Ataduras, chirlos y muchas más prácticas sexuales como modo de una exploración corporal desde todos los sentidos. Un mundo que ya llegó a Neuquén.
En Neuquén, entre talleres culturales, performances y encuentros que empiezan a tomar forma, un universo poco conocido para el gran público comienza a ganar visibilidad: el BDSM y, dentro de él, el arte del Shibari. Pink Lady e Incubus Shibari-nombres artísticos-, pareja desde hace 13 años, artistas y practicantes de esta disciplina japonesa de ataduras, abren las puertas a un mundo lleno de tabúes, pero también de comunicación, consentimiento y búsqueda de placer.
Las siglas BDSM refieren a distintas prácticas sexuales. Bondage, que es la inmovilización, restricción o atadura de una persona. La D, viene de Disciplina y ahí llegan las reglas y roles que establecen entre los participantes y también la Dominación, un juego de roles consensuado donde uno de los intervinientes tiene un rol de poder, mientras el otro el de sumisión. Y el último punto es el del Masoquismo, la obtención de placer a través del dolor infligido (sadismo) o recibido (masoquismo).
Pink Lady e Incubus Shibari trabajan en el ámbito cultural y conviven con sus dos hijos. Él además es tatuador. Hace más de cinco años se dedican a estudiar, practicar y enseñar Shibari, y comparten espacios con una comunidad local que, según contaron, empieza recién ahora a organizarse.
“Somos artistas y hacemos prácticas de Shibari”, resumieron cuando se presentaron a LM Neuquén, y enseguida sumaron: “El Shibari es un arte japonés que consiste en atar cuerpos con cuerdas. Se puede practicar con un fin sexual, artístico o performático. Nosotros lo hacemos en todos esos sentidos”.
La historia no empezó con cuerdas. Como muchas parejas, el camino fue la curiosidad. “No es que un día nos miramos y dijimos ‘hagamos BDSM’. Fue un proceso”, explicaron. “No tenemos una educación sexual integral que nos permita hablar del sexo sin tabúes. El sexo es un tema prohibido, y todo lo que salga de lo heteronormativo todavía más”, opinó Pink Lady.
La exploración, entonces, llegó casi naturalmente. “Vas probando qué te gusta. Lo más accesible es el bondage suave: atar las muñecas, usar pañuelos, esposas, corbatas. Después descubrimos el Shibari y se abrió un mundo nuevo. Empezamos a tomar clases, a viajar a Buenos Aires, a capacitarnos”, contaron.
Dentro del BDSM, la comunicación es fundamental. Antes, durante y después. Todo se acuerda, todo se conversa. Nada queda librado al azar. “Lo más importante es el consentimiento. Si no hay consentimiento, no es BDSM: es abuso. Por eso hay charlas previas donde se establecen los límites, los deseos, los miedos y lo que no se quiere vivir”, aseveró Incubus Shibari.
Según contaron estos dos neuquinos, las prácticas se rigen por el principio SSC: Seguro, Sensato y Consensuado. Cuando una actividad implica más riesgo, se utiliza el concepto RAC: Riesgo Asumido Consensuado. “Hay prácticas que tienen sus peligros, como la asfixia erótica. Para disminuir los riesgos hay que estudiar, charlar, conocer el cuerpo de la otra persona y respetar los límites”, aclararon.
Roles, dinámicas y el poder del consentimiento
Dentro del BDSM existen roles: dominantes, sumisos, switch, tops y bottoms. Pero la teoría académica no alcanza para entenderlo. Hay que llevarlo a la práctica para conocer dónde se siente cada persona.
Incubus se define como dominante, disfruta realizar las prácticas. Pink Lady, en cambio, es switch: puede recibir o ejercer prácticas según el contexto. “Una persona dominante puede recibir una práctica sin dejar de ser dominante. El top es quien ejerce la acción, y el bottom quien la recibe. Pero la dinámica del poder no es tan lineal”, explicaron.
Porque, al final, quien más poder tiene no es quien ata, sino quien puede decir “hasta acá”. “La persona que recibe las prácticas tiene la última palabra. Tiene control absoluto: si dice rojo, se frena. Siempre”, aseguraron.
Los códigos de seguridad –las palabras rojo, amarillo y verde– marcan intensidades, límites y pausas necesarias. “No es golpear por golpear. Hay zonas seguras, zonas donde no se puede pegar, intensidades, técnicas. En un curso serio te enseñan incluso cómo dar un chirlo sin lastimar”, detallan.
