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La Mañana Política

Neuquén y Río Negro rompen ideologías y reivindican la política

Poco a poco las palabras como “política” y “Estado”, tan desvalorizadas por la mala praxis de quienes la ejercieron y atacadas discursivamente por Milei en campaña, empiezan a considerarse como lo que debieran ser: herramientas para conjugar intereses en favor de la sociedad.

El 20 de noviembre del 2023, luego de la impensada victoria en las urnas del libertario y a pocos días de asumir la presidencia, Javier Milei ratificaba que YPF sería una más de las empresas estatales que sería privatizada en su gobierno. En ese entonces, cualquier idea de intervencionismo estatal era mala palabra.

El pánico inundaba el mercado energético, puesto que, de esta forma, una prolífera década de desarrollo público-privado, en torno al desarrollo productivo de Vaca Muerta - la segunda reserva de gas no convencional del planeta - padecía un innecesario riesgo.

A finales de enero de este año, el mercado recuperó el aire, luego de que Milei anunciara que YPF se mantendría estatal y no incluyéndola más tarde en la ley de bases, que puso en condición de privatización a una serie de empresas públicas como ENARSA o Belgrano Cargas.

La semana pasada, con la decisión de instalar la planta de Gas Natural Licuado (GNL) en los puertos de Río Negro, los fantasmas privatistas han quedado definitivamente atrás. Milei entendió que tener control estatal de la producción energética es un elemento estratégico vital para la política y la economía nacional.

Poco a poco las palabras como “política” y “Estado”, tan desvalorizadas por la mala praxis de quienes la ejercieron y atacadas discursivamente por Milei en campaña, empiezan a considerarse como lo que debieran ser, si se ejerce con responsabilidad: herramientas para conjugar intereses en favor de la sociedad.

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El Gobierno de Javier Milei continúa con la motosierra.

El Gobierno de Javier Milei continúa con la motosierra.

Finalmente, el tándem Rolando Figueroa - Alberto Weretilnek logró el primer gran acuerdo político entre provincias y Nación en la era Milei. De esta forma, la idea de total enemistad entre gobernadores y la gestión presidencial, que iniciaba con notoria hostilidad entre las partes, fue borrada.

Sea desde lo económico, para aumentar las exportaciones energéticas, promover el ingreso de dólares y con ellos destruir la inflación, o sea desde lo político, para darle un golpe de muerte al kirchnerismo de Kicillof en Buenos Aires, Javier Milei se ha permitido una excepción en su doctrina ideológica, impulsando una inversión público-privada para el transporte y exportación energética, que ronda los 40 mil millones de dólares, con epicentro no en Buenos Aires, sino en Río Negro.

La inversión más grande de la historia argentina, que tiene una importantísima participación estatal, es promovida por un presidente que hace pocos meses gritaba que el Estado no tenía, sin excepciones, absolutamente nada que hacer en la economía.

Traemos esta afirmación no con aires de revanchismo discursivo, sino para celebrar con alivio el hecho de que Javier Milei haya demostrado pragmatismo ideológico en sus decisiones.

El socialismo y el liberalismo son ideologías que, cuando se llevan al extremo, son perjudiciales para la sociedad. En cambio, cuando sus doctrinas son aplicadas según el contexto y con estrategia, pueden convivir para beneficio colectivo.

Cuando el liberalismo y el intervencionismo estatal extremos fracasan

Para reafirmar estos argumentos y, si específicamente de energía se trata, tanto el pasado en extremo privatista como el extremo intervencionista en Argentina tienen lecciones que no debemos olvidar.

El fracaso del liberalismo

En 1999, el presidente Carlos Menem concretó la privatización de YPF, que pasó a ser controlada por la española Repsol. Como el libre mercado -a pesar de que sus promotores lo idealicen en la teoría- no es perfecto, la lógica de maximizar ganancias y reducir costos hizo que la en ese entonces llamada Repsol-YPF se llene los bolsillos, mediante el agotamiento y depredación de todos los yacimientos de hidrocarburos convencionales (especialmente el de Loma de la Lata), sin reinvertir en nuevos procesos de exploración y perforación, para abastecer a los centros urbanos de la pampa húmeda y llevar así al sistema energético nacional y a la balanza comercial, a un proceso tendiente al colapso total.

Tan solo 11 años después, en el año 2010, Argentina perdía el autoabastecimiento energético, de la mano de la ideología del libre mercado y las filas de automóviles empezaron a acumularse en torno a las estaciones de servicio, que ya no podían proveer suficiente combustible.

Repsol confirmó el monto en una nota enviada a la Bolsa de Comercio.

Empezó allí un proceso deficitario, que llevó a que Argentina pierda miles y miles de millones de dólares todos los años, para pagar importaciones energéticas. Por cierto, dólares que el país nunca tuvo y que tuvo que pedir prestados.

Desde el año 1999 hasta inicios del 2024, el Estado Nacional desembolsó 170.000 millones en importaciones energéticas. En sí misma, esta variable podría resumir todos los problemas económicos de Argentina si, por ejemplo, a modo comparativo decimos que la deuda con el FMI es de solo 45.000 millones, casi una cuarta parte de lo desembolsado en subsidios energéticos.

El fracaso del estatismo

La historia también muestra que la ideología que promueve el intervencionismo estatal también puede tener aplicaciones nefastas: en la última década, al problema energético se le sumó que ante la presión que la inflación ejercía sobre el bolsillo de los argentinos, el Estado nacional tuvo la pésima idea de subsidiar el consumo energético (tarifas de gas, electricidad y valor del combustible) con emisión monetaria, avivando así las llamas de la inflación y sumergiéndonos en un ciclo de mentiras y autoengaños económicos, que llevó a que hoy estemos tratando de resolver la crisis económica más profunda de la historia de nuestra nación.

Las ideologías llevadas al extremo son totalitarias: imposibilitan el ejercicio de la política. A veces se aplican por seguir doctrinas teóricas inaplicables. Otras veces se usan como excusas para favorecer a quienes se alimentan de la desgracia ajena.

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Los subsidios de luz y gas tendrán topes de ingreso más altos.

Los subsidios de luz y gas tendrán topes de ingreso más altos.

Como sea, en el año 2013 inició en la provincia de Neuquén un proceso de producción energética carente de ideologías, que combina inversiones y esfuerzos de empresas públicas y privadas, cuyos frutos se evidencian con fuerza en el 2024, en el primer año de claro superávit energético, luego de 20 años.

Ahora, con el reciente acuerdo entre Nación, Río Negro y Neuquén, inicia el desarrollo de una serie de redes de plantas de producción de gas y transporte, exclusivas para la exportación, que duplicarán la producción energética argentina en pocos años y que hará que en menos de una década, Neuquén y Río Negro generen un volumen de exportaciones equivalentes a las de la pampa húmeda, poniendo así, fin a otra ideología muy perjudicial que ha dañado tanto nuestro país y que incluso ha provocado disputas y guerras civiles entre provincias: la ideología del centralismo y la concentración de poder económico del puerto de Buenos Aires.

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