Piukenita abrió su primera sala de elaboración en Cutral Co hace 15 años. Hoy se convirtió en una fábrica que apunta a producir 800 kilos de chocolate por mes.
Edgardo Presas comenzó su carrera profesional con una tecnicatura en Control e Higiene de los Alimentos, pero recién cuando descubrió su pasión por el chocolate pudo abrir las puertas de su camino al éxito. Inauguró su primera sala de elaboración hace 15 años en Cutral Co, la que hoy se convirtió en una fábrica de chocolate que apunta a producir 800 kilos por mes.
La parada imperdible en la comarca es Piukenita, un mundo de chocolate que conquista a todos los paladares porque hay para todos los gustos, tanto para los más golosos, como para los que esperan no solo sabor, sino arte hecho bombón.
Es que este maestro chocolatero realmente pone el corazón en lo que hace y eso se ve y se siente cuando se prueba cualquiera de sus delicadas creaciones.
El neuquino, nacido en Plaza Huincul, se fue de su ciudad para estudiar y a su regreso comenzó a trabajar en una fábrica de pastas. Pero mientras era empleado, empezó a pensar en emprender.
Si bien su profesión estaba relacionada con los alimentos, era con el control de los mismos y no con su elaboración. Y al pensar su futuro por ese lado visualizó su gusto por el helado y el chocolate. ¡Chocolate! Ese fue el desafío que eligió.
"Y bueno, ahí empecé a capacitarme, porque no sabía nada de chocolatería. Lo mío era más del control del alimento, su calidad y las normas de higiene, así que me puse a investigar dónde podía aprender a hacer chocolate. Y encontré una escuela muy bonita, muy agradable, con la que todavía tengo contacto, que es en Buenos Aires y decidí capacitarme allá", contó Presas a LMNeuquén sobre sus inicios.
Como todo emprendimiento no fue nada fácil. Mientras seguía trabajando en la fábrica de pastas, su mamá lo ayudaba para poder costear los pasajes e ir a estudiar a Buenos Aires. En la escuela hizo su primer curso de iniciación a la chocolatería, luego de bombones finos, otro curso de figuras huecas y siguió.
Mientras estudiaba y trabajaba, también ahorraba para crear su sueño que era abrir su propia sala de elaboración. Así fue como tras mucho esfuerzo y llanto -según confesó- logró hacerlo.
La chocolatería de Cutral Co
"Para mí el chocolate es una pasión porque en él descubrí un camino a la posibilidad del éxito, un camino a emprender en algo que no solo sea redituable económicamente, sino también que se convierta en un amor. Un trabajo digno, donde depositar sobre todo el corazón y no solo el mío, sino el de todo el personal que dedica mucho a cada delicia de las que elaboramos", aseguró Presas.
Para este joven emprendedor, sus chocolates, además de técnica, tienen mucho corazón y por eso el producto es muy bonito y ese amor se aprecia también en el paladar. Fue en el 2010 que fundó la chocolatería de Cutral Co, en donde en el mismo espacio tenía la fábrica, y adelante el salón de ventas. "El cliente podía ver la producción a través de una ventana de vidrio", recordó.
Los años pasaron y de a poco su emprendimiento fue creciendo. El emprendedor sumó además a sus técnicas el modelaje de chocolate. Hizo grandes figuras de dinosaurios, que se expusieron en los museos de Villa El Chocón y Plaza Huincul y sorprendió a todos sus seguidores con una escultura de chocolate, para celebrar halloween, de 1 metro de alto y 12 kilos de chocolate semi amargo con la que representó una de las figuras del cine de terror: Jack.
También se dio el gusto de hacer una escultura de chocolate del propio Willy Wonka, el personaje del escritor británico Roald Dahl, para sus libros infantiles de Charlie y la fábrica de chocolate. En otra oportunidad hizo la galera de este famoso fabricante de chocolate.
Ya participó en dos oportunidades del Campeonato Nacional de Maestros Chocolateros que hace en Costa Salguero, en Buenos Aires, cada 2 años. Campeonato al que espera volver a ir el año que viene.
"Así que eso es otra veta, diría yo, artística, que entiendo es un valor agregado a la chocolatería. Ya estoy imaginando cuál va a ser mi próximo desafío", adelantó.
En la chocolatería Piukenita lo que más se producen son barritas estilo Bariloche, que son rectángulos de chocolate rellenos de crema de frutilla, cerezas, bananita, dulce de leche, menta, pistacho, maní. Algunas piezas macizas con nueces, almendras, coco, pistachos. Bombones pintados, trufas, chocolate en rama y las ya famosas frunitas: un vaso de frutillas frescas lleno de chocolate derretido y cubierto de varios toppings como mini oreo, rocklets, maní y muchas opciones más.
"Nuestros bombones finos son de vanguardia, hay un arte profundo depositado en esos bombones de autor. Las trufas también son un producto altamente consumido. Hacemos otro producto novedoso que llamamos cubanitas, son una especie de cubanitos rellenos de crema de pistacho, que son un éxito", describió casi saboreando.
La fábrica de chocolate
Hacía un tiempo que la producción ya le quedaba chica, había varios distribuidores que querían llevar sus chocolates a otras ciudades de Neuquén y por eso Presas pensó en agrandarse. Después de mucho trabajo, hace unos días que logró ampliarse y trasladar la fábrica a Plaza Huincul, donde ya planifica alcanzar en breve los 800 kilos de producción de chocolate por mes.
Ahora toda la producción se concentra en esta luminosa y resguardada fábrica, que como fue en sus comienzos es vidriada y todos los clientes pueden ver la fabricación de los productos. Incluso también pueden comprar y llevarse un chocolate recién salido del mármol, como dicen los chocolateros.
"Estamos sobre la ruta y damos la opción de que por ahí, si pasa el turista -porque es un paso obligado hacia San Martín de los Andes y demás ciudades cordilleranas- puedan llevarse nuestros chocolates", confirmó.
Presas compartió su emoción y alegría por tener ahora un espacio mucho más cómodo, más amplio, que le va a permitir aumentar la capacidad productiva y además alcanzar su próximo objetivo que es producir un producto libre gluten y, de esa manera, ampliar su mercado y llegar a las personas que no encuentran esta variedad.
Su idea es certificar su fábrica como libre gluten y para eso trabaja junto a una bromatóloga para cumplimentar con todos los requisitos para que el Municipio los reconozca como tal.
El chocolatero está más que orgulloso de todo el camino andando y del producto que ofrece a sus clientes, y aunque no se animó a decir que sus creaciones son más ricas que las del tradicional chocolate de Bariloche, aseguró que su producto es de alta calidad.
"Además Piukenita tiene un trabajo altamente artesanal. Acá está la mano de un chocolatero que no solo busca transmitir la técnica del chocolate, sino también ese amor y esa pasión que se traduce en un producto justamente de alta calidad y sobre todo, muy agradable", concluyó.
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