En un edificio a medio terminar de calle Sargento Cabral, cuya obra fue abandonada, hay varios ocupas. En el sector denuncian reiterados robos.
Los vecinos de la zona centro de Neuquén que viven en los alrededores de la calle Sargento Cabral, entre Jujuy y Fotheringham, sufren todos los días una pesadilla. En esa cuadra un edificio que nunca se terminó de construir alberga a unos 10 ocupas -aunque la cifra varía- quienes por las noches se pelean, hay gritos, ruidos, malos olores. Casi todos los de la cuadra fueron víctimas de robo y ya no saben qué más hacer.
El lugar se convirtió en un "aguantadero" y en los últimos meses se incrementaron los robos en la zona y a los vecinos del sector les cuesta mucho no señalar a esos ocupantes como los autores de los delitos. Es que el edificio tiene varios pisos y desde arriba se puede ver los patios y las casas de toda la manzana, e incluso alrededores.
Estas personas salen sorpresivamente desde un agujero en el tablón que oficia de pared para tapar la construcción. Sorprenden a cualquier distraído que pasa por esa cuadra y que no está atento al suelo.
Este martes, alrededor de las 11 de la mañana salieron por ahí abajo dos hombres, con botella de cerveza en mano y haciendo un ruido extraño. Fueron a comprar su bebida y se sentaron en la esquina de Jujuy a beberla. Algunos limpian vidrios, otros solo se quedan en la esquina. "Hola vecino", dijo uno de los ocupantes al cruzarse con un hombre.
Más Robos
Pero los robos se incrementan. Una vecina de la zona fue víctima de tres intentos de asalto en pocos días. El primero fue el jueves, luego el sábado y también el domingo. Siempre llamó a la Policía, pero los hechos se repitieron, incluso con ella adentro.
La mujer contó que se va a dormir todas las noches con un bate de beisbol detrás de su puerta, no puede descansar tranquila, a pesar de que ya invirtió en poner alambrado perimetral, alarma, botón de pánico y todo lo que estuvo a su alcance. "La única solución es vender tu casa de toda la vida e irte a un edificio", expresó desconsolada.
El desfiladero no tiene horario, entran y salen hombres, mujeres, tiempo atrás había niños también, ahora no los vieron. En un tiempo estuvieron colgados de la luz de un vecino, sacan agua de otro.
Los frentistas del lugar notan que les faltan cosas de sus patios, a otros les rompieron vidrios o portones. Y los negocios de la cuadra conviven con el miedo a diario, ya sea por ser víctimas de ataques o porque las víctimas sean sus clientes.
"La gente del barrio está cansada de hacer denuncias, está cansada del griterío. Ellos dicen que están en situación de calle, pero no se aguantan los gritos, las peleas. Y aparte los olores, pasás por ahí y siempre hay olor a perro muerto, un mosquerío", describió otro vecino consultado por LMN.
Ante algunas situaciones de peleas o gritos, los vecinos llaman a la Policía, pero "vienen y solamente pasan por la puerta, no entran", aseguraron.
Entre los últimos robos se llevaron una bicicleta, abrieron dos veces una camioneta a la que le robaron las cubiertas y otros elementos, y además hubo tres intentos de robar una vivienda y varios otros episodios.
Edificio desmantelado
El edificio de la calle Sargento Cabral va quedando desmantelado. Ya no tiene las ventanas, también se llevaron los cables y quién sabe qué otra cosa. "Es un tema que es muy difícil de solucionar", opinó un vecino, quien contó que ya hizo varias denuncias en la comisaría para pedir que solucionen esta situación.
Los okupas tienen dos ingresos, el agujero en el frente por el que deben tirarse al piso para ingresar. O también ingresan por un costado, donde la apertura puede ser más amplia y por la noche directamente lo sacan y se meten más fácilmente, incluso con bicicletas.
El lugar ya fue desalojado en dos oportunidades. La última había sido en agosto del año pasado. La primera había sido en octubre del 2022. "Los sacan, pero vuelven otros", denunciaron. Este miércoles por la mañana, incluso, la Policía nuevamente procedió a desalojar a quienes ocupaban ilegalmente esa propiedad.
Hoy los vecinos siguen esperando soluciones. Las versiones sobre qué pasará con ese edificio son dispares entre los vecinos de la zona. Algunos informaron que el dueño no vive en el país, y otros que está en juicio por lo que no puede hacer nada sobre esa construcción. Pero mientras tanto, la inseguridad y el miedo crecen en una zona céntrica que fue años atrás el escenario de grandes caserones de la ciudad.
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