primer apresamiento, antesala de penurias mayores, ya que puede presumirse que seguramente fue maltratado”, aseguró el historiador Francisco Juárez, un estudioso de la vida de Bresler. De hecho, en aquella época era frecuente la prepotencia ejercida por las fuerzas policiales frente a delitos que en realidad eran menores.

Lo cierto es que Bresler fue preso a la U9 donde estuvo recluido casi un año. Su padre, el coronel, le pidió al gobernador Eduardo Elordi que lo beneficiara con un indulto, teniendo en cuenta que su hijo no tenía antecedentes y que la pena era demasiado alta aun si hubiera sido el culpable del robo de una vaca. El mandatario aceptó el pedido y le informó que el 25 de mayo de 1916, para la fecha patria, le otorgaría aquel indulto. Bresler se escapó de la cárcel dos días antes.

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La cárcel no tenía muro perimetral cuando escaparon los presos.

La cárcel no tenía muro perimetral cuando escaparon los presos.

Aunque no supiera del perdón que le darían ¿por qué se fugó si le quedaba solo un año de encierro? Las condiciones carcelarias eran inhumanas en aquel entonces. El traslado de presos peligrosos desde La Pampa a Neuquén, precipitaron los acontecimientos.

Hay quienes aseguran que el sudafricano no fue el ideólogo de la fuga y que fue obligado a sumarse bajo amenazas de muerte. Lo cierto es que él fue uno de los líderes de aquel motín sangriento que costó varias vidas.

¿Bresler fue un asesino? Algunos testimonios de los presos aseguran que él fue quien le disparó mortalmente al ingeniero Adolfo Plottier durante el paso de un grupo de forajidos por el establecimiento Los Canales, aunque también es probable que los evadidos recapturados hayan responsabilizado de todos los hechos más graves que ocurrieron al único que hombre logró huir.

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Bresler se fugó de la cárcel dos días antes que le otorgaran el indulto.

Bresler se fugó de la cárcel dos días antes que le otorgaran el indulto.

Parece improbable que un hombre de trabajo, con un buen porvenir, sin antecedentes, bien educado y con una familia, se hubiera involucrado en una aventura delictiva sin más explicaciones que la de la rebeldía por una injusta condena.

Lo cierto es que Bresler no solo escapó de la cárcel. Cruzó la cordillera, se refugió en Chile, luego viajó por el mundo, se enroló en el Ejército británico y terminó peleando en la Primera Guerra Mundial, donde fue condecorado por un acto heroico. En Londres se reencontró con su mujer y sus hijos. Poco después se radicó en San Francisco, California. Un día –vaya uno a saber por qué- decidió volver a Neuquén.

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Aunque parezca mentira, Bresler peleó en la Primera Guerra Mundial.

Aunque parezca mentira, Bresler peleó en la Primera Guerra Mundial.

Su hermana Kurina –la única que lo pudo ver antes de entregarse- dijo que Bresler padeció un delirio místico tras haber militado en una secta religiosa que tenía como mandato más importante la verdad. Aseguró que era imperativo entregarse para dar su versión de los hechos ocurridos en 1916 y que a través de la ley quería rehabilitarse para ser un ciudadano más. Dijo que por eso tomó la decisión de volver, pese a que su padre le había advertido que estaba vigente el pedido de captura contra su persona. Si Bresler hubiera esperado dos años para regresar al territorio, la causa hubiera prescripto, pero sin embargo lo hizo.

Cuando cruzó la frontera con Chile, lo volvieron a encerrar tras las rejas y, finalmente, en un centro de salud mental de Buenos Aires donde lo trataron como a un demente debido sus trastornos de conducta, sus relatos delirantes y sus ataques de ira. ¿Quién podía creerle a Martín Bresler?.

Los médicos que lo analizaron concluyeron que el hombre que repetía una y otra vez aquella historia inverosímil clamando justicia, “padecía del delirio sistematizado de los degenerados” y que se encontraba “en el mismo estado de su padecimiento mental”.

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El Hospicio de las Mercedes, donde Bresler estuvo internado 16 años.

El Hospicio de las Mercedes, donde Bresler estuvo internado 16 años.

De ese loquero nunca pudo salir, aunque tuvo contactos con algunos familiares a través de cartas. El fragmento de una misiva escrita a su hermano Albert refleja algunos problemas de redacción comprensibles en una persona que hablaba seis idiomas, pero también denota un aire de serenidad y –probablemente- de resignación frente al destino y a su encierro inapelable.

“…Tenéis que pensar cuántos hombres hay teniendo capitales deseando de ayudar (sic) a hombres trabajadores honrados, con familia y no perda (sic) la esperanza que en formas inesperadas Dios pueda cumplir nuestros deseos. Muchos recuerdos y besos a Ud. su señora y (sic) hijos, deseándote un feliz porvenir. Su querido hermano”.

Martín Bresler, el joven sudafricano que llegó a principios del siglo pasado para radicarse en la cordillera neuquina, falleció el 17 de abril de 1940 a los cincuenta y un años en el “Hospicio de las Mercedes” (hoy Hospital Borda) debido a un edema pulmonar. La Iglesia se negó a darle cristiana sepultura. Acaso su prontuario era demasiado pesado.

¿Fue un loco, un rebelde, un forajido o un hombre que buscaba justicia? Tal vez fue un poco de todo.

Su vida de aventuras y tristezas parece salida de un guión cinematográfico.

Por eso genera tanta intriga. Y por eso todavía sigue fascinando.

(Gracias a la colaboración de Ana María de Mena)

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