La inusual postal en la capital francesa.
Una hilera de carpas y casuchas en cartón, chapa y madera asoma al borde de una autopista. La imagen podría ser una postal de cualquier gran urbe latinoamericana, pero este paisaje de miseria se sitúa en París, la capital de la sexta economía mundial.
Entre 1200 y 2400 personas, en su mayoría solicitantes de asilo de nacionalidades varias, viven en condiciones indignas en los alrededores de la Porte d’Aubervilliers, en la frontera noreste de la ciudad, en asentamientos temporales que se han convertido en "una villa miseria a cielo abierto", según denunciaron las asociaciones.
En noviembre, Emmanuel Macron prometió desmantelar estos asentamientos y brindar "refugio incondicional" a sus habitantes. Pero tras un primer gran desalojo en la vecina Porte de la Chapelle y en la denominada "colina del crack" -un punto de consumo de drogas cercano-, las promesas quedaron en suspenso. Los chalecos amarillos, el inicio de un paro de transportes indefinido y las protestas por la reforma previsional mantuvieron ocupado al gobierno en estos últimos meses. Mientras, la situación en la Porte d’Aubervilliers no hizo más que degradarse. A las bajas temperaturas y las condiciones insalubres, se sumó la llegada de nuevos residentes, inmigrantes desahuciados, y la difícil convivencia con los adictos desalojados de la "colina del crack".
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