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La Mañana

Bergoglio desmiente colaboración

El cardenal primado de Argentina negó haber tenido algún vínculo con el secuestro de dos religiosos jesuitas por parte de represores cuando era jefe de esa orden en la última dictadura.

De esta forma, el arzobispo porteño cuestionó la acusación hecha por Horacio Verbitsky en uno de sus libros.
 
Buenos Aires (NA) > El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, desmintió públicamente por primera vez la acusación que lo vinculaba con el secuestro de dos sacerdotes de su orden durante la última dictadura militar.
Se trata de los padres jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes aparentemente se negaron a cumplir con su orden de dejar la villa del Bajo Flores, donde desempeñaban su tarea pastoral.
En 1976, Bergoglio era el jefe de esa orden en Argentina y como nunca antes lo había hecho se refirió a esa etapa en el libro "El Jesuita", de los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin, que saldrá a la venta en las próximas semanas.
La acusación fue realizada también en un libro por otro periodista, Horacio Verbitsky, quien aseguraba que Bergoglio había comunicado a los militares que los curas ya no tenían el amparo de la Iglesia, allanando el camino para su secuestro.
"Yorio y Jalics estaban pergeñando una congregación religiosa y le entregaron el primer borrador de las Reglas a los monseñores Pironio, Zazpe y Serra. Conservo la copia que me dieron", explicó.
Y agregó: "El superior general de los jesuitas (el padre Arrupe) dijo que eligieran entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús, y ordenó que cambiaran de comunidad. Como ellos persistieron en su proyecto, y se disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía. Fue un largo proceso que duró un año y pico, no una decisión expeditiva mía".
 
Pedido de cuidado
Bergoglio recordó que era el 19 de marzo de 1976, por lo que "faltaban cinco días para el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón" y, ante esos rumores, el cardenal afirmó que les dijo "que tuvieran mucho cuidado" por lo que estaba ocurriendo en el país.
"Les ofrecí, por si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de la Compañía", indicó.
"Afortunadamente, tiempo después fueron liberados, primero porque no pudieron acusarlos de nada y segundo porque nos movimos como locos. Esa misma noche en que me enteré de su secuestro comencé a moverme", concluyó.

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