Luciana Muñoz: un silencio que estremece
La desaparición de Luciana Muñoz obliga a repasar elementos claves que permiten que su ubicación y destino final sea un secreto de temer.
A 67 días desde la desaparición de Luciana Muñoz solo podemos afirmar que quienes están detrás de este secreto son personas pesadas a las que le temen en ambientes marginales por eso hay un silencio que nadie rompe y que estremece a muchos.
Un secreto se puede sostener siempre y cuando sea compartido por unos pocos que comprendan las consecuencias que conllevaría ventilarlo. El temor que genera las consecuencias de su develamiento, es lo que fomenta y sostiene el silencio.
Entender la desaparición
Tratemos de entender qué ocurre en la desaparición de Luciana Muñoz. Por qué una joven puede desvanecerse sin que nadie sepa nada.
Comencemos entendiendo que Luciana era una víctima de alto riesgo por su adicción a las drogas y por manejarse en un ambiente de extrema marginalidad.
Su condición de adicta la puso en un lugar no solo de vulnerabilidad sino de mucho riesgo que es manejado por personas sumamente violentas.
En estos ambientes donde reina la droga, los códigos son sencillos, violentos y mortales. Plata o plomo.
Pero en el caso de Luciana se podría sumar un elemento más que es la violencia de género. Hay información que da cuenta de una relación con Maximiliano Avilés, detenido y acusado por falso testimonio.
Las pesquisas hasta el momento dan cuenta que Luciana, la última noche que fue vista con vida, discutió con Avilés que pretendía retomar la relación que ella había terminado hacía un mes. Tras el fastidio y la frustración de la negativa de Luciana, Avilés la llevó hasta su casa.
Esa madrugada del 13 de julio, está comprobado y hay testimonios, Luciana se juntó con un hombre a consumir alcohol y drogas y a la mañana se retiró de la vivienda.
En inmediaciones de ese lugar, la tecnología ha situado a Avilés. ¿Qué significa esto? Que, sumado a sus mentiras, Avilés es un potencial sospechoso.
Silencio, que no es silencio
Ahora, hay otra pregunta que nadie responde: ¿Por qué nadie habla? ¿Por qué se mantiene el silencio? La respuesta es simple: hay mucho temor.
Repasemos. Del círculo íntimo de Luciana, los investigadores fueron obteniendo información a cuentagotas. De hecho, para que la fiscalía y la Policía estén paradas donde están hoy, se tuvo que hacer un arduo trabajo y de los detalles surgen elementos de que dan cuenta de una trama tan marginal como lúgubre.
El silencio, que más que silencio es temor, es lo que más estremece porque demuestra que hay gente dispuesta a todo por mantener el secreto. Quienes habitan esos espacios, entre la marginalidad y las adicciones, saben que hay códigos que no se rompen.
Este silencio no se rompe con una recompensa, ni con amenazas burdas de letrados mal dormidos y menos con la intervención mística de una clarividente de mala fama.
Este silencio requiere de tiempo, paciencia, valor y oportunidad.
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