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La Mañana Los Guañacos

Arriesgan sus propias vidas para asistir a vecinos de Los Guañacos

Son trabajadoras del sistema de salud provincial. Para asistir a una abuela de 93 años cruzaron un río con un sistema de poleas y roldanas. Sacrificio, amor y vocación.

En el norte neuquino hay trabajadores y trabajadoras del sistema de salud provincial que cada día miran de frente a su profesión y le ponen su mejor cara y un inmenso toque de humanidad a su profesión. Es así que con dedicación, esfuerzo y sacrificio llevan adelante la vocación que eligieron y cumplen religiosamente esa especie de “juramento hipocrático” que algún día se comprometieron a consumar.

A esas cualidades se le suma el heroísmo que muchas veces demuestran para tratar de llegar con la promoción de la salud hasta lugares impensados y hasta casi inaccesibles. Es el caso de las integrantes del centro de salud de la localidad de Los Guañacos que en la mañana del pasado miércoles arriesgaron su integridad física al atravesar el río “colgadas” literalmente de un improvisado sistema de poleas y roldanas. El objetivo fue llegar hasta el puesto de una adulta mayor de 93 años para asistirla sanitariamente a ella y a un hijo que siempre fue su custodio, compañero y guardián.

Se trata de la agente sanitaria Fernanda Pérez y de la enfermera Suyai Centeno. A través de este trabajo se han convertido en compañeras, amigas y hermanas de la vida. Esta es su historia.

agentes salud solidaridad Los Guañacos

Las agentes de salud arriesgan la vida para ayudar a otros

Quizás el suceso de atravesar el caudaloso río resulte extraordinario para muchos, pero para estas trabajadoras de ley resultan experiencias periódicas a la que se ven expuestas para cumplir su propósito: que todos reciban atención médica sin importar lugares ni distancias.

Suyai contó a LMNeuquén que “mi experiencia personal es bastante satisfactoria, por más que muchas veces ponemos en riesgo nuestra vida es gratificante poder llegar a las familias y realizar nuestro trabajo”. Más adelante detalló los contratiempos que deben enfrentar muchas veces, ya que “si bien es bastante dificultoso, al no tener medio de movilidad para llegar a toda la población, resaltando que las familias viven bastante alejadas unos con otros, hacemos lo posible para realizarlo, generalmente a pie”, resaltó la enfermera oriunda de Andacollo.

En referencia al objetivo de su odisea sobre el curso de agua, subrayó que “fuimos a visitar a una adulta mayor, ya que hacía dos meses que no podíamos acceder a su vivienda porque cuando fue el temporal de intensas lluvias del año pasado, se llevó la pasarela con la que contaba la familia”.

Arriesgan sus vidas para ayudar a los vecinos de Los Guañacos.mp4

A continuación relató que la abuela vive con su hijo, quien la asiste todo el tiempo. “En el verano el hijo de la paciente realizó un acceso con un tablón, pero luego de otros temporales de lluvias que hubo este año, se lo llevó, dejándolos sin acceso nuevamente, por lo que realizó esta manera de acceder a la vivienda con la cual lo hicimos nosotras”, contó Suyai. La joven enfermera empezó a trabajar en el puesto de salud de Los Guañacos el 9 de agosto del 2022, dependiendo del hospital Antonio Gorgni de la localidad andacollina.

La agente sanitaria que ayuda a su pueblo

No hay nada más gratificante en la vida que ayudar a la gente del pueblo en el que se es nacida y criada. Es el caso de Fernanda Pérez, que con todo el orgullo del mundo dijo que “hace 11 años que soy agente sanitaria de mi propia comunidad”. En ese sentido, comentó las tareas laborales y sanitarias que tienen a su cargo. “Nuestra tarea es realizar promoción de la salud, prevención de la enfermedad mediante visitas domiciliarias, además de la atención diaria en el puesto de salud de Guañacos”, indicó.

La experimentada trabajadora de la salud también se refirió al cruce aéreo por el río que le entrega el nombre al pueblo en el cual vive. “Sabemos que muchas veces arriesgamos nuestras propias vidas, pero al fin de cuentas estamos y somos felices de poder llegar a cada familia de mi comunidad y poderlos atender en su salud”, contó Fernanda. Más adelante manifestó su satisfacción por cumplir su noble tarea en lugares que muchas veces falta de todo y no sobra nada.

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Confió que muchas veces los mejores premios a sus esfuerzos y a las complicaciones que se deben enfrentar a diario para llegar a los alejados puestos rurales son “los mates calentitos que compartimos con los pacientes mientras charlamos y los atendemos. Eso no tiene precio. Es un mimo inmenso para nosotras y más si aparecen algunas tortas fritas o pan casero”.

Así funciona el sistema de salud en el norte neuquino, con recursos y voluntades de los vecinos y la enorme vocación, entrega y sentido de pertenencia de los trabajadores que a pesar de las limitaciones de medios siempre buscan la manera de llegar con la atención médica necesaria.

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