Con Cristina confirmada para las internas partidarias, que se vota el 17 de noviembre, muchos dirigentes definen de qué lado estarán.
El peronismo se encuentra atravesando la que quizás sea su mayor crisis histórica de representación, desde que el general Juan Domingo Perón diera inicio al exitoso movimiento político y social centrado en su propia figura.
Extinta la vida de Perón, removido el yugo de las dictaduras militares que apresaron la libertad de los argentinos y ya en tiempos de democracia, el peronismo logró mantenerse como un protagonista indiscutible de la política nacional, sea como conductor del destino de los argentinos, o bien como principal oposición, es un estado latente, hasta amenazante respecto del radicalismo de Alfonsín, o de sus mutaciones, La Alianza de De la Rúa y el PRO de Macri. Incluso en el “que se vayan todos” del 2001, fue el peronismo quien logró pilotear, una vez más, la severa tormenta política, económica y social para, de la mano de Eduardo Duhalde y luego de la de Néstor Kirchner, dar inicio a un nuevo modelo exitoso de representación.
Poco a poco, con el pasar de los años, el apellido Kirchner, fue adquiriendo más peso que el de su profeta Perón. Con la inesperada muerte de Néstor, su esposa Cristina Kirchner asumió el liderazgo del novedoso movimiento político “apretando el acelerador” de la política, de la economía y también de los sentimientos sociales que, durante su mandato, para bien o para mal, estuvieron a flor de piel.
Sin embargo, todos los imperios caen, y generalmente lo hacen por su propio peso. Durante muchos años el kirchnerismo opacó tanto al peronismo, como a prácticamente todo el arco político opositor, torciendo la voluntad de sus líderes, dirigiendo el gobierno con una billetera infinita, gastando más de lo recaudado y emitiendo moneda para financiarlo, e incluso, para tapar las consecuencias, llegando a intervenir el INDEC.
Alberto Fernández y Sergio Massa, tutelados por Cristina Kirchner, marcaron un final de época. Exceso sobre exceso, ya no alcanzó con culpar al pasado para justificar el precario presente. La sociedad se cansó de vivir en la mentira inflacionaria y buscó un liderazgo que sea capaz de ganarle al kirchnerismo en las urnas, pero que también se ocupe de que nunca más regrese.
Con semejante hartazgo, el PRO representado en sus dos opciones, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, pareció insuficiente ante la sociedad, que los consideró como una copia despintada del fracaso macrista del período 2015-2019.
La antítesis, pero manteniendo a Cristina
Javier Milei emergió con fuerza como antítesis del kirchnerismo, con la virtud de explicar con vehemencia el sadismo detrás de un modelo económico basado en el déficit fiscal y la emisión monetaria, entre otros graves excesos.
Paradójicamente, ya habiendo obtenido el sillón presidencial, Milei no quiere extinguir la imagen de Cristina. Al contrario, desea mantenerla viva para antagonizar con ella y así, en las próximas elecciones, ganar suficientes legisladores para terminar con los innumerables obstáculos que el Congreso presenta para sus planes económicos. El mal recuerdo del kirchnerismo es el único elemento capaz de suscitar un poco de tolerancia en la sociedad, sobre las impopulares medidas de ajuste llevadas a cabo, que aún no muestran señal de recuperación.
Habiendo Javier Milei, subido al kirchnerismo al ring mediático, comienza el operativo retorno de Cristina a la política electoral, donde la campana sonará en las elecciones legislativas del 2025.
Al igual que en prácticamente todo el territorio nacional, el peronismo neuquino se encuentra cabizbajo, tenue y desperdigado.
Gran parte de sus referentes, se han cobijado en el armado político provincial de Rolando Figueroa.
Jóvenes dirigentes como Marcelo Zuñiga, Tanya Bertoldi y Ana Servidio, ocupan actualmente áreas estratégicas del gobierno provincial, ya lejos de las órdenes nacionales.
Qué pasará con los peronistas "puros"
Hay incógnita en torno al líder de la Comarca Petrolera, Ramón Rioseco, que tantas veces se vistió de kirchnerista no por convicción ideológica, sino por conveniencia. Rioseco parecía haber dejado su atuendo K, ya arrugado en el fondo de un cajón, pero recientemente ha declarado en favor de Cristina Kirchner, seguramente buscando su favor.
Si Ramón logra ser ungido por Cristina como candidato para el Congreso, enchufará la plancha, aunque probablemente como un plan B, se lo observa, al igual que los jóvenes dirigentes anteriormente citados, muy cerca del espacio Neuquinizate.
Son, en cambio, los más avezados dirigentes peronistas que ostentan cargos legislativos, quienes por estos días realizan declaraciones y movimientos afines a los intereses de Cristina Kirchner.
Oscar Parrilli, Silvia Sapag y Darío Martínez actualmente trabajan en el operativo retorno de Cristina, que consiste, nada más y nada menos, que enfrentar en elecciones generales para la renovación del Partido Justicialista nacional, al gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela.
Unos y otros se reparten en favor de Quintela y de Kirchner, alimentando una interna que se realizará el 17 de noviembre próximo, cuyo resultado puede anticiparse con facilidad a favor de Cristina, que mira al 2025, en lo que probablemente será una gran derrota alimentada por pequeñas victorias.
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