Miles de petroleros asistieron al campus del sindicato en las chacras de Centenario. Hubo silencio y emoción. Marcelo Rucci despidió a su amigo.
Parecía un acto más de Petroleros Privados, una movilización de “sangre negra” impactante, con camionetas que llegaban de todos los rincones de la provincia. Pero no, esta vez, la larga fila de trabajadores, amontonada en chacras de Centenario, fue a despedir al velorio de su líder, el histórico Guillermo Pereyra.
Fue un sentido y silencioso último adiós, en el predio Richard Dewey que tiene el Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Neuquén, Río Negro y La Pampa, en el corazón de las chacras del pueblo de pioneros.
“Estaba trabajando y me enteré por los muchachos, la verdad todavía no caigo y no lo puedo creer. No pensé que esto iba a ser tan pronto”, se lamentó un joven de boina, de una de las decenas de empresas que se acercaron al multitudinario velorio.
La despedida de Pereyra convocó a miles de petroleros, esta vez no para un acto, ni una movilización, sino para solo darle el último adiós, en una fila interminable dentro del predio, que parecía un hormiguero de petroleros. Se calcula que fueron más de 3 mil personas.
Estaba previsto que el predio se abra alrededor de las 11, pero la gente comenzó a llegar antes, a la calle 7 entre ex Ruta 234 y Ruta 7, donde está emplazado el complejo de Petroleros Privados. El gobernador Rolando Figueroa lo despidió, también el de Río Negro, Alberto Weretilneck, e innumerables políticos.
Velorio: camionetas, camperas y orden
Los más viejos (muy pocos) lo conocían a Pereyra de años, incluso de haber compartido los primeros conflictos en los yacimientos, y los más jóvenes sólo por la huella que dejó este histórico sindicalista, que cambió el mundo del petróleo en la región.
Quienes acudieron al predio caminando (por el colapso de camionetas) pudieron darse cuenta de la cantidad de empresas que trabajan para Vaca Muerta. Desde operadoras, servicios y Pymes, todas estacionadas en las calles rurales y bajo las oxidadas alamedas de las chacras de Centenario.
No hubo órdenes ni bajadas de línea. Las empresas liberaron a los trabajadores para que pudieran asistir, por unas horas, a este multitudinario evento, donde no entraba ni un alfiler más en un sector de las diez hectáreas del campus recreativo. No había nada que reclamar, ni presionar, ni mostrar. Sólo agradecer y en silencio.
Silencio y largas filas
Filas enormes de petroleros se agolparon para ingresar al salón, donde se hizo un reservado velatorio para la familia, amigos y políticos cercanos. Desde afuera, algunos esperaban mirando el suelo, en los banquitos del moderno complejo.
Trabajadores con pasamontañas, gafas negras, camperas azules, algunos de servicio y otros de franco, desfilaron de a uno frente al líder. En las filas todos eran uno. Se notaba quizás por la ropa quienes ocupaban cargos jerárquicos y quienes venían de la boca del pozo. Pero esas tiras y chapas no importaron en ese momento.
Dentro del predio hubo orden, y quienes pasaron para despedir a Guillermo Pereyra, lo hicieron por empresas, para volver rápido a las camionetas, las traffics y hasta colectivos que llegaron de todas partes.
A Marcelo Rucci, secretario general del sindicato petrolero, se lo vio en silencio, acongojado y entre la multitud de trabajadores.
“Primero quiero pedirles disculpas, porque ayer no pude atender a los medios porque realmente no estaba bien”, sostuvo el sindicalista, en diálogo con LU5 luego de que dejara el velatorio.
Y acotó: “Hoy estoy despidiendo a un gran líder, una persona que personalmente la aprecio y la quiero muchísimo. Me cuesta porque transité muchos años con él, y queda la gran responsabilidad de seguir un legado, una obra que anunció Guillermo y que la tenemos hoy sobre nuestras espaldas”.
El lamento de Rucci: "No esperaba esta partida"
Rucci se lamentó por perder a quien consideró un amigo en vida y pese a que sabía todos los detalles de su enfermedad, sostuvo que aún está en shock y sorprendido por la partida de Pereyra.
“Esto ha sido un golpe muy duro nosotros más allá de saber que él venía con una enfermedad no esperábamos esto, yo hablé el día anterior con él por teléfono… uno no espera este tipo de desenlace”, expresó.
Hacia las 16, ya no quedaba nadie en el predio de Petroleros Privados y una extensa caravana los acompañó al cementerio de Neuquén. La familia había pedido pasar un momento más íntimo y se esperaba un cortejo familiar, ya sin tantas empresas, camionetas y la masa de esa “sangre negra”, que no es otra cosa que la base petrolera.
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