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Femicidio de la arquitecta: un psicólogo y un psiquiatra complicaron a Lucini

Mientras que el psicólogo habló de los rasgos de personalidad del acusado y su falta de honestidad al ser sometido a examen, el psiquiatra descartó la posibilidad del atenuante propuesto por la defensa.

Falta de honestidad, exageración de síntomas, egocentrismo y desinterés por el prójimo. Esas fueron algunas de las características que un psicólogo forense detectó en Fabián Lucini, el acusado por el femicidio de la arquitecta María Marta Toledo, y que junto a la declaración de un psiquiatra que no consideró posible la figura de emoción violenta, lo complican ante el jurado popular.

El psicólogo forense Marcos Daniel Scagliotti y el psiquiatra forense Edgar Blasco fueron los últimos dos testigos que pasaron por el estrado este miércoles y dieron por finalizada la etapa testimonial ofrecida por la fiscalía.

Primero, Scagliotti informó que a partir de la entrevista con Lucini, pudo observar que es una persona de inteligencia normal, con buena predisposición y facilidad para responder a las preguntas que se le hicieron, aunque sí manifestó enojo respecto de su situación de encierro -ya estaba detenido al momento de la pericia- y manifestó malestar sobre lo que debía atravesar su familia o lo que podrían escuchar de él en los medios. Nunca manifestó angustia por la víctima o el hecho.

El profesional confió también que una de las técnicas empleadas, que consistía en un cuestionario a responder con verdadero o falso, quedó invalidada porque el acusado presentó "demasiada exageración de síntomas". "No fue honesto y la escala empleada nos dice que exageró o simuló sintomatología que no es congruente con él", explicó.

Sobre María Marta, Lucini contó que era amiga de su pareja y que con él mantenía un vínculo laboral, que consistía en la compra y venta de distintas cosas por internet. Aunque no ahondó mucho en su persona, el psicólogo sí confió una expresión peyorativa que tuvo el asesino sobre la mujer durante el examen, en que manifestó: "Yo sabía que era una chorra, que la habían echado de cinco empresas".

El fiscal Agustín García también cuestionó al testigo sobre si el hombre manifestó en algún momento alguna opinión respecto de la figura de la mujer o lo femenino, siendo que es un elemento central de la figura que persigue como acusador. A esto, Scagliotti confió que Lucini "manifestó en tres oportunidades molestia frente a cuestiones de feminismo, matriarcado y cuestiones de género, en las que expresó sentirse perjudicado o limitado en elegir libremente cuál sería su respuesta ante diferentes situaciones".

Finalmente, mediante el test de Rorschach, que consiste en la interpretación de figuras abstractas, Scagliotti arribó a la conclusión de que el femicida no presenta psicopatologías, conserva su criterio de realidad y por lo tanto entiende las convenciones sociales. Su personalidad se caracteriza por un "autocentramiento", esto es, un egocentrismo en que la persona "sobrevalora sus actitudes, habilidades y/o valores"; presenta "un inusual problema en la percepción y la manifestación de su afecto"; y una inhabilidad social.

Lo más preocupante quizás que resaltó el profesional es que sus relaciones suelen ser superficiales porque se basan en el beneficio que pueda recibir él. "Busca al otro por lo que le puede brindar en su beneficio. No está interesado o se siente tenso ante las demandas del otro. Mientras haya un beneficio para él, la relación puede sostenerse. Si se pierde ese objetivo en común, no se sostendría", explicó.

Scagliotti también indicó que los rasgos de su personalidad le otorgan a Lucini un "potencial para producir conductas inapropiadas, desorganizadas o desadaptadas", que pueden variar desde un comentario inapropiado hasta una agresión física hacia otra persona. Sin embargo, dado que su criterio de realidad está intacto, puede elegir entre cómo actuar y dirigir sus acciones, nada es involuntario.

En este sentido, el hombre expresó tener ciertas ideas agresivas durante su niñez o adolescencia hacia otros, aunque no las llevaba a cabo.

Posteriormente, el psiquiatra forense Edgar Blasco confió que su informe sólo se basó en la prueba provista, dado que el acusado no se sometió a la entrevista. Opinó que no hubo alteraciones de su conducta al momento de cometer el hecho, que no expresaba arrepentimiento y que la conducta posterior a la muerte de María Marta dejó en evidencia su objetivo de entorpecer la investigación.

Durante su turno de interrogarlo, los defensores Roberto y Gastón Berenguer le consultaron si era posible que la conducta presuntamente amenazadora de la víctima durante la discusión final podría haber causado en el asesino la respuesta irracional enmarcada en la figura de emoción violenta, a lo cual el experto indicó que no.

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