Ángel Agustín, Lito, era oriundo de la localidad rionegrina de Contralmirante Cordero. Asumió como intendente de la ciudad de Neuquén en agosto de 1963, con Orlando del Pin como presidente del Concejo Deliberante.
Ángel Della Valentina. Foto: familia Della Valentina.
En el contexto de la ciudad neuquina del siglo XX encontramos pobladores que asumieron distintos roles desde comerciantes hasta políticos. Este es el caso de Lito, comerciante en su emblemático comercio “Camisería Lito” de la calle Rivadavia, primera cuadra.
Lito fue un hombre del Neuquén del ayer del siglo XX que ejerció una vasta tarea en la vida social neuquina, la vida política y comercial. Nació el 31 de diciembre de 1920, hijo de Adán Della Valentina y de Esther Ema Buffolo. Se radicó en esta capital en 1941, y se casó con Elsa Clotilde Tapia, hija de Ovidio del Carmen Tapia y de Adalgicia Graciela Raimondi, que tenían un negocio de Ramos Generales en Chos Malal. Durante mucho tiempo, Elsa fue modista de alta costura.
La familia se mudó en 1935 a Neuquén, y vivieron en la calle Fotheringham. Elsa y sus hermanos concurrieron a la vieja escuela Nº 61 de esta capital. Elsa fue becada para estudiar en el Colegio María Auxiliadora de Junín de los Andes.
Y en este Neuquén, el pequeño poblado que era entonces, se conocieron Elsa y Lito. De su unión nacieron Jorge Horacio, Sergio y las mellizas Stella Maris y Silvia; nietos y bisnietos completan la familia.
Cuando arribó a esta ciudad, Lito trabajó como empleado de comercio en tienda New London y Casa Nobel. En 1955 se independizó y abrió Camisería Lito, en la primera cuadra de la calle Rivadavia. Fue un activo ciudadano: presidente del Club Pacífico, socio vitalicio del Club El Biguá, vicepresidente de la Liga Deportiva Neuquén, presidente de la Asociación Italiana de Socorros Mutuos.
La vida y el teatro
Lito tuvo alma de artista e incursionó en el Grupo de Teatro Amancay, cuya fecha de inicio data de 1939 aproximadamente: estuvo veinte años en el teatro. El grupo comenzó haciendo funciones a beneficio del Club Independiente, institución que los vio nacer, cobijó y apadrinó por un tiempo. Luego se independizaron. Siempre prefirieron el género de comedia.
En los 50, el grupo concurrió a la Capital Federal a intervenir en el Primer Certamen Nacional de Teatros Vocacionales. Luego continuaron su labor cultural en la zona hasta que en 1953 concurrieron al Segundo Certamen de Teatros Vocacionales. Su crecimiento fue vertiginoso, recorrían la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén llevando a sus pobladores la cultura del teatro. En los festejos del cincuentenario de la capitalidad neuquina, es dable mencionar la labor de Nicasio Cavilla Sorondo como miembro de la Sub Comisión Cultural y Artística que apoyó todos los festejos para la ocasión. Se levantó un escenario en la Cooperadora Escolar Conrado Villegas. Es así que el 6 de septiembre 1954, como parte de los festejos del Cincuentenario, se presentó “Neuquenia” donde actuó, entre otros, Ángel Agustín bajo su nombre artístico Lito Valenti. Fue una semana de intensa vida cultural por la cantidad y calidad de sus artistas.
En 1963 fue electo intendente municipal por el Movimiento Popular Neuquino, junto con el gobernador Felipe Sapag, que iniciaba su primer gobierno. Su intendencia lo encontró con una ciudad con muchos problemas debido al crecimiento demográfico, como por ejemplo la insuficiencia en la provisión de agua corriente. Se colocaron canillas públicas, se eliminó el bombeo. Pero esto trajo aparejado la insuficiente red cloacal que poseía la ciudad y casi nulo el tratamiento de los líquidos cloacales. Presentó numerosos proyectos: la construcción de un Centro Cultural, el Complejo Polideportivo, el desplazamiento de la necrópolis, una Terminal de Ómnibus insuficiente, abundantes terrenos baldíos, ordenamiento de tránsito, entre tantas tareas. Además, durante su gestión se inauguró el monumento a la madre mapuche, que fuera donado por la Policía provincial.
Nuestro homenaje a un hombre que luchó fervientemente por el bienestar de la capital neuquina y que, a través de eso que lo apasionaba, dejó huella en los que lo conocieron y en sus descendientes, que lo honran.
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