La búsqueda del placer más allá del coito
Ambos coincidieron en que uno de los grandes prejuicios es asociar BDSM con violencia. “Es exactamente lo contrario”, enfatizó Pink Lady, que además es militante transfeminista. “La violencia es cuando alguien hace algo sin tu consentimiento. En el BDSM estás eligiendo qué placer querés, qué dolor querés, cómo y con quién”, diferenció.
El placer, dicen, se expande cuando se derriban las ideas instaladas por la pornografía hegemónica. “Nos enseñaron que el placer es penetración, que la mujer debe sufrir, que todo gira alrededor del falo. Pero hay mucho más. Hay placer en una cuerda, en una pluma, en una vela, en mirar, en dejarse llevar, en jugar roles. Es una construcción constante”, describió.
Algunas prácticas implican dolor; otras, absolutamente nada. “Hay gente que quiere intensidades muy altas. Y hay otras que solo quieren sentir un abrazo de cuerda y quedarse suspendidas un rato. Nada más”, contaron.
Pink Lady e Incubus tienen una pareja abierta, algo que también forma parte de su construcción conjunta. “No todas las prácticas son sexuales. Compartimos espacio con otras personas donde nadie tiene sexo, pero sí se experimenta desde el erotismo”, comentaron.
A lo largo de los años, han tenido vínculos de a tres y también experiencias individuales. Todo, siempre, bajo las reglas de la comunicación y el consenso. “Las dinámicas se reconstruyen todo el tiempo. La clave es saber qué quiere cada uno. Te podés relacionar sexualmente, afectivamente o solo desde la práctica”, sostuvieron.
También existe la figura del voyeur: personas que solo desean observar. O quienes contratan sesiones privadas sin ningún componente sexual. “Hay gente que contrata a alguien solo para ser atado o para vivir una sesión. Es un trabajo más”, dijeron.
De la intimidad a la comunidad: construir un espacio seguro en Neuquén
Hasta hace pocos años, encontrar una comunidad BDSM en la región era casi imposible. “Antes no conocíamos a nadie que practicara esto. Recién ahora estamos encontrándonos”, contaron.
La referencia más fuerte está en Buenos Aires, donde la comunidad tiene más trayectoria. Allí funciona Mazmorra, una red social cerrada que exige verificación de identidad para asistir a eventos y garantizar espacios respetuosos y seguros.
En Neuquén, en cambio, todo está empezando. “Intentamos generar encuentros, charlas, talleres. Acá se está formando la comunidad porque quienes nos conocemos empezamos a compartir conocimiento. Es la única forma de crecer sin riesgos”, aseguró la pareja a quien se puede encontrar en redes: incubus.shibarii.
Desde hace cuatro años dictan talleres de Shibari en distintas espacios culturales. También realizan performances en teatros y eventos privados. “Cuando empezamos, casi nadie sabía atar. Hoy ya hay más gente formándose, y eso es hermoso”, dijeron.
Un universo lleno de prácticas, roles y curiosidades
El BDSM no es una sola cosa. Es un abanico casi infinito de posibilidades. Ellos mencionan algunas:
Shibari: ataduras artísticas y eróticas con cuerdas.
Pet play: personas que toman roles de mascotas.
Needle play: decoración corporal con agujas superficiales.
Age play: juegos de rol donde se modifican edades.
Impact play: golpes consensuados con manos o instrumentos.
Wax play: juego con la cera de velas calientes.
“El BDSM no es violento ni es oscuro: es amplio, creativo y profundamente consensuado”, resumen.
Los tabúes que persisten
Cuando se les pregunta qué tabúes siguen existiendo, la respuesta es inmediata: “Todos”. Aún hoy, para muchos, la idea de golpear a alguien en un contexto erótico se confunde con violencia. “Cuesta entender que la base del BDSM es el respeto absoluto por el deseo de la otra persona”, explicaron.
“El tabú es tan grande que hasta cuesta hablarlo con amigos. Y si no se habla, se practica sin información, y eso es peligroso. La educación es fundamental”, insistieron.
Pink Lady e Incubus siguen estudiando, tomando clases, dando talleres y generando espacios para construir una comunidad segura y respetuosa en Neuquén.
“Esto no se termina nunca. Siempre hay algo nuevo para aprender, un límite para mover, una fantasía para explorar. El BDSM es un camino de autoconocimiento”, concluyeron. Un camino que eligieron recorrer juntos, con sus reglas, sus acuerdos y su arte hecho nudo por nudo.
Te puede interesar...
Leé más
Calor en Neuquén: pronóstico para un domingo "pesado" y un peligroso sol por la tarde
Noticias relacionadas














Dejá tu comentario