"Trabajo había, lo que no había era dinero", recuerda Pablo Steiner, quien vivió en Neuquén y San Martín de los Andes. Hace 20 años atravesó una dura situación económica y decidió irse del país.
Antes de irse a Barcelona, Pablo “Coco” Steiner vivió el estallido de la crisis del 2001 en el barrio Santa Genoveva de Neuquén. Venía de San Martín de los Andes, donde los últimos años la había intentado remar con la temporada de nieve, hasta que el 5 de enero de 2002 se subió a un avión y llegó a España. Ahí construyó su nueva vida.
“Trabajo había, lo que no había era dinero, se pagaba poco”, recuerda Pablo, de 57 años, en una entrevista con LM Neuquén, mientras intenta describir la forma que tenía la economía argentina por aquella época, incluso un par de años antes de la gran crisis.
“Se vivía con irregularidad. Nada te hacía proyectar ni prever nada. No fue una decisión de un día para el otro porque yo ya estaba con problemas de trabajo hace un año o un año y medio. Yo vivía de temporadas y venía de un año de malas temporadas. A veces acumulaba las deudas dos o tres meses y las podía pagar recién en temporada cuando hacía dinero, pero era algo bastante normal. Así venía viviendo hace dos años y ya estaba harto”, cuenta. Y aclara que, en estos tiempos, sus amigos y allegados que se mantienen en San Martín de los Andes “ahora están estables”.
Pablo nunca tuvo un trabajo fijo y estable sino que en general se dedicó a varias cosas, desde el snowboard, pasando por la carpintería y, ahora, también a las impresiones 3D con sus maquinarias propias.
La situación económica -como a tantos otros- le venía jugando una mala pasada un año antes del estallido y, por eso, en septiembre del 2001, ya había tomado la decisión de irse de Neuquén y de Argentina. En ese contexto, España se proyectaba como un lugar de mayor estabilidad y, de hecho, acogió a miles de inmigrantes argentinos. “Éramos un montón”, afirma Pablo. Hasta que pudo concretar la documentación necesaria para entrar a Europa, sus tiempos se fueron atrasando y finalmente transitó en Neuquén capital, donde vivían su madre y su padre, los peores días de la crisis que se avecinaba.
Del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Neuquén, Pablo tiene la imagen intacta de las fuerzas de seguridad apostadas sobre los supermercados Topsy, intentando detener los saqueos.
“Flipábamos todos. Me acuerdo que con mi hermano nos quedábamos en la puerta del dúplex y ver las caceroladas ahí en la calle. Después recuerdo ir al Topsy y ver a la Policía con cascos, que parecía el Ejército, con chalecos anti balas, ametralladoras. Parecía una ciudad sitiada”, rememora.
Cuando pisó Barcelona, Pablo no tenía ningún camino certero por el que seguir, pero un año después -y tras haber recorrido distintos trabajos- ya había conseguido una estabilidad económica que le permitió comprarse su auto y alquilar un departamento. Vivió cinco años en Andorra, uno de los lugares más elegidos para hacer temporada de esquí y deportes de nieve. Ahora está instalado en La Garrotxa, una comuna a unos 120 kilómetros de Barcelona.
También escapó de la crisis de España
El migrante neuquino reconoce que extraña algunas cosas de Argentina, sobre todo la naturaleza de la Patagonia y la inconfundible cordillera, aunque realmente ya no encuentra una conexión con el país ni cree volver próximamente.
Si bien durante el primer tiempo de su partida visitaba la región cada año, ya que venía a visitar a su padres a Neuquén, luego dejó de venir ya que ambos fallecieron y sus conexiones familiares fueron cada vez menores. Actualmente, uno de sus hermanos vive en Bariloche.
"Mi padre no tenía una mala jubilación, eran 900 euros (en aquel momento, equivalentes a 900 pesos). Cuando yo vine, estuve un año y medio mandándonle dinero porque de golpe le pagaban 300 pesos, 300 dólares en ese momento, pero no le alcanzaba para nada. Me acuerdo que le mandaba 100 euros, para mí no era nada y para ellos era un montón", cuenta.
Antes de que la crisis económica también sacudiera a España en 2008, Pablo volvió a armar sus valijas y en 2007 tomó un avión a Argentina -de ida- y así escapó de la segunda crisis económica, esta vez de Europa. Se quedó hasta 2014 entre Neuquén, General Roca y San Martín de los Andes ya que había logrado una estabilidad con su entonces pareja, hasta que se separaron. Y entonces volvió a vivir a España.
La última vez que visitó San Martín de los Andes fue en 2015 y ya no regresó. Aunque Pablo recuerda algunas complicaciones económicas previas a la crisis de España, subraya que en el país europeo la situación no fue la misma que la de Argentina en 2001 y que, en realidad, el problema "no es económico, sino cultural".
"Yo cuando volví (a España) me di cuenta que la crisis no cambió mucho acá. Yo llegué y había trabajo. Eso no cambió, lo que sí cambió es el 'tirar manteca al techo', pero trabajo siempre hay", plantea. "Ahora no vuelvo a Argentina por una cuestión cultural, ya no podría vivir ahí".
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