Un joven matrimonio de Plottier con su hijo disfrutan de una aventura soñada.
POR PABLO MONTANARO - [email protected]
“De repente te das cuenta de que la vida se pasa, que es muy corta y que no sabés cuándo se va a terminar”, confiesa Pablo Gómez, de 36 años, a LM Neuquén vía Whatsapp, mientras expresa su entusiasmo al ingresar al puerto de Manzanillo, en Panamá, con su mujer, Macarena Aroca (35), y su hijo, Lautaro (8), a bordo de Lunita Viajera, una camioneta Volkswagen Transporter de 1998 que acondicionaron especialmente para vivir la aventura de viajar desde Plottier con destino final Alaska.
Esta familia aventurera salió de su casa en la localidad neuquina hace más de nueve meses, precisamente el 15 de diciembre del año pasado, y desde entonces han disfrutado y descubierto lugares maravillosos, compartiendo con viajeros de otros países que también se largaron a recorrer el mundo.
“La gente nos ha sorprendido en todos lados, este viaje es el sueño de la mayoría de las personas, no nos ha tocado ninguna mala experiencia y la Lunita se está portando de maravillas”, contó el hombre, que alguna vez viajó hasta Tierra del Fuego, el punto más austral de la Argentina.
Después de dejar Plottier, el primer punto al que arribaron fue Brasil, luego pasaron por Bolivia, cruzaron a Perú, donde disfrutaron de sus playas, y más tarde Ecuador, “un país pequeño con playas muy lindas y que nos sorprendió porque a la mañana podés estar desayunando en la playa, al mediodía almorzás en las sierras y a la tarde estás en la Amazonia ecuatoriana”, resumió.
Maravillados por Colombia, decidieron quedarse dos meses para encontrarse con los padres de Macarena, quienes viajaron a ese país. “Al principio llegamos medio asustados a Colombia por todo lo que se dice de lo peligroso que es, pero nos encontramos con gente maravillosa y lugares increíbles, como Santa Marta y especialmente Cartagena”, explicó.
En medio del disfrute, el hijo de la pareja dedica una parte del tiempo a estudiar bajo el Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea), que contempla la ley de educación nacional, ya que por el viaje no pudo empezar tercer grado en su escuela.
Durante estos nueve meses de carreteras, atravesando cordilleras, costas y valles, contemplando diferentes paisajes, la familia de Plottier pudo conocer a otros grupos de familias de distintas partes del mundo -franceses, alemanes, uruguayos, chilenos, marroquíes-, que también salieron de aventura por el mundo, y compartieron salidas, encuentros y comidas.
No se preocupan por el tiempo que puede demandarles la travesía hasta Alaska, aunque estiman que podría ser dos años o más. “Nada ni nadie nos corre, el viaje durará lo que tenga que durar”, sostuvo. Es que cuando hay espíritu aventurero no hay fechas ni tiempos, porque el objetivo es conocer todos los pueblos “sin rutina, sin presión”.
Comentó que durante años, debido a su trabajo en empresas petroleras, pasaba mucho tiempo alejado de su familia, lo que lo motivó a querer estar más tiempo con su mujer y su hijo. Por eso un día dejó su trabajo, se compró una moto y empezó a viajar. Así conoció a otros viajeros que lo entusiasmaron a emprender estas aventuras. Su mujer, fascinada por los viajes y por conocer lugares, se sumó a la idea. “Desde que nos conocemos estamos viajando”, acotó.
Indicó que durante varios años ahorraron dinero para hacer este viaje y pusieron en alquiler su casa para contar con ingresos.
Antes de llegar al objetivo final, tienen planeado transitar los países de Centroamérica y luego llegar a México, entrar a Estados Unidos y Canadá. “Por lo que vemos la idea es seguir viajando, quizás en el regreso dejemos a Lunita en México y nos crucemos a Europa o Asia. Mientras podamos, haremos el esfuerzo para seguir viajando. Este tipo de viajes se disfrutan muchísimo”, describió, y recordó que alguna vez le prometió a su hijo llevarlo a Orlando. “Valió la pena cada kilómetro, estamos felices de poder disfrutar de esta manera la vida”, concluyó Pablo.
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