Tres mujeres murieron quemadas tras un ataque de odio en una pensión del barrio porteño de Barracas. La cuarta víctima lucha por su vida.
La neuquina Andrea Amarante se convirtió en la tercera víctima fatal del crimen de odio del barrio porteño de Barracas. Tras dos años de discusiones y amenazas, el hombre que vivía al lado de las dos parejas arrojó el domingo 5 de mayo una bomba molotov en la habitación de las mujeres y provocó un incendio que terminó con la vida de tres de ellas e hirió gravemente a otra.
Después del ataque, que fue considerado como un crimen de odio, Fernando Barrientos intentó quitarse la vida al provocarse cortes en el cuello con una sierra. Sin embargo, se informó que ya fue dado de alta y sigue detenido por la muerte de Pamela Cobbas (52), Roxana Figueroa (52, pareja de Pamela) y la neuquina Andrea Amarante (43), que era sobreviviente de la tragedia de Cromañón.
Tras el incendio en el inquilinato, Andrea fue internada en terapia intensiva con quemaduras en el 75% de su cuerpo. Desde la Coordinadora Cromañón informaron que la neuquina era una sobreviviente de la masacre de Cromañón, el incendio que ocurrió el 30 de diciembre de 2004 en un boliche de Once durante el recital de la banda Callejeros.
“Andrea no percibió ayuda económica y tampoco es beneficiaria del Programa de Salud para víctimas de Cromañón. Andrea estaba en situación de calle y dormía donde podía. Veinte años después, a Andrea se le hicieron realidad todos los miedos y pesadillas”, expresaron desde Coordinadora Cromañón tras el ataque, que fue considerado como un lesbicidio.
Por el incendio, unas 30 personas tuvieron que ser evacuadas del edificio de Barracas y en total seis fueron derivadas a distintos hospitales. Sin embargo, las que revestían mayor gravedad eran las dos parejas de mujeres que eran el objetivo del ataque. Tras la muerte de Pamela, Roxana y Andrea, la cuarta víctima, Sofía Castro Riglós (50) sigue internada con quemaduras, aunque presenta una evolución favorable.
Otros vecinos del inquilinato, ubicado en la calle Olavarría 1621, explicaron que el hombre ya había amenazado a las dos parejas, a las que llamaba con términos despectivos, como "engendros", "tortas" o "gordas sucias" y a quienes criticaba por su orientación sexual. A su vez, aclararon que en la última Navidad habían escuchado amenazas por parte del hombre, que aseguró que las iba a matar.
Según se publicó, Barrientos está detenido, acusado de homicidio y lesiones graves, y el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N° 14, a cargo de Edmundo Rabbione, investiga el hecho.
Desde la Coordinadora Cromañón y otras organizaciones del colectivo LGBTIQ+ repudiaron el ataque y consideraron que se trató de un lesbicidio. En la ciudad de Cipolletti, las organizaciones se convocaron a marchar este lunes, a partir de las 18, en la Plaza de la Justicia. "No es libertad, es odio, Fue lesbicidio, el Estado es responsable", señalaron ante el pedido de justicia por las tres mujeres asesinadas.
A su vez, se organizó una campaña de donaciones para asistir a Sofía Castro Riglós, la cuarta víctima del incendio y única sobreviviente del ataque. "Sofia es la única sobreviviente a la masacre lesboodiante en Barracas. Antes tenía poco, ahora solo tiene la solidaridad y el apañe colectivo. Perdió a sus amigas, perdió sus cosas en el mismo fuego asesino y lesbocida. Tenemos que acompañarlas a reconstruir un lugar donde vivir. Estamos recaudando para los gastos del entierro de las compañeras Pamela, Roxana y Andrea. Que no les falte nada a quienes les quisieron sacar todo", señalaron desde la cuenta @redautoconvyorgaslesbianes.
Cómo fue el crimen de Barracas
Una crónica de la Agencia Presentes dio más detalles del ataque del pasado domingo. Según testimonios de la dueña del edificio, tanto Barrientos como las dos parejas pagaban a tiempo y tenían buen comportamiento con inquilinos. Sin embargo, otros vecinos indicaron que el hombre ya había tenido conflictos con vecinos anteriores y había golpeado a un vecino a quien agredía por ser homosexual.
El atacante y las cuatro mujeres vivían en cuartos contiguos y compartían, con el resto de los inquilinos, el baño y la cocina. Según indicaron algunos vecinos del edificio de Barracas a la Agencia Presente, cuando las mujeres lograron salir de la habitación incendiadas, "él les pegó y las empujó adentro al fuego de vuelta". Indicaron que al menos cinco vecinos intervinieron para lograr separarlas y llevar a las mujeres a las duchas, donde las mojaron para enfriarles el cuerpo quemado. Sin embargo, no pudieron salvarlas.
Según explica el informe, el hotel familiar de 20 habitaciones era un inmueble aristocrático con escaso mantenimiento. El alquiler tenía un costo mensual de 50 mil pesos, y albergaba a vendedores ambulantes, cartoneros y jubilados que compartían el baño y la cocina del edificio de tres pisos. Muchos llegaban al lugar tras haber sido desalojados o después de pasar tiempo en situación de calle.
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