Iñaki Basiloff, el nadador neuquino que superó una enfermedad y hoy es campeón del mundo
Llegó a una pileta para rehabilitarse, pero el deporte le cambió la vida. En 2022, se llevó el premio máximo en 400 metros libres en el Mundial de Paranatación.
Como un sendero que se bifurca, la vida de Iñaki Basiloff cambió por completo ya dos veces en sus pocos años de historia. El primer giro fue a los dos años, cuando una enfermedad en la médula complicó su desarrollo motriz hasta dejarlo en la cama y con malas perspectivas. El segundo cambio, quizás más gradual, se dio también en su niñez, cuando convirtió las horas de pileta que hacía por rehabilitación en una ambición deportiva que lo llevó a colgarse la medalla de campeón del mundo en 2022.
No hace falta presentar a Iñaki después de todos los premios y agasajos que le dedicaron el año pasado y que lo llevaron a ser un nombre resonante en la escena local. Pero sí se puede profundizar en su historia de vida y en el ejemplo que transmite, con pura humildad, a otros niños y jóvenes que ven la discapacidad o los problemas de salud como un obstáculo demasiado grande para sortear.
"Me enfermé cuando tenía dos años, tengo mielitis transversa, las causas son medio dudosas pero se cree que fue la reacción a una vacuna, ahí cambió toda mi vida. Si bien yo era muy chico y de todos esos años no me acuerdo nada, fue difícil pasar de estar completamente normal, poder caminar o correr a estar en una cama con muchas operaciones. Fue un cambio grande, más que nada para mis papás", dijo el neuquino a LMPlay.
Decididos a no dejarse abatir por ese diagnóstico, sus padres lo obligaron a meterse en una pileta. "Mi papás me obligaban a que nadara como un método de recuperar mi estado físico, mi sensibilidad y muchas cosas más", dijo y agregó: "Ellos me acompañaron mucho, me impulsaban a hacer rehabilitación y buscar siempre la manera de mejorar. Y desde ahí no paré nunca de hacer deporte o algo que me permitiera seguir mejorando".
Al principio, Iñaki escalaba en su carrera deportiva sin tomar demasiada conciencia de sus logros. Pero asegura que en algún momento le encontró "el gusto" y pudo hacer de cada brazada un motivo más para salir adelante y encontrar su verdadera pasión. Hoy, la natación en su pasión y su medio de vida, y ese faro que lo lleva a ponerse desafíos cada vez más grandes.
"De a poquito fui escalando los niveles que hay en la natación, de rehabilitación fui a la escuelita, pasé al preequipo del club, después al equipo y así llegué hasta donde estoy hoy", dijo con extrema humildad, como si colgarse medallas doradas en campeonatos del otro lado del mundo fuera un evento corriente.
A diferencia de las historias que tienen otros atletas paralímpicos, el neuquino se acostumbró a los desafíos de las carreras de natación convencional. Así, siempre en desventaja contra rivales que podían patear en la pileta, ignoraba sus propias limitaciones y buscaba superarse para competir de igual a igual.
"Siempre competí con convencionales, crecí con esa desventaja pero también fue un motivador para poder mejorar, competir con los chicos que pueden patear y pueden hacer cosas que yo no puedo hacer, pero lo tomo como una motivación para seguir mejorando y estar al mismo nivel que ellos teniendo una desventaja", dijo y agregó que más adelante, cuando llegó al club River Plate, conoció el mundo del deporte paralímpico.
En ese contexto, empezó a competir con otros deportistas con enfermedades parecidas o diferentes pero que tenían una desventaja frente a una persona convencional. "Yo siempre usé esa desventaja a mi favor, y me di cuenta que todos esos años me habían servido un montón porque había entrenado de una manera diferente a la que entrena un nadador o deportista paraolímpico que sólo entrena con personas iguales", señaló y agregó que esa trayectoria lo hizo llegar con un nivel más alto de lo esperado.
Con éxitos deportivos y una meta ambiciosa para los Juegos Paralímpicos de París de 2024, Iñaki ya está lejos de "la cueva" en la que se encerraba en la niñez y de la que sus padres lo ayudaron a salir. Por eso, busca mostrar estos ejemplos positivos para que otros jóvenes sorteen los obstáculos que les pone por delante la salud y puedan usar el deporte como un motor para seguir adelante.
"El deporte es algo que te cambia la vida, de ayuda a crecer como persona, a conocer el mundo y a otras personas", dijo y compartió con ellos un mensaje. "Yo recomiendo probar, buscar la manera de que te pueda motivar el deporte, buscar la manera de que te guste, yo empecé por obligación y al final le terminé encontrando el gusto. Encontrar eso que te apasiona, y si realmente te gusta y tenés un objetivo, hacerlo hasta conseguirlo", indicó.
Cuando le preguntan por su futuro, por los ojos de Iñaki transcurre un mundo entero de oportunidad. "He dejado todo por natación, he dejado de lado los estudios para poder cumplir un sueño deportivo, hoy en día vivo de esto y por ahora quiero seguir con esto, deportivamente me puedo llegar a ver alguna manera, fuera de eso por ahora no sé, todavía estoy descubriendo nuevas cosas", detalló.
Y en el deporte, después de tantos galardones, busca la meta más ambiciosa: "el objetivo de mi vida es poder llegar a las Olimpíadas de París y si Dios quiere, ganar alguna medalla".
Adelante, historias que inspiran, es un ciclo de entrevistas realizado por LMNeuquén, LMPlay y Tecpetrol para contagiar las ganas de ayudar, superarse y transformar el mundo con acciones cotidianas. Deportistas, empresarios, educadores y activistas comparten cómo fue su camino para convertirse en referentes de sus comunidades.
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