Creó una "fábrica" de programadores en el Alto Valle y ofrece soluciones de software al mundo
Patagonian Software promueve que más talentos de la informática elijan radicarse en Neuquén y Río Negro por su calidad de vida.
Aunque la pandemia de coronavirus convirtió al trabajo remoto en una práctica habitual, Federico Hardziej ya lo hacía desde antes. Su formación en informática le permitía ofrecer sus servicios al mundo sólo con una computadora y una conexión a Internet. Por eso, cuando se cansó del ajetreo de Buenos Aires, decidió volver a la tranquilidad de su Alto Valle natal para invitar a otros programadores a combinar calidad de vida con trabajo internacional.
Federico no se piensa a sí mismo como un pionero. Y aunque fue uno de los primeros en apostar a vender conocimiento desde un rincón recóndito del sur, su apuesta nació, en realidad, de un deseo muy personal. "Yo me había ido a estudiar a Buenos Aires, viví en Estados Unidos y tenía ganas de volver a General Roca para estar más tranquilo", señaló.
Regresar al Alto Valle le permitió recuperar la comodidad de estar a quince minutos de cualquier lugar y cambiar los bocinazos por los paisajes calmos de barda y río. Pero enseguida enfrentó su primer obstáculo: las empresas de la zona buscaban talentos en puestos técnicos, pero no informáticos ni programadores.
"Me encontré que la industria de hidrocarburos y fruticultura tenía demanda de ingenieros de todo tipo menos de sistemas. Ahí decidí emprender con un socio inicial, también roquense, que quería vivir en el sur", explicó a LMNeuquén durante su participación en la Experiencia Endeavor Patagonia, donde asumió el rol de mentor para nuevos emprendedores.
Federico creó Patagonian Software con el objetivo de brindar soluciones digitales a las empresas de la zona. Sin embargo, se encontró con un obstáculo que lo sorprendió. "Curiosamente, los clientes de la zona preferían contratar tecnología a empresas de Buenos Aires y no a los desarrolladores locales", explicó.
Para él, la paz del Alto Valle ya era un activo innegociable. Por eso, decidió adaptarse para poder desarrollar su profesión sin regresar a la gran ciudad. Su primer cliente fue una empresa de Bélgica, y el segundo era una compañía chilena. Recién después de dar esos primeros pasos, logró penetrar en el mercado local.
"Entonces fue cuando nos dimos cuenta que nuestros clientes no eran esas empresas que contrataban tecnología. El cliente real eran personas como mi socio o yo, que queríamos vivir en el sur y desarrollar nuestra carrera, pero no podíamos porque acá no encontrábamos trabajo", explicó.
Con esa nueva ambición, cambiaron el modelo de negocio. Así, Patagonian se transformó en una "fábrica de programadores" con la calidad de vida de la zona como su propuesta de valor. Si el conocimiento se puede vender a cualquier lugar del mundo, ¿qué mejor que producirlo en un lugar donde sea agradable vivir?
"Los clientes empezaron a ser los desarrolladores que querían vivir en la zona", explicó Hardziej y agregó: "Cambiamos el modelo de negocios y nos convertimos en una empresa exportadora"
"El 80% de nuestros clientes están en Estados Unidos y nos diversificamos, estamos en varias provincias de Argentina, tenemos un equipo en Colombia y otro en Uruguay y tenemos un modelo exportador, que exportamos conocimiento", contó sobre el crecimiento de Patagonian Software.
La naturaleza como activo para desarrollar tecnología
La creación de un polo científico y tecnológico demuestra las intenciones de Neuquén de aprovechar el impulso de Vaca Muerta para diversificar su economía con foco en la producción de conocimientos y tecnología aplicada. Para Hardziej, el principal diferencial de la zona es su ritmo tranquilo y su contacto con la naturaleza, que permite que el Alto Valle sea atractivo para la radicación de nuevos talentos.
"Yo creo que la economía del conocimiento no tiene barreas geográficas, uno puede aportar valor de un lugar X a todo el mundo", dijo sobre la imposición del trabajo remoto, que comenzó como algo propio de los expertos en informática y hoy se propagó a todas las profesiones.
"El diferencial de esta zona es la calidad de vida que promueve. Creo que lo que más se debería trabajar es dar un contexto a ese talento para que se radiquen acá", dijo y señaló: "Hay que ser atractivos para los desarrolladores y no para las compañías. Si quiere incentivar un polo, hay que ser atractivo para que los desarrolladores elijan radicarse acá".
Atentos a esa premisa, él y su socio crearon el programa Patagonian Living, que apuntaba a facilitar la radicación de especialistas en software en el Alto Valle. "Los traíamos un mes a Roca o Neuquén para que conozcan la ciudad, ayudábamos en la mudanza, salíamos de garantes para alquilar y hasta los orientábamos en la búsqueda de colegios", relató.
Los casos más exitosos están vinculados a los profesionales que ya tenían algún tipo de vínculo con la Patagonia. Así, muchos nacidos en la región que llevaban varios lustros estudiando o trabajando en Buenos Aires, regresaban con esta nueva oportunidad. También hubo casos de personas de otras provincias que necesitaban un ritmo más tranquilo, lejos de las grandes urbes.
Hoy, las fronteras son algo difusas para Patagonian: "Empezamos siendo una empresa muy territorial y hoy tenemos talento por todos lados, somos 170 personas en Colombia, Perú, Ecuador, Uruguay", afirmó su fundador.
Una apuesta hacia el futuro, con ojo en Vaca Muerta
Patagonian ya pisa firme como una fábrica de programadores, que exporta su talento para adaptarse a las necesidades de los clientes. Sin embargo, ya tienen un nuevo desafío en el horizonte, que busca ofrecer soluciones de negocio para sacar provecho de la tecnología y así potenciar el crecimiento de las compañías.
"Empezamos como una software factory, pero ahora nos acercamos nosotros a las empresas a ofrecerles soluciones", dijo y agregó que su foco está puesto en el rubro de la energía. "Estamos en el lugar correcto, en el corazón de Vaca Muerta, y en el momento correcto", aclaró.
Sin embargo, sus primeros acercamientos a las operadoras y empresas de servicios petroleros les dejaron algo en claro: no alcanzaba con preguntar qué necesitaban las compañías sino ofrecer una solución innovadora. Por eso, tuvieron que sumar otras disciplinas.
"Al revés de lo que pasa siempre, somos una empresa de software que empezó a contratar ingenieros químicos o en petróleo", afirmó el emprendedor. Lo que buscan es conocer el entramado de la industria para ofrecer soluciones a las empresas, ya con paquetes armados que tengan el valor agregado del desarrollo de software.
Aunque Patagonian se enfoca en Vaca Muerta con un perfil territorial, conserva ese ADN de fronteras invisibles. "Nosotros empezamos a vender conocimiento antes de la pandemia y éramos disruptivos, pero ahora el trabajo remoto se convirtió casi en un derecho del profesional", dijo Hardziej y agregó: "Hoy todas las empresas entienden que si un profesional aporta valor, no hace falta que vaya a la oficina".
Ahora, los dueños de Patagonian ya no tienen que explicar de qué se trata el trabajo remoto. Y por eso, su habilidad para la conexiones a distancia les permitió crecer de forma internacional a toda velocidad.
"En Colombia empezamos las operaciones en plena pandemia", dijo el emprendedor y aclaró: "Abrimos la empresa, armamos una sociedad, abrimos una cuenta de banco, contratamos gente, le dimos la ART y nunca habíamos pisado Colombia. Lo hicimos dos años después", sonrió.
En este mundo sin geografías, el conocimiento se hace fuerte con la conectividad. Pero el verdadero recurso está, de todos modos, en el terruño. Y no sólo por la riqueza del subsuelo, sino por la elección que hacen los talentos de vivir en un sitio amigable, con cercanía, seguridad y la omnipresencia de la naturaleza.
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