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La Mañana River

No se bancaba a Bielsa, huyó de Boca, brilló en River y vive feliz en el campo

La Bruja Berti recordó el mensaje que años después le envió al Loco, su paso por los dos más grande y habló de su actualidad.

Sergio Berti pasó por Boca pero se destacó más en River, donde es muy querido. También actuó en la selección argentina y hoy vive alejado del ruido y del fútbol en una zona de campos.

La Bruja concedió una rica entrevista al diario La Nación en la que habló de su pasado, del presente y dejó perlitas imperdibles.

¿"Por qué duré tan poco en Newell's en mis inicios? "Porque no aguanté. Viajaba todos los días desde Villa Constitución al predio de Bella Vista, donde había que estar a las 7 de la mañana. Caí en la famosa Cuarta especial, donde estaban Berizzo, Franco, Lunari… Había un tipo que iba y venía con estacas, en el medio del campo, y encima después del entrenamiento tenías una tabla con 40 ejercicios de flexibilidad, todo con dibujitos. Te sentabas, te agarrabas el pie y te tenías que tocar el talón con la boca, era una hora y media más. Yo salía a las 5 de la mañana y volvía a casa a las 3 de la tarde, entonces no aguanté y pegué la vuelta, no fui más. Un día vinieron Griffa y Mastrantonio a buscarme a casa: hablaron con mi viejo, intentaron convencernos, me dijeron que me iban a poner en la Primera local, pero yo ya estaba encaprichado en no ir más. No estaba acostumbrado a ese nivel de exigencia, no quería saber nada. Con el tiempo me arrepentí y lo lamenté mucho", aceptó.

"El de las estacas era Bielsa. Siempre les cuento a mis hijos: mirá lo importante que era esa tabla de flexibilidad que hoy me cuesta agacharme y no puedo tocarme la espalda con las manos, mientras Bielsa mira todos los partidos en cuclillas, al costado del banco (risas)", comentó.

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"Nunca más me crucé con Marcelo. Sí le escribí un mail hace algunos años, cuando lo echaron del Lille, en un momento donde no la estaba pasando bien, para pedirle disculpas por no haberlo entendido en su momento. Que había lamentado, con el correr del tiempo, no aprender todo lo que él enseñaba. Me respondió con un muy lindo mensaje, al estilo Bielsa. Por más críticas que reciba de ciertos sectores, para mí es el mejor técnico que ha dado el fútbol argentino. ¿Por qué? Porque no se trata sólo de ganar, que igual ha ganado, sino de lo que enseñás y das. No es casualidad que donde va, Bielsa deja su marca, que hace escuela, que sus dirigidos guardan los mejores recuerdos, que haya una calle en Leeds con su nombre, los valores que transmite. ¡Cómo puede ser que el tipo se fue con su equipo peleando el descenso y la gente no quería que se fuera y pidiera por él!", destacó.

Sobre su etapa en Boca recordó: "Antes de Boca me probé en otros clubes. Fuimos en un tour por Buenos Aires con Néstor 'Pucho' Acosta, que fue el maestro más grande que tuvo la zona y que nos ha enseñado muchísimo a todos. Era el Bielsa del pueblo. Nos llevó a 3 o 4 chicos a probar. Recuerdo que fuimos en tren y paramos en un hotel en puente Pacífico. Pucho se levantaba e iba a comprar un kilo de naranjas, las exprimía y ese era el desayuno. Nada de remise, ni hotel pago, había que pelearla, creo que nos quedamos dos noches. Hicimos una prueba en Vélez, me vio Hugo Tocalli, le gusté pero no tenían pensión para darme. Y después fuimos a Independiente y me tocó enfrentar a Islas, Clausen, Villaverde, Trossero, Giusti, Marangoni, Bochini, Percudani y no me podían parar. Yo era muy rápido. Pegué dos tiros en los palos, mostré personalidad, me tiraban patadas y no me agarraban, y quedé. Justo a los pocos días Pastoriza firmó para Boca y dijo: 'A este pibe no lo vamos a dejar acá, lo llevamos'. Y fui a Boca. Con Tocalli me quedó una linda anécdota...", aseguró.

"Practicando con la selección de Passarella, un día me cruzo con Hugo en el predio de AFA y me dice: '¿Cómo estás, Sergio? Me acuerdo cuando fue a Vélez y no se pudo quedar porque no teníamos pensión'. No lo podía creer, ¿cómo podía ser que este tipo se acordara de mí, si me había visto una sola vez en su vida?".

