Rolando Figueroa y el desafío de desarrollar una provincia inclusiva
Un debate que compromete a los neuquinos. El plan de obra pública mirando hacia adentro de la provincia, pero atendiendo la necesidad de trabajar por el pleno empleo para cada neuquino.
Neuquén siempre nos desafía discutiendo leyes que parecieran tener la consistencia de la ley de gravedad. Sin embargo, en lugar de pensar la provincia dentro de la lógica del refrán “no hay mal que por bien no venga”, pareciera que tuviéramos que mirarla en su inversa: “no hay bien que por mal no venga”.
Esto transmiten, con prudencia extrema, los cuidadosos mensajes de los principales líderes políticos y sindicales de la provincia. Tanto el gobernador Rolando Figueroa, como el intendente capitalino Mariano Gaido y los líderes sindicales, Marcelo Rucci y Juan Carlos Levi; de Petroleros Privados y UOCRA, respectivamente. En lugar de actuar como llamadores para que vengan a instalarse nuevas familias a la provincia insignia del desarrollo económico nacional, mantienen al unísono un discurso cauto o -mejor dicho- que desalienta el ingreso de nuevos jugadores al mercado laboral y social de Neuquén.
Hablan y destacan las bondades económicas de la provincia, pero a la vez adoptan una férrea defensa sobre el derecho al acceso al trabajo para los neuquinos.
El Gobierno provincial -junto a las intendencias, las operadoras petroleras, empresas de servicios y asociaciones empresarias y gremiales- trabaja denodadamente en la generación de programas de capacitación para alcanzar la tan mentada “inclusión laboral” de una población de desocupados y subocupados que hoy alcanza a cerca de 20 mil personas.
Los contrastes y contradicciones
“No todo lo que brilla es oro”, cuando el contexto nacional no acompaña con el mismo ritmo al círculo virtuoso de inversión, producción y empleo que se da en Neuquén.
Por el contrario, esa información “exitista” aludiendo a los estándares técnicos de producción superados mes a mes, que actúa como “llamador”, es de extrema peligrosidad a la hora de atender incrementos demográficos desmedidos, generando bolsones de población que rápidamente comienzan a demandar servicios básicos (salud, educación, seguridad) e infraestructura (viviendas, cloacas, electricidad, gas, agua potable, rutas, caminos, plazas, etc.).
Por otra parte, los que están primeros en la fila de esperar su oportunidad, es decir, quienes han nacido en Neuquén o residen aquí desde hace muchos años, ven birlar su oportunidad en manos de advenedizos que no cuentan con el suficiente tiempo de espera para que la obtención de su puesto de trabajo tenga algo de sentido de justicia frente a aquellos que están en “la cola”.
La “frustración de los locales”, genera también un desafío político, ya que muchos de los recién llegados ni siquiera forman parte del padrón electoral que decide el destino político local. Es decir, quedan dentro del padrón los “enojados” y los “contentos” no votan.
Las soluciones
¿Pero es posible poner cierto orden en este contexto de por sí desordenado?
Todo es posible, aunque difícil. La solución deberá surgir del compromiso de todos los actores que hacen al presente próspero de la provincia, pero con un fuerte compromiso para trabajar en la inclusión laboral plena de cada uno de los neuquinos desocupados o subocupados. Un lazo de neuquinidad que comprometa a todos los actores de la economía de la provincia.
Dicho esto, no quedan demasiadas opciones más que “ordenar la fila”, es decir, comenzar a dar número de orden a quienes esperan, como si fuera sacar número en una farmacia.
Es aquí donde los gobiernos tienen un enorme desafío, de priorizar los beneficios que su accionar reparte entre la población con algún orden de mérito, según se trate del tema en cuestión.
Las opciones
Entonces, podríamos pensar en algún estímulo fiscal local a aquellas empresas que den empleo a quienes tienen un determinado tiempo de residencia.
Ese mismo requisito podría utilizarse para el acceso a soluciones habitacionales, para el sistema de becas provinciales y para cualquier decisión que, desde lo público, beneficie a los ciudadanos.
Es cierto que frente a un gobierno nacional que lleva la desregulación como una de sus banderas principales, esto puede ser un punto de conflicto. Pero es el mismo gobierno que promueve que los extranjeros paguen por la educación y la salud que reciben en Argentina. Esa misma lógica es la que debería aplicarse a nivel local y nadie debería enojarse por ello.
Los contrastes y una posible “bomba social”
Pero vayamos a los datos y ejemplos como para dimensionar cómo podría impactar la migración interna en Neuquén si se le da rienda suelta a Vaca Muerta como Faro Energético y tierra prometida, en un contexto nacional de elevados índices de empobrecimiento y desocupación.
Analicemos con unos breves números la verdadera “bomba social” que albergan estos desplazamientos poblacionales que preocupan a nuestros referentes políticos, empresariales y sindicales.
La tasa de desempleo nacional recientemente publicada por el INDEC arroja una cifra de 7.9%, que involucra 1.136.000 personas. Si a eso le sumamos un 10% de subocupados, que implican 1.437.000 personas, concluimos que en Argentina hay 2.573.000 personas con problemas de trabajo.
Por su parte, Neuquén arrojó un desempleo menor, del 6.7% que equivale a 10.000 personas y una subocupación del 4.2%, que equivale a 6.000 personas.
Estos números fríos no dicen nada. ¿Pero qué pasa si imaginamos flujos migratorios internos?
Datos que asustan
Imaginemos que, frente al deterioro de su calidad de vida, un 10% de las personas que tiene problemas de trabajo en la Argentina vinieran a buscarlo a Neuquén. Esto implicaría que vendrían en busca de esa oportunidad 257.300 personas.
La Población Económicamente Activa de la provincia se elevaría a 410.300 personas, teniendo desempleados a los 16.000 actuales más los 257.300 que habrían migrado, es decir que pasaremos a tener 273.300 personas con problemas de trabajo, elevando la tasa de desempleo a 66.6%.
Esto muestra claramente la hipersensibilidad que tiene el empleo provincial a los flujos migratorios internos. Pero, además, si cada una de esas personas trae detrás suyo a una familia, la gravedad de la crisis social que se genera en materia de servicios públicos y de infraestructura es de una gravedad exponencial.
Así podríamos ser la provincia con más generación de puestos de trabajo per cápita y, paradójicamente, la de más desempleo del país.
Rolando, inclusión y Neuquinidad
Según un relevamiento dado a conocer por el propio gobernador, Rolando Figueroa, Neuquén tiene un pasivo en obra pública, infraestructura y servicios que ronda los 4 mil millones de dólares.
El cálculo está hecho de acuerdo a la demanda de sus más de 750 mil habitantes. Este es el principal desafío que tiene el mandatario neuquino, en este, su primer mandato. Llegar con obras, servicios e infraestructura a cada rincón de la provincia, de manera que los efectos positivos de Vaca Muerta no solo sean vistos como títulos “exitistas” en los medios especializados de Buenos Aires.
La llegada del caño del gas a Los Guañacos es el ejemplo más cercano. La llegada con redes eléctricas a parajes y sectores rurales del norte y sur de la provincia es otro. El plan de conectividad digital es una de las grandes apuestas del gobernador “parido” en Alto Neuquén.
Obras de mucha inversión que estuvieron a la espera durante décadas, mientras los títulos, en otras latitudes hablaban del milagro neuquino y su gas como reserva del mundo.
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