Luciana Muñoz en el espejo de Cristina Isabel González
Dos casos que se entrelazan en los extremos de la marginalidad, la adicción, la violencia y una larga búsqueda por la indómita meseta.
Mientras los días se suceden en la búsqueda de Luciana Muñoz, desaparecida el pasado 13 de julio y cuya denuncia se radicó 72 horas después, a la memoria arriba el caso de Cristina Isabel González. Seguramente nadie lo recuerde porque fue un femicidio en el corazón de la marginalidad y en las entrañas de la meseta neuquina.
El femicidio de Cristina González no tuvo prensa ni impacto en las calles. No hubo seguimiento del día a día ni se consultó si había rastrillajes.
En el caso de González, solo trabajó Seguridad Personal de la Policía y la fiscalía de Homicidios. Un dato revelador fue vital para el esclarecimiento.
Sus vidas tienen condiciones parecidas como la marginalidad, la violencia, las drogas y un territorio indómito y extenso, teniendo en cuenta que la principal hipótesis es que Luciana también fue descartada en ese escenario por lo que su búsqueda podría ser de largo aliento.
De invisibles y marginales
Cristina González y su femicida, Mario Oscar Gerbán, vivían en la extrema pobreza con problemas de adicciones, alcoholismo y violencia crónica.
Cristina estaba inmersa en el círculo de la violencia y tan perdida en las adicciones que no podía vislumbrar que debía escapar de esa situación.
Sus hijos estaban bajo el cuidado de su madre y ella con Gerbán sobrevivían en una casilla de la manzana 30 de Colonia Nueva Esperanza, en la meseta neuquina. Eran invisibles para toda la sociedad y el Estado.
Su existencia solo se hizo visible cuando, el 29 de noviembre de 2022, la hermana de Cristina denunció su desaparición en la Comisaría 20 del barrio Parque Industrial.
La habían visto con vida por última vez el 16 de octubre de ese año cuando compartió un almuerzo familiar por el día de la madre.
Las largas ausencias de Cristina habían hecho callo en su familia por lo que recién un mes y medio después radicaron denuncia cuando no pudieron ubicarla.
En el caso de Luciana se repiten las adicciones con una relación familiar disfuncional producto de los consumos. También existió violencia familiar, pasó noches a la intemperie y finalmente se refugió en la casa de la abuela. Todo esto y mucho más se pudo obtener con el pasar de los días porque la familia no aportó toda la información, por lo que fue otro escollo que tuvieron que librar los investigadores.
Otro de los elementos que se repiten son las ausencias, en el caso de Luciana se extendían por un par de días. La falta de contención y los consumos la dejaron en una situación de extrema vulnerabilidad y de alto riesgo.
Otro nexo entre ambas mujeres es que estaban sin celular, lo que las transformó en puntos ciegos en medio de una sociedad vigilada electrónicamente. Todo es precariedad.
El Choconcito
En el caso de González, para los pesquisas todo fue cuesta arriba. No había un solo rastro que permitiera dar con la mujer o tener certeza sobre la suerte que había corrido.
Cristina González terminó apareciendo cinco meses después, el 16 de marzo de 2023. Estaba enterrada a la orilla de un basural a cielo abierto lindante a Colonia Nueva Esperanza, en la zona conocida como Choconcito. En ese sector también están buscando a Luciana Muñoz.
Ningún investigador quiso presumir de nada en el caso de González y la sinceridad fue extrema.
“Creeme que no había por dónde buscarla. Por suerte surgió un dato develador, si no, creo que no la encontrábamos más”, confió una fuente de la investigación a LMN.
Esa persona clave que se quebró después de cinco meses fue el sobrino de Gerbán que acudió a contarle todo a la fiscal Eugenia Titanti, que dejó todo sobre ruedas para llevar la causa a juicio y luego se marchó a la Fiscalía de Delitos Sexuales donde se desempeña actualmente.
El joven reveló que no recordaba bien, pero todo ocurrió una noche fría entre el 18 y 25 de octubre. Gerbán lo fue a buscar para que lo ayudara a descartar el cadáver y le reveló: “Se me fue la mano, discutimos, le pegué y la ahorqué”, después le dijo: “alcánzame la carretilla” y así la trasladaron hasta el lugar donde la enterraron.
El sobrino de Gerbán guio a los policías hasta el lugar, todos se sorprendieron y volvieron a ratificar que de no ser por ese quiebre jamás la hubiesen encontrado.
Con esa información se lo detuvo a Gerbán que confesó el femicidio y a días del juicio asumió la responsabilidad y le dictaron prisión perpetua.
Búsqueda de Luciana
En el caso de Luciana, hubo tiempos críticos para buscarla que se agotaron sin que la fiscalía y la Policía pudiera articular medida alguna.
En este caso se corre de atrás con una ventana de tiempo de tres días si se cuenta la denuncia y se podría escalar a cinco o más días si se tiene en cuenta que hubo información vital que no fue aportada por su entorno que está bajo sospecha.
Al igual que en el caso de Cristina Gutiérrez, a Luciana la buscan, ya sin expectativa de vida, en el Choconcito un amplio e indómito sector de la meseta.
Por ahora, los pesquisas llevan 48 horas rastrillando esa zona con personal a pie, caballos, motos y drones, pero todavía no hay ninguna novedad. Que se busque allí con tanta precisión no es algo azaroso, sino por un dato que surgió, reservado, y que tiene ciertos indicios de utilidad, aunque a 18 días de la desaparición y con varias pistas andadas y desandadas los investigadores prefieren mostrarse cautos porque saben que esto puede ir para largo.
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