Miguel Casali, heredero de la tradición de Circo más antigua del país
El mítico relator automovilístico de la región, tiene una historia que lo vincula a una de las artes más antiguas.
Miguel Casali es un reconocido relator y comentarista de automovilismo deportivo, con una extensa trayectoria en la región. Trabajó en LU19, LU5 y Canal 7, y tiene como referentes inmediatos a Omar Casanova, José Luis Chialvo, Carlos Procopiuk y Lorenzo Kelly.
Sin embargo, su relación con el público se remonta a su niñez cuando recorría junto a su familia todos los rincones del país, con el famoso “Circo de los Hermanos Casali”. Su familia desciende de una línea genealógica circense antiquísima, cuyos comienzos pueden rastrearse muy lejos en las regiones de una remota Italia en la que comenzó todo.
“Mi familia viene de orígenes circenses de principios del siglo XIX. El 25 de abril de 1850 mi bisabuelo, Juan Casali le pide a la ciudad de Roma un permiso para instalar su circo en esa ciudad. Ellos eran volantineros porque aún no existían las carpas. Los volantineros eran una especie de artistas itinerantes que desarrollaban sus espectáculos al aire libre, trabajaban en plazas de los pueblos y las distintas ciudades. Eran además juglares porque hacían prácticamente un poco de todo, teatro, circo, sketch, poesías, malabarismo", contó Miguel a LMNeuquén.
"En una de las giras por los pueblos cercanos, hicieron un número de equilibrio, que consistía extender una resistente cuerda a gran altura, de uno a otro lado de la plaza. Desde la torre más alta del pueblo hasta otro de los edificios más altos, los equilibristas ejecutaban su número, mientras la gente los contemplaba desde abajo, animados por la música de los músicos y juglares. Uno de los enganches de los que estaba atada la cuerda cedió, desprendiéndose un pedazo considerable de mampostería, que desgraciadamente, se precipitó sobre la multitud ocasionando muchos heridos entre los artistas y también el público. Este trágico suceso hizo que tomaran la decisión de irse de Italia con destino a América”, agregó.
A fines del siglo XIX el circo en Latinoamérica empezaba a conformarse como el acceso inmediato de las clases populares al teatro y al mundo del espectáculo que entrado el siglo XX se multiplicaría en forma extraordinaria con el posterior surgimiento y auge del Cine y la Radiofonía.
“Mis bisabuelos llegaron a América por Brasil en el año 1854 y viajaron por todas partes. Ya instalados y con el tiempo adquirieron su propia carpa, formando parte así, de lo que se conoce como El Circo Criollo. Cincuenta años después, en el año 1900 en Santa Ifigenia Brasil nació mi padre Miguel Emilio Casali y al tiempo mi tío, que fue el conocido actor Guillermo Casali”, dijo Miguel.
Guillermo Casali, fue un galán de su época, además de trabajar en el circo que pertenecía a su familia, se destacó como actor de teatro y cine, participando en numerosas películas de gran éxito como “El Viejo Hucha” y “El Conventillo de la Paloma”, entre otras.
“El Circo Criollo fue algo extraordinario, los circos tenían dos partes: primero una pista con malabaristas, acróbatas y la segunda parte eran obras de teatro como “Juan Moreira”, “Hormiga Negra”, “El último Gaucho”, “Santos Vega”, “Mi cuna fue un conventillo” y otras. Muchos sainetes y también comedias reideras", recordó Casali.
"Mi padre junto sus otros hermanos Santiago, Ricardo y Blanca, se quedaron con el circo. Se destacaron muchas disciplinas circenses como la barra fija, trapecio alto y malabares. Yo nací dentro de esa familia del circo, en Villa Devoto provincia de Buenos Aires, tempranamente perdí a mi madre, se llamaba Carmen Fernández cantante y actriz teatral, ella venía a su vez de otra familia europea. Al fallecer ella, me cuidó una tía, Leonor Fernández, que también formaba parte del ámbito teatral y era muy amiga de otra célebre actriz, Amanda Sánchez Ariño. Cuando cumplí los 10 años me fui a trabajar con mi padre al circo, claro que primero esperó que terminara la escuela primaria", añadió.
El Circo de los Hermanos Casali, anduvo por todos lados, recorriendo mucho la provincia de Buenos Aires y llegando hasta la Patagonia. "Yo empecé desde muy niño con pequeñas acrobacias, “tumba carnero” y cosas por el estilo. Ya de adolescente mi padre me preguntó si quería continuar con los estudios secundarios para completarlos o que me quedara acompañarlo en su actividad para lo cual, debía aprender el arte circense. Por supuesto que opté por el circo y ahí nomás me llevaron a una de las pistas a aprender un poco de trapecio y un poco de barra", contó.
"Recuerdo aún mi debut y en el primer número que hice, escuché el aplauso de la gente y listo, ya sabía que mi vida iba a ser esa. Salía a las calles de los pueblos y las ciudades en dónde actuábamos y todos me saludaban: 'Ahí va el pibe del circo' me decían por la calle", agregó Miguel.