"En Boca fui directamente a la Reserva, la dirigía el Conejo Tarabini, estaban Soñora, Tilger, Latorre, Are, Pico... Vivía en La Candela, y para hablar por teléfono tenía que ir al centro de Morón, las cosas costaban mucho más que ahora. Y venía para mi ciudad una vez por mes. Pero era lo que había y me adapté rápido, porque yo quería jugar al fútbol. Pastoriza me hizo debutar en Córdoba, al año de llegar, siempre de enganche. Y después Aimar me fue dando minutos, de hecho entré en ambas semifinales y en ambas finales de la Supercopa que Boca ganó en la cancha de Independiente. Sentía que se empezaban a cumplir los objetivos que me había propuesto".

Sobre su abrupta salida del xeneize confesó: "Hubo un problema en la pretemporada en Córdoba, y yo nunca fui de guardarme las cosas. No me gustaron algunas actitudes del cuerpo técnico de Aimar, y al final se volvieron 27 en avión y a otros tres nos tocó en micro, y no me parecía bien, por eso cuando llegué a Buenos Aires llamé al técnico de la Reserva y le dije que me iba. Aunque tuviera 18 años, sentía que merecía el mismo trato y respeto que Marangoni, por más figura que fuera. Igual, te aclaro, Aimar me parece una gran persona y no tengo problemas, pero en ese momento no me gustó lo que viví y me fui", blanqueó.

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"No fue tan sencillo. Tuve la suerte de que el Flaco Menotti me había visto jugar en un partido de Reserva y un día, caminando por la playa, se cruzó con Gustavo Mascardi, que recién empezaba como empresario. 'Usted que quiere incursionar en el fútbol, ¿por qué no compra a este pibe Berti, que es muy bueno y tiene problemas en Boca?'. El Flaco también le habló bien de mí a Passarella, y a los pocos días fuimos a hablar con Heller al Credicoop y Mascardi puso los 60 mil dólares y compró mi pase. Lo único que preguntó Heller es si detrás de esto estaba Ricardo Cosentino, que era amigo de Passarella. Yo le contesté que no sabía".

"¿Si estaba? Sí, estaba, aunque en ese momento no sabía demasiado. El primer encuentro con Daniel fue en Jonatan, la confitería que está en la plazoleta de Quinteros, a tres cuadras del Monumental. Yo estaba con mis zapatillas de lona, camperita de jean, el pelo largo, era un pibe, estaba muy nervioso, sentadito adentro. Y de golpe cayó Daniel con su nave, la dejó en la puerta, bajó con su perfume francés y traje italiano, y en ese momento no sabía si tirarme debajo de la mesa o salir corriendo. Venía el primer capitán de la selección en levantar la Copa del mundo. Dudé unos segundos. Se presentó y lo primero que me dijo fue si me animaba a jugar en River. '¿Cuándo empiezo?', le contesté. 'Mañana a las 9', me dijo. Era marzo del 90, ya había arrancado el campeonato, así que no podía jugar oficialmente, pero empecé a entrenarme con la Primera".

"No fue un trueque con Batistuta. Para nada, si entrené tres meses con Bati en River. Él se fue en junio del 90. Me costó al principio, a mí casi ni me conocían, me cambiaba aparte, no en el mismo vestuario, por ahí venían Leo (Astrada), que tenía mi edad, o Borrelli, o el Galleguito Vázquez, y me saludaban y me preguntaban qué hacía ahí. Después fui jugando los amistosos, tenía la suerte de convertir seguido, me sumé al vestuario con todos y ya en la pretemporada de junio estaba incorporado al plantel profesional como uno más".

Respecto a cómo fue pasar de Boca a River señaló: "No era fácil en ese momento cruzar de un lado a otro, me costó un poco entrar en la gente. El primer partido que jugué con la Reserva en el Monumental escuché el murmullo, incluso la gente cantó que habían echado al Negro Enrique para traer a un bostero. Por suerte, contra Defensor Sporting, en el Centenario, ida de octavos de final hice un gol en la Copa. De rebote. Tenía la virtud de estar en los rebotes, fue uno de los consejos que me había dado Daniel. Me decía: 'Vos ponete en el segundo palo, que la pelota cae casi siempre por ahí, porque alguno la peina, o la desvía, o la rechaza'. Y así metí varios goles enganchando rebotes. Hoy, cuando vemos partidos con mis hijos, se lo remarco, cuando se da un gol así: '¡Ves dónde estaba!'. Ese día tapó el arquero y me quedó el rebote para empujarla. Fue un buen comienzo, ganamos 2-1, pero en la revancha, en el Monumental, fui un desastre, por suerte pasamos".

En esa Copa terminaron perdiendo en semifinales con el Barcelona, en Ecuador, en un partido escandaloso. "Tremendo. Ganamos 1-0 acá, perdimos 1-0 allá, fuimos a los penales, el Polillita Da Silva metió el último: la pelota había pegado en el travesaño y picó adentro, pero el arquero salió corriendo a festejar, invadieron la cancha y en esa época no había VAR ni nada, entonces ahí mismo el partido se terminó, pero recuerdo haber visto cómo el disparo del Polillita picó adentro. Ese día nos habían llenado de sal y grasa el vestuario, estaba todo sucio, el micro no se metió hasta el vestuario, así que tuvimos que bajar caminando y nos tiraron de todo, y un jugador de ellos tenía un sacacorchos escondido en el pantalón y pinchó a varios compañeros. Así era la Copa antes, era muy jodido ir a jugar a Paraguay, Colombia, Ecuador, ahora cambió todo", evocó.

Ante la consulta de que en esa época por lo general River jugaba mejor que Boca, pero Boca terminaba ganando los clásicos, respondió: "Es cierto, dominábamos en el juego y casi siempre nos embocaban con un gol de esos imposibles. Muchos partidos fueron así, pero lo bueno es que al final nosotros salíamos campeones".

Sobre su mejor partido en River sostuvo: "Uno muy bueno fue contra Mandiyú, a comienzos del 94, un triunfo clave para terminar ganando ese Apertura del 93 que se definió a comienzos del 94. Ganamos 5-3 y metí dos goles, uno arrancando de mitad de cancha y terminé definiendo de zurda, arriba, en el primer palo".

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Desmintió luego haberse trompeado con Ramón Díaz. "Eso de que me agarré a trompadas con Ramón es todo mentira. Con Ramón nunca me peleé ni discutí. Él tenía una forma especial de manejarse, a lo mejor en algún momento pensó que le queríamos hacer la cama, estaba Enzo, y viste cómo es el ego de los ídolos, ¿no? Cuando uno quiere ser más que otro, pasa por ahí. Ramón era muy amigo de algún periodista que aprovechaba para meter comentarios en mi contra en sus programas y la gente lo escuchaba, pero nunca discutí ni me peleé con Ramón. En el 99 ya se habían ido casi todos los referentes y cada problema que había en River era mi culpa, entonces le dije a Mario Israel que no quería saber más nada, surgió la chance del América de México y me fui. Ni siquiera salí para ganar más plata, estaba cansado".

¿El compañero con el que mejor te entendí?. "Con Verón me entendía bien. En River, cuando Ariel pasó a jugar de enganche, lo mismo. Igual con Marcelo, con Juampi (Sorín) me entendí como con ningún otro por la banda. Al Negro Altamirano lo conocía de memoria: escuchaba el murmullo de la gente, y ya sabía que venía tocando pito como una locomotora por la banda. Y después, creo que les hice meter muchos goles a Crespo, Cruz y Salas, aporté mi granito de arena para que los vendieran en buenas cifras (risas)".

"Gallardo revirtió la paternidad de Boca pero lo fundamental es lo que vos lográs al final, el título. Y en esa época, las vueltas olímpicas las dábamos casi siempre nosotros. Ahora, te digo otra cosa: fíjate que Marcelo, más allá de todo lo que había ganado antes de la final de Madrid, incluyendo las tres veces que había eliminado a Boca en los mano a mano, va y le toca ir a jugar el partido más importante de la historia. Y si perdía, todo lo que había hecho, no valía de nada, o iba a quedar minimizado. Pero fue y lo ratificó ganando “el” partido de la historia. Porque la final de Madrid fue “el” partido de la historia. Es cruel el fútbol, porque si a River le hubiera tocado perder esa final, pocos se iban a acordar de lo conseguido antes. Madrid lo terminó de catapultar a Marcelo a la cima, porque como él mismo dijo, después de esa final no hay nada más".

Y agregó que esa final "La vi con mis hijos, en casa. Sufriendo, porque tenés más palpitaciones mirando un partido que corriendo. Al menos eso me pasa a mí. Te sale el jugador de adentro, las ganas de que las cosas salgan bien. Más en la final de la vida. Nicola y Gianfranco, los más grandes, que son bastante fanas, habían ido al Monumental las dos veces que se suspendió, sábado y domingo. Ya a Madrid no fueron y lo vimos en casa. Además, a veces la transmisión ahí viene con algún delay, entonces tenés que estar cerrando todo para no escuchar si alguno grita el gol. La verdad que lo sufrí más que cuando jugaba, porque en la cancha sabés lo que estás haciendo, pero desde afuera no podés hacer nada. Con los años tomé un cariño eterno a River, siempre agradecido por todo lo que viví y me dio".

Por último sobre su presente comentó: "Vivo en Villa Constitución, mi ciudad, desde hace 20 años. O sea: desde que me retiré en 2002 me instalé acá. Estoy con un proyecto personal, viajaba mucho a Uruguay, pero se cortó con la pandemia y espero reactivar el tema ahora, ya sin restricciones. Vine acá porque tengo a mis viejos, a mis hermanas, a mis suegros, aunque soy consciente de que se me hace muy difícil estar en el medio del ruido a la distancia, por eso no sigo vinculado al fútbol".

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