El oscuro y temerario submundo donde desapareció Luciana
Se cumplen 90 días de la desaparición de Luciana Muñoz y la investigación se encuentra en una meseta donde se analiza y coteja mucha información.
A tres meses de la desaparición de Luciana Muñoz, fiscalía y Policía continúan investigando. Su paradero es un misterio, pero el entorno en el que movía se rearma. Es oscuro, repulsivo y temerario. Se trata de un submundo marginal y de adicciones donde Luciana sobrevivió como pudo.
Mientras más se conoce de los manejos de ese entorno violento, cada vez queda más claro que la joven era una víctima de alto riesgo y romper el círculo de temor y silencio no será una tarea sencilla. Repasemos la causa hasta sumergirnos en las profundidades de ese submundo.
Meseta investigativa
En investigación criminal cuando se llega a la meseta investigativa es porque hubo elementos que no permitieron esclarecerla con las medidas iniciales.
En esta fase, se analiza minuciosamente la evidencia recolectada. Se revisa y repasan los registros telefónicos, las entrevistas, se analiza toda la información vinculada a redes sociales con la finalidad de encontrar patrones de actividad, nuevas pistas o inconsistencias.
Todo esto es un trabajo que requiere de paciencia y mucha atención porque los detalles son claves porque podría permitir nuevas conexiones que eviten que el caso se estanque.
Los días y las horas en la investigación
Cuando se observa hacía atrás la causa, que la investigación esté en una meseta hasta es alentador porque a esta altura tranquilamente podría estar estancada.
Policía y fiscalía hacen público poco y nada de los avances que obtienen puertas adentro, debo asegurar que hay datos que obviamente no se pueden develar, pero que sostienen una hipótesis criminal lógica y compleja de destrabar.
Repasemos todo lo que se tuvo que remontar.
Luciana llevaba 14 días sin celular, por lo que para contactarse con sus conocidos utilizaba las aplicaciones del celular de la abuela.
Es decir, cuando salió de la casa de su abuela, el rastro de Luciana se desvaneció. En un mundo donde la tecnología permite reconstruir nuestro día a día, contactos, gustos y elecciones, Luciana era un punto ciego.
La desaparecieron el 13 de julio a eso de las 9:30. La denuncia se radicó la madrugada del 16 de julio.
En este punto, se perdieron las 72 horas claves de la investigación.
Si la víctima hubiese sido de bajo riesgo, por lo general en las primeras 24 horas la asesinan. Casuística pura.
Pero al ser Luciana una joven de alto riesgo por su adicción a la cocaína y el submundo marginal en el que se movía, la expectativa de vida pasó de 3 a 10 días.
En paralelo a la denuncia, la mamá aportó un video donde aseguraba que era su hija. Toda la actividad investigativa se centró en reconstruir el rastro de la joven del video.
Después de cinco días se comprobó que no era Luciana, era una mujer de 30 años a la que se ubicó y en la entrevista detalló todo el recorrido que la Policía había reconstruido.
Esos ocho días de ventana, sumieron la investigación en un abismo, reconocido oficialmente por la propia Policía.
Incluso, a partir del día diez descubrieron que el círculo íntimo de la joven no brindaba toda la información del caso.
En la actualidad, a tres meses de la desaparición, los investigadores están convencidos de que hay información que por temor no brindan y eso tienen que ver con el ambiente marginal en el que se movían.
Cámaras, recompensa, pistas falsas y avistamientos
En el derrotero de la investigación y producto de la ventana temporal, los pesquisas, perdieron la posibilidad de recuperar varias cámaras de seguridad particulares, porque sus registros se regraban cada 48 o 72 horas.
Esto hizo imposible reconstruir los últimos movimientos de Luciana la mañana del 13 de julio. Si a esto se suma que no tenía celular, estamos en una variable de complejidad no deseada.
En el devenir de la causa también surgió la rápida puesta en escena de una recompensa que comenzó siendo irrisoria porque solo se ofrecía un millón de pesos y una semana después escaló a los diez millones.
La recompensa no logró demasiado, es más, para los investigadores fue una carta importante mal jugada. No se lograron grandes datos y a esta altura de los acontecimientos no esperan que nadie se arriesgue a brindar datos por ese monto.
“Si la quieren actualizar (a la recompensa), tienen que hacer una apuesta fuerte y definitiva. Tendrían que ofrecen unos 100 millones de pesos de base, de lo contrario la gente de ese ambiente no va a hablar”, confió una fuente a LM Neuquén.
En medio de la difusión masiva del rostro de Luciana comenzaron a llover llamados a los que la Policía debía acudir de inmediato a cada uno de los lugares. El efecto de los “falsos avistamientos” tuvo momentos muy álgidos y desde hace poco más de un mes mermó considerablemente hasta hace un par de semana.
Un llamado de una mujer alertó a las autoridades de que había visto a Luciana, en determinado lugar del oeste neuquino que no develaremos por cuestiones investigativas.
La descripción de la mujer roza el absurdo. Luciana iba supuestamente en una moto, con pantalón de jean, campera, casco y lentes. ¿Cómo hizo para ver el rostro de Luciana es un misterio?
Todo lo descripto hasta acá, fue en paralelo a los rastrillajes que se realizaron durante semanas en la zona de El Choconcito en la vasta e indómita meseta neuquina.
También durante la investigación surgieron pistas falsas que ubicaban a la joven en Mendoza, una mochila que supuestamente era de ella y apareció en la zona de Confluencia. A esto se suma el hombre que llamó de tres lugares distintos indicando que la joven estaba retenida en una vivienda del oeste neuquino. Cuando los pesquisas llegaron descubrieron que la casa era la del mismo hombre que llamaba y que tenía problemas mentales.
Y, por último, la vidente Salazar que engañó a la familia paterna de Luciana y estuvo paseándolos por la meseta tras plantar prendas de supuestamente fueron de la joven.
El submundo de las drogas
Sumergirse en el mundillo en el que se movía Luciana y otras jóvenes más es una tarea que se debe hacer eligiendo cada una de las palabras porque un relato crudo puede resultar devastador para el lector. Les aseguro que es un mundillo descarnado.
Primero hay que recalcar que la cocaína está haciendo estragos en Neuquén y en las zonas más humildes esta problemática está invisibilizada. Luciana trajo a escena no solo el hecho de que la
cocaína arrasa vidas sino también de la violencia del entorno en el que se vive.
De acuerdo con la información a la que accedió este medio, Luciana todos los días veía la forma de conseguir cocaína y arrancaba para el lugar donde le ofrecían droga a cambio de lo que fuere.
De hecho, tuvo un novio que está con preventiva por falso testimonio y entorpecimiento de la investigación, que está vinculado al mundillo del narcomenudeo.
En ese ambiente, hay al menos unos pocos conceptos claves que describen como son las cosas.
“¿Qué pinta hoy?” Era una de las preguntas recurrentes que no solo utilizaba Luciana sino también algunas de sus amigas de ese ambiente.
Por lo general, la respuesta era una invitación de un hombre que tenía droga porque había comprado o alguno que se dedicaba a la venta.
Esa invitación tenía un subtexto obvio para la gente de ese mundillo, la juntada que incluía alcohol, droga y sexo.
“El instale”, otra de las expresiones que usan en este submundo, tiene que ver con quedarse en la casa de algún conocido que vende o de un amigo del dueño del kiosquito.
Esos “instale” duraban tres o cuatro días y el eje era el consumo de drogas. Como muchas jóvenes marginales no tienen para pagar, trocaban los consumos por sexo. Las descripciones de esas largas jornadas de consumos varios son escabrosas.
“Te arruino”, es una de las amenazas típicas de los que manejan la droga que obviamente no regalan ni una dosis.
Plata o plomo, no es solo una expresión en mundo narco, es una realidad. “A los que no pagan, con lo que sea, se los arruina”, confió una fuente de la investigación.
El arruinar es meterle un par de tiros en las piernas al que se quedó con un vuelto, debe guita o droga. Literalidad pura.
En el ambiente delictivo, los ajustes de cuenta tenían esta modalidad. Le daban un par de tiros en las piernas al que rompía el código o invadía territorio con la finalidad de demostrar poder y que quede claro el mensaje.
En el submundo donde se movía Luciana a las chicas que adeudaban droga o la robaban por desesperación, las arruinaban. Es por esto, que se supone que Luciana se quedó con un vuelto y cuando la quisieron arruinar se les fue la mano, la mataron y luego desaparecieron el cadáver.
La suerte en desgracia que corrió Luciana genera mucho temor en ese submundo donde el silencio es una forma de sobrevida. Acá, los vecinos que no están metidos caminan con la mirada puesta en el suelo para no tener que ver nada que los complique. Además, mirar a los ojos a determinados personajes de ese mundillo es una forma de desafiarlos y eso trae aparejados problemas.
Por eso, en tamaña marginalidad nadie ve ni dice nada. En definitiva, sobrevivir también es una forma de vida.
Por todo eso, es que se habla de una investigación compleja que puede llevar tiempo y en la que obtener testimonios develadores no será una tarea sencilla.
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