Historias
La vida de Casali siguió ligado al espectáculo, con un temprano amor por el teatro, un lugar que le generaba magnetismo y disfrutó desde muy pequeño. En todas las giras se sucedían miles de aventuras.
"Una vez en Trenque Lauquen, y a modo de broma, le sacamos el sulky a uno de los espectadores del circo y nos escapamos a dar una vuelta. Tenés que tener en cuenta que la gente llegaba al circo a caballo, en sulkys o en jardineras y los dejaban atados afuera en unos palenques improvisados. Justo nos vino a tocar un caballo con querencia, que es un animal muy apegado a su lugar habitual y que, sin hacernos el mayor caso, nos llevó derechito a la casa de su dueño", recordó.
"A todo esto, cuando terminó la función el dueño del sulky se enloqueció al ver que le faltaba y te imaginás que faltábamos también nosotros y nos agarraron de vuelta y nos dieron un flor de reto, cuya consecuencia fue que me hicieron hacer de apuntador obligado de la pista del teatro por un buen tiempo. Tengo miles de anécdotas con eso", agregó.
En el año 1950, Casali visitó la zona con una gira que lo trajo por Neuquén, Cipolletti y Roca. "Con el circo tuve la oportunidad de viajar y conocer muchísima gente, por ejemplo, en una oportunidad que nos presentamos en Allen, llegamos a conocer a Don Ricardo Balbín que andaba también de visita en casa de una familia, los Ramasco, muy amiga de mi padre", contó Miguel.
"Ya por entonces en la década del '50 se produce en Buenos Aires la unión de varias familias propietarias de grandes circos, entre ellas, el Circo de los Hnos. Rivero, los Sarrasani, los Hnos Villalba, los Saporito y otros más porque la situación estaba cambiando. En Norteamérica estaba triunfando el Circo “Ringling Brothers” que incorporaba los números con animales y ahí es cuando se dejan de hacer las representaciones de obras teatrales como número secundario. Eso significó la muerte del Circo Criollo porque los empresarios empezaban a comprar animales para sus espectáculos", agregó.
Casali recordó como era el traslado de los animales en tren, que muchas veces requerían de dos máquinas locomotoras. Además, conserva una colección maravillosa de fotografías, afiches y diarios de la época que dan cuenta de la trayectoria de su vida en el circo.
“Desde Bariloche, fuimos a Plaza Huincul, Cutral-Co y llegamos después a Neuquén dónde unos años antes habíamos actuado. Ya en Neuquén, me encuentro con un amigo que me dio un abrazo enorme y mostrándome un recorte de diario, me dijo que se alegraba de que yo no estuviese muerto porque en esa noticia había sido publicada mi supuesta muerte un año atrás", contó Miguel.
Sobre ese hecho, recordó que fue durante el espectáculo de "El Globo de la Muerte", dentro de una esfera de metal junto a su hermano, que en pleno espectáculo, la estructura metálica cedió y se produjo un accidente muy fuerte. "Nos trasladaron al hospital, la noticia salió en los diarios pero, como nadie preguntó que nos había pasado o si nos habían dado de alta, el circo siguió de largo y nos terminaron dando por muertos. Así que en un diario de Esquel que aún conservo está la falsa noticia de que los hermanos Casali dejaban el mundo muriendo en su ley en medio de un número circense", dijo.
El momento de mayor esplendor de circo fue en el 1957 y fue en ese momento que su padre decidió retirarse para ir a vivir a Las Flores, provincia de Buenos Aires. "Nosotros continuamos con la gira hasta llegar a la localidad de Mercedes en un enero muy caluroso. Se nos incendió por completo el circo, sólo pudimos salvarnos nosotros, las motos y los animales y allí cerramos el circo. A pesar de que cierto partido político nos había propuesto asistirnos económicamente a cambio de poner la promoción política en nuestros carteles, a lo que mi padre se negó rotundamente", contó.
"Mi hermano se casó con la hermana del Campeón de Automovilismo José Froilán González en Buenos Aires y yo me vine a vivir a Cipolletti por un negocio que había hecho mi padre con una familia amiga de acá en la que terminó comprando una confitería en la que terminé trabajando como gastronómico”, agregó.
Días de Radio y Pistas de Automovilismo
“En la década del '70 me instalé en Neuquén Capital, porque había abierto una agencia de lotería al lado de la Catedral, la célebre “Alquitrán” Posteriormente incursioné en el mercado de la venta de automotores estableciendo una relación con el corredor Froilán González, a través de mi hermano y cómo estaba en el tema, me llamaron para trabajar en en LU19 y LU5 pero esa es otra historia que les prometo, voy a compartir otro día”, recordó.
Para Miguel Casali, cada vez que se encendía la luz de la pista o la luz de aire del estudio radial, una nueva aventura comenzaba y fiel a su estilo al término de esta no nota nos convida a concurrir a una próxima función.
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