El infiltrado les dio la ubicación precisa de Nasrallah. Cómo es la bomba anti-búnker que usaron los aviones israelíes.
En la convulsionada región de Medio Oriente los espías cotizan cada día más. Uno de ellos cobró especial relevancia en estos días porque le dio los datos exactos que necesitaba Israel para matar al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, y a la cúpula de la milicia chiita.
Según reveló el diario francés Le Parisien, con fuentes del Líbano, se trata de un “topo” de origen iraní, pero que trabajaba para los servicios de inteligencia israelíes en este complejo mapa de espionaje, que ya adquiere la dimensión de una novela tras el estallido de los beepers y radios portátil que eliminó a los cuadros intermedios de la agrupación.
Un espía de origen iraní le dio la ubicación exacta de Nasrallah a Israel
Si bien resulta contradictorio que un iraní espíe para Israel, principal enemigo de la República Islámica, hay que tener en cuenta que un buen número de la población iraní está en contra del gobierno teocrático de los ayatollah.
De hecho, Israel y otros servicios de inteligencia utilizan frecuentemente infiltrados en Irán para obtener información sobre los movimientos de las fuerzas militares de Irán.
El dato de la ubicación precisa de Nasrallah le permitió a la aviación israelí descargar todo el poder de sus bombas, especialmente las anti-bunquer, sobre el complejo de seis edificios en el barrio de Dahieh, en el sur de Beirut, donde funcionaba el cuartel general de Hezbollah.
Pero la operación de inteligencia fue mucho más amplia que esta simple descripción. Estuvieron años planificándola.
Qué se sabe de la operación y del espía
Los servicios israelíes vienen planificando hace tiempo el asesinado de Hassan Nasrallah, una figura central del movimiento chiita que combate a Israel.
Los análisis de inteligencia se basaban en la forma en que el líder musulmán se movía y dónde solía esconderse. Tenían claro que la gran mayoría del tiempo estaba oculto en refugios subterráneos muy difíciles de acceder.
Los aviones israelíes esperaron tener la ubicación de Nasrallah para atacar
Por lo tanto, habían preparado un equipo especial de aviones F-15I -una versión propia del F-15 estadounidense- para lanzar poderosas bombas diseñadas con el fin de penetrar y quebrar la estructura de esos búnkers. Contaban con el apoyo de cazas F-35 Lightning II.
Los encargados de llevar a cabo la operación fueron los pilotos de élite del Escuadrón Hapitish (69), apoyados por un complejo operativo que incluyó aviones de guerra electrónica utilizados para desactivar los radares de Hezbollah.
Cuando el espía de origen iraní les confirmó la llegada de Nasrallah y otros 12 comandantes de Hezbollah al cuartel subterráneo, lanzaron el ataque.
“Esperamos unos días hasta que surgió una oportunidad. La información proporcionada fue increíblemente precisa, lo que permitió que la misión fuera un éxito”, contó el comandante de la base aérea de Hatzerim (desde donde salieron los aviones), general de brigada Amichai Levin, al diario Ynet.
“Docenas de bombas alcanzaron el objetivo en cuestión de segundos y no se disparó ningún misil antiaéreo. Se trató de una gran potencia de fuego con muchos aviones”, confirmó Levin.
Los F-15 se elevaron verticalmente, realizaron un giro y descendieron en picada para maximizar el impacto de las bombas anti-búnker GBU-28, que arrasaron el lugar.
Cómo es la "bunker-buster"
Lo que trascendió hasta ahora es que utilizaron seis bombas de dos toneladas cada una para atacar el cuartel de Hezbollah, pero en total fueron cerca de 80 porque también bombardearon los sistemas de defensa.
Las seis que descargaron en el centro de mando de Hezbollah eran “bunker buster”, destructoras de búnkers. Las llaman así porque penetran en profundidad despedazando los refugios subterráneos. De hecho, en el lugar donde estaba el cuartel de Hezbollah quedó un cráter de 30 metros de profundidad.
Sobre el cuartel de Hezbollah descargaron seis "bunker-buster"
Hay varias bombas de este tipo, pero se cree que la utilizada en esta ocasión es la estadounidense GBU-28, que pesa aproximadamente 2.200 kilos y está equipada con un sistema de guía láser, lo que le permitió realizar el ataque con gran precisión.
La principal ventaja de las bombas anti-búnker reside en su capacidad de penetrar capas de tierra, roca u hormigón armado. La gran mayoría penetran unos 30 metros, pero las más pesadas llegan incluso a los 60 metros de profundidad.
Las carcasas de estas bombas explican los expertos, están diseñadas con materiales ultrarresistentes, lo que les permite soportar un impacto significativo antes de detonar en el interior de un objetivo.
Las “bunker buster” llevan espoletas retardadas, lo que hace que la bomba explote sólo después de haber penetrado en su objetivo. Así garantiza el máximo daño a las instalaciones subterráneas.
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