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El escenario que se abre en Venezuela y la estrategia de Nicolás Maduro

Ya hay más de 20 muertos y 1.000 detenidos por las protestas contra lo que se considera “un fraude” electoral. Maduro militariza el país.

El caos en Venezuela sigue creciendo, al ritmo de la crispación de la población que esperaba un cambio en el país con estas fallidas elecciones presidenciales. El régimen de Nicolás Maduro respondió militarizando el país y aplicando una dura represión contra las protestas que se extienden más allá de Caracas.

El último balance de Human Rights Watch (HRW), el organismo internacional de derechos humanos, eleva a 20 los jóvenes muertos por la reacción de las fuerzas de seguridad.

En cuanto a los detenidos, según el propio Maduro, suman más de 1.200 desde que comenzaron las protestas contra el gobierno el domingo pasado, cuando anunció que había ganado los comicios por siete puntos de ventaja frente a su rival, Edmundo González Urrutia (51,2% contra 44,2%).

Nicolás Maduro acusó a Perú, Chile y Colombia de entrenar "terroristas"

“Tenemos más de 1.200 criminales capturados”, dijo el mandatario. Y acusó a varios países de la región de “entrenarlos” como terroristas. “Fueron entrenados con tiempo en Perú y Chile, también en Texas y en Colombia”, lanzó.

Pese a los pedidos internacionales, y de varios aliados, el régimen se niega a refrendar con datos los resultados del escrutinio, en una actitud que despertó la indignación de gran parte de la población.

En medio de esta crisis política, aún más severa que la económica, el régimen busca mantenerse en el poder con variaciones de su tradicional estrategia.

Reacción de las fuerzas de seguridd contra las protestas en Venezuela.

Reacción de las fuerzas de seguridd contra las protestas en Venezuela.

La estrategia de Nicolás Maduro

El mandatario chavista apunta a mantener el control de la Asamblea Nacional, el Poder Judicial, la Justicia Electoral y las Fuerzas Armadas, para de esa manera frenar la embestida popular encabezada por la oposición.

Sabe que sin el respaldo internacional la oposición no tendrá fuerza suficientes para obligarlo a rever el resultado de las elecciones.

En el plano regional va perdiendo la ayuda de algunos líderes, que ahora cuestionan sus acciones antidemocráticas, pero aún mantiene cierta esperanza en el brasileño Lula da Silva y en el colombiano Gustavo Petro, quienes sólo hicieron tibias declaraciones.

El régimen cuenta con el respaldo de Lula, Petro y López Obrador.

También cuenta con sus viejos aliados como el nicaragüense Daniel Ortega, el cubano Miguel Díaz-Canel y los expresidentes Evo Morales y Rafael Correa.

Internamente tiene el apoyo de un sector de la población venezolana, aunque cada vez es mucho más reducido, y especialmente de las Fuerzas Armadas. Este último punto es clave para mantener el control.

Lula da Silva, Gustavo Petro y Manuel López Obrador, presidentes de Brasil, Colombia y México, respectivamente.
Lula da Silva, Gustavo Petro y Manuel López Obrador, presidentes de Brasil, Colombia y México, respectivamente.

Lula da Silva, Gustavo Petro y Manuel López Obrador, presidentes de Brasil, Colombia y México, respectivamente.

En realidad no de todos los militares, sino particularmente de las cúpulas castrenses que obtienen importantes beneficios del Estado. Son parte los “enchufados”, como los llaman los venezolanos a los sectores que mantienen “negocios” con el gobierno.

Hay un importante segmento de las fuerzas militares, especialmente los más bajos en el escalafón, que no comulgan con el mandatario y que sufren las penurias de la crisis, como cualquier venezolano.

Pero este sector no se atreve a rebelarse porque pueden perder el escaso ingreso que tiene si son dados de baja o, más peligroso aún, quedar detenidos como ya les pasó a varios.

Nicolás Maduro con su esposa, Cilia Flores.
Nicolás Maduro con su esposa, Cilia Flores.

Nicolás Maduro con su esposa, Cilia Flores.

Un recorrido autocrático

Maduro llegó al poder en 2013, pocos meses después de la muerte de Hugo Chávez, y se mantuvo hasta ahora gracias al control de todos los resortes del Estado.

A partir del año siguiente, y debido a las políticas aplicadas, comenzó en Venezuela una grave crisis social y económica. No sólo hubo una inflación extraordinaria, sino también creció la pobreza, el hambre y la delincuencia.

La fuerte escasez de productos de primera necesidad y el constante aumento de precios generaron protestas en todo el país, causando una caída de la imagen del mandatario.

Las fuerzas de seguridad disparan sobre un manifestante en Venezuela.

Las fuerzas de seguridad disparan sobre un manifestante en Venezuela.

En 2015 ganó la oposición en las elecciones parlamentarias y se lanzó un plebiscito para revocarle el mandato. A partir de ahí Maduro implementó mano dura, como toda estrategia política.

Gobernó por decreto, persiguió a los opositores y a todos los que criticaban su gobierno, utilizando nuevas leyes que la Justicia, bajo su dominio, aplicó con ferocidad contra los rivales políticos.

En 2017, después de la violenta represión contra las manifestaciones que dejaron 163 muertos y 1351 detenidos, según el Foro Penal Venezolano.

Ese mismo año, el Tribunal Supremo de Justicia se atribuyó las funciones de la Asamblea Nacional, provocando una “ruptura del hijo constitucional”.

Más tarde, Maduro organizó una nueva Asamblea Nacional de la que no participó la oposición, detentando así todo el poder político.

En las elecciones de 2018 usó el mismo método que ahora. Proscribió a la oposición y así quedó como único candidato electoral. Ganó, como era de esperar, pero los organismos internacionales y más de 50 países no reconocieron su reelección.

Marchas contra el gobierno de Venezuela tras las elecciones. PROVEA.jpg

Desde ese momento viene diezmando a los partidos opositores con la persecución de los principales líderes. Para ello utiliza a la Justica con la que inicia causas por distintos motivos como “traición a la patria”, “complot para asesinar al Presidente” o supuesto “lavado de dinero”.

En forma paralela lanza a los servicios de seguridad especiales para amedrentar y detener a rivales. Utiliza a la Guardia Nacional Bolivariana, a la Policía Nacional Bolivariana, al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM).

Muchos dirigentes tuvieron que autoexiliarse ante la presión constante de las fuerzas de seguridad. Así, la oposición quedó desguarnecida.

Operativo policial contra los manifestantes en el barrio Antimano, en Caracas.

Operativo policial contra los manifestantes en el barrio Antimano, en Caracas.

El nuevo escenario

Ahora Maduro apunta también en ese sentido. Reprimir a los manifestantes para generar miedo en la población y detener a los principales dirigentes.

Sabe que la situación es diferente por varios motivos, entre ellos que hay más de 7.500.000 venezolanos en el exilio. Una cifra escalofriante del éxodo que convulsiona a gran parte de Latinoamérica.

Con el poder de las fuerzas militares y paramilitares –los famosos colectivos chavistas- considera que puede controlar la situación en las calles.

Maduro se recuesta otra vez sobre Rusia y China

Ese es un primer paso para después, cuando la situación se calme, conseguir el apoyo a nivel internacional, donde también el escenario es distinto debido a la guerra en Ucrania.

Tiene claro que volverán las sanciones de Estados Unidos y Europa contra Venezuela, algo que no puede evitar, aunque pretende atenuarlas con el respaldo de sus tres aliados incondicionales, Rusia, China e Irán, a los que últimamente se agregó Turquía.

El régimen busca mitigar las protestas y manifestaciones, para luego continuar su dominio por otros seis años. Hasta ahora le dio resultado.

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