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El obispo de Neuquén rezó por un "cambio de sociedad"

Monseñor Fernando Croxatto recordó a Karina y Valentina, víctimas del doble femicidio de Las Ovejas. 

A tres años del doble femicidio de Las Ovejas y ante un nuevo caso de femicidio en Neuquén, el obispo Fernando Croxatto rezó por un “cambio en la sociedad” que ponga un freno a los femicidios.

El lunes pasado el obispo de Neuquén estuvo en Las Ovejas en el acto en memoria de Karina y Valentina Apablaza, madre e hija víctimas de un doble femicidio, al cumplirse tres años de su asesinato perpetrado por Lorenzo Muñoz.

El acto se llevó a cabo en la plaza de la Memoria “para recordar y reflexionar sobre el femicidio de Karina y Valentina, que nos hirió para siempre”, según manifestó el obispo. Durante la jornada también se colocó una bandera en el lugar donde fueron asesinadas. Además, hubo mensajes y acciones en redes sociales para recordarlas.

En sus declaraciones, monseñor Croxatto reflexionó sobre la palabra de Dios e invitó a hacer “juntos un camino distinto, a renovarnos como sociedad”. “Todos tenemos que convertirnos”, aseguró Croxatto, quien agregó: “En primer lugar los hombres, que son la causa principal de estas situaciones, pero también toda la sociedad, empezando por cambiar el corazón, como nos enseña Jesús en la cruz”.

Plaza de la Memoria en Las Ovejas (1).jpg

Según publicó la agencia de noticias AICA el obispo también compartió un extracto de un mensaje de mujeres católicas de Neuquén, que se titula “Territorios abiertos a la violencia”, publicado luego de uno de los últimos femicidios que sacudieron a la sociedad argentina.

“El mensaje toma un posteo del psicoanalista Pablo Peusner, que se interrogaba en relación al femicidio de Úrsula Bahillo, quien denunció en 18 oportunidades a su femicida Matías Martínez y advirtió que no alcanzó”, informaron.

Ese psicoanalista se hace tres preguntas: “¿Cómo funciona la justicia en nuestro país que 18 denuncias no pueden impedir un femicidio? ¿Por qué es tan frecuente que haya hechos de violencia homicida protagonizado por miembros de las fuerzas de seguridad? Los hombres, ¿Estamos haciendo lo necesario para que estas situaciones se terminen de una vez?”.

En base a estas tres preguntas, el mensaje de las mujeres católicas reflexiona sobre la formación de las fuerzas de seguridad, cuyos espacios educativos las “segregan” convirtiéndolas en “especiales” o “diferentes”.

En un tramo de ese escrito las mujeres se refieren también a Justicia y relatan: “La mujer va y denuncia, la citan para evaluarla, para ratificar, se ponen las medidas de restricción de acercamiento y los rondines que efectivamente lleva a cabo la policía. La víctima está siendo controlada por el sistema judicial y por las fuerzas de seguridad. Su vida ha quedado expuesta a una serie de agentes del Estado, a veces por muy largo tiempo. La conocen en la comisaría, en la salita, en los ministerios como el de Desarrollo, en la Línea 148. Se sabe de su vida en distintos espacios públicos; si bien existe la confidencialidad de la información, la víctima cede de su intimidad a fin de que el Estado la proteja”.

“¿Y qué sucede mientras tanto con el agresor?” plantean las mujeres católicas de Neuquén, quienes respondieron que “muchas veces nada”. “Porque resulta que hasta tanto el denunciado no reciba, abra la puerta de su domicilio y firme la notificación, no le cabe ningún apercibimiento de los que constan en las medidas de protección que puso la justicia. Es decir, que nada ocurre para él. Entonces debemos pensar en cómo se podría subsanar este inconveniente gravísimo para las víctimas, que de esta manera quedan atrapadas y confundidas en el ‘como si’ estatal”, advierte el documento que hoy, ante un nuevo femicidio toma aún más relevancia.

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Además, las mujeres católicas recordaron en ese documento compartido por el obispo que “el cambio cultural es una semilla a cultivar a través de la puesta en tensión de todas las prácticas y en cada uno de los espacios sociales, desde las familias, las instituciones todas y en cada espacio público y privado”.

“Cuestionar nuestras formas, la manera de transmitir, el lugar habilitado para las mujeres y el cómo ser hombres nuevos que no necesiten hablar más fuerte, pisar un escalón más allá o golpear para ser alguien”, agregó.

Durante el acto en memoria de Karina y Valentina monseñor Croxatto manifestó: “Queremos traer a este lugar a tantas hermanas, a tantas mujeres que hoy en esta zona, en este lugar particularmente están viviendo este maltrato, este destrato, este descarte, esta violencia o este acoso. Mujeres y rostros que quizá no conocemos y que queremos también acercarnos y ver cómo acompañar. No queremos llegar tarde, como a veces llegamos”.

En ese sentido, pidió a Dios: “Por ellas, por todos nosotros, y por este pedido de estas mujeres: que lo tomemos en serio desde cada lugar e institución, desde la familia, pero principalmente desde nuestro corazón. Te pedimos, Padre, que toques nuestro corazón en serio, para cambiar de actitud, comprometernos y jugarnos en serio”.

“Pero no podemos hacerlo solos. Ayúdanos en comunidad a hacerlo, a tener este mismo interés. Necesitamos de tu gracia. Solos no podemos, por eso te pedimos humildemente tu gracia”, clamó.